La era de Radomir Antic terminaba el verano de 2003, cuando la directiva del Club confirmó que Frank Rijkaard era el elegido para sustituirle en el banquillo. El holandés, que llegaba con experiencia como seleccionador del conjunto ‘orange’ y de un escueto paso por el liderazgo del Sparta de Rotterdam, asumía el cargo azulgrana con una fama disparada sobre la tranquilidad, sensatez y templanza.

Pero Rijkaard no pisó la Ciudad Condal solo, sino que quiso acompañarse por Henk Ten Cate (que había entrenado al Nac Breda) y de Eusebio Sacristán, exjugador del Barcelona, para formar un equipo sólido en el banquillo del Camp Nou. Rápidamente su llegada se disparó en interés y es que la plantilla acarreaba cuatro temporadas en ‘blanco’, sin ser capaz de alzarse con un título que diera credibilidad al trabajo hecho cerca del Mediterráneo.

El proyecto del holandés arrancaba en la temporada 2003/04, donde el equipo se había clasificado tan solo para disputar la Copa de la UEFA. La filosofía de Rijkaard se decantaba claramente por la conocida como ‘escuela holandesa’, buscando firmemente un juego ofensivo, dando relevancia a la presión al hombre y abriendo el terreno de juego hasta las bandas, intentando aprovechar la proyección en carrera y ganar metros en velocidad al espacio. A la vez, reclamaba cautela en zona defensiva, siendo fiel a sus principios como jugador y visionario futbolístico.

Cocinando a fuego lento

La etapa de Rijkaard en el banquillo azulgrana se iniciaba con un postulado claro: Ronaldinho era la estrella principal que iba a darle un giro al equipo. Aunque su primer semestre en Barcelona no iba a destacar por un gran rendimiento, más allá del debut soñado de un canterano de apenas dieciséis años, llamado Leo Messi, no fue hasta el parón navideño que, con la incorporación de Davids, el cohete despegó. El centrocampista holandés aportó ese toque de frescura que tanto necesitaban en Can Barça y, con un sistema táctico fácilmente reconocible, la Liga pasó a ser la prioridad. El Celtic de Glasgow quebraría el sueño europeo y el Zaragoza haría lo respectivo en Copa del Rey, dejando a los catalanes como subcampeones domésticos y sin título mayor en el museo.

Esa primera campaña al mando del equipo había puesto en el punto de mira a Rijkaard, que dejaba puntos de luz y esperanza, pero a quien se le exigía que, a corto plazo, reivindicara las palabras que había prometido. El verano de 2004 el Club apostó por la incorporación de varias estrellas de la talla de Eto’o, Deco, Larsson, Giuly, Edmilson, Sylvinho o Belletti, que acabarían resonando en las gradas del Camp Nou. El fútbol que se vivía en el estadio había tomado un rumbo hacia la ofensiva y la efectividad y, superando las lesiones de futbolistas como Motta o el propio Larsson, la Liga cayó por su propio peso en las vitrinas de la entidad culé, que había creído firmemente en que serían ‘uno de los grandes’. La Gramenet encontró la tecla justa para dañar a sus vecinos de ciudad, eliminándolos en Copa del Rey, mientras que el Chelsea haría lo propio la temporada en que el Barcelona recuperaba su participación en la UEFA Champions League, un título que empezaba a hacerse necesidad 12 años después de la mágica noche en Wembley (1992).

Las dos temporadas que Rijkaard acumulaba en la Ciudad Condal a costa de trabajo duro y progresivo iban a surgir efecto en la mítica temporada 2005/06. La ‘vuelta’ a la gran competición europea había puesto a la plantilla en el mapa del fútbol continental y la reconquista de la Liga daba un privilegio único al conjunto que dirigía el holandés: poder disputar la Supercopa de España, una nueva oportunidad para engrandar el palmarés de la entidad. Y lo consiguieron imponiéndose al Real Betis, que no pudo con el talento y ambición desmesurada del equipo catalán.

Rijkaard lleva al Barcelona a tocar la gloria

Aunque el Zaragoza volvió a aguar la fiesta en Copa del Rey, el fútbol no pudo resistirse ante las embestidas azulgranas, que no titubearon al revalidar la Liga con catorce jornadas consecutivas venciendo, donde cabe recordar el famoso 0-3 en el Santiago Bernabéu, cuando la afición blanca se puso en pie para aplaudir a las estrellas de Can Barça, con un Leo Messi que se había abierto las puertas del universo.

Sin embargo, el punto más álgido de la temporada aún estaba por llegar: tras exhibiciones en Stamford Bridge y San Siro, el Barcelona se plantó en la Final de la UEFA Champions League ante el Arsenal, donde militaban jugadores de la talla de Henry o Cesc Fábregas. Los azulgranas, que tenían la espina clavada de la dolorosa derrota en Atenas o Sevilla, estallaron de emoción al ver que el gol de Belletti firmaba el 2-1 definitivo y regalaba al FC Barcelona su segunda ‘orejuda’ de la historia en el cielo de París. Un hecho histórico y que quedará, para siempre, en la retina de los aficionados culés. Para cerrar la temporada, Rijkaard fue galardonado como Mejor Entrenador del Mundo, por delante de José Mourinho y Juande Ramos, que dirigía al Real Madrid.

El Barcelona se proclama campeón de la UEFA Champions League en 2006 | Foto: uefa.com
El Barcelona se proclama campeón de la UEFA Champions League en 2006 | Foto: uefa.com

El equipo venía de tocar la gloria y colocarse en el centro del huracán futbolístico del planeta, pero, lejos de seguir agrandando el palmarés, la temporada consiguiente fue el ‘declive’ de la era de Frank Rijkaard como entrenador azulgrana. Pese a que se conquistó la Supercopa de España ante el RCD Espanyol en las primeras semanas de competición oficial, la tercera Liga consecutiva no pudo materializarse a causa del gol average, que proclamó al Real Madrid como dueño del título. Tampoco la Champions League volvió a viajar hasta la capital catalana, y es que el Liverpool hizo bueno el valor ‘extra’ de los goles anotados fuera de casa en los octavos de final. El Sevilla se encargó de adueñarse de la Supercopa de Europa y el Porto Alegre hizo lo propio con el Mundial de Clubes.

Lo más doloroso, probablemente, de todo el curso fue perder la Copa del Rey en semifinales ante el Getafe y es que, pese a la gran exhibición de Leo Messi, en una noche para recordar, los azulgranas no pudieron firmar su plaza en la Gran Final y terminaron con dudas, de nuevo, otro curso.

Aunque no había nada en firme sobre la mesa, la estela del técnico holandés empezaba a acabarse. El verano de 2007 la directiva que encabezaba Joan Laporta apostó una gran cantidad económica para incorporar al equipo a Henry, Touré Yaya, Éric Abidal y Gabi Milito, que parecía forjar en Can Barça una de las plantillas más competentes de toda Europa. Pese a las grandes expectativas puestas en un ‘rebufo’ del Barça, el equipo se quedó a tan solo un gol de la Final de la Champions League ante el Manchester United y parecido iba a ser el camino en Copa del Rey ante el Valencia, pese al buen juego ofrecido por los catalanes. Sin embargo, la exigencia pedida desde el banquillo no se compensaba con el rendimiento físico y las lesiones sobre el terreno de juego, que hicieron mella en la regularidad en Liga, donde el Barça cayó hasta la tercera posición.

'Adiós' a Rijkaard para que llegase Pep Guardiola

Ese fue el detonante para que el Club decidiese poner punto final a la carrera de Frank Rijkaard en el Camp Nou, que se marchaba con el recuerdo de las dos últimas temporadas, bastante desafortunadas, pero con un buen balance de títulos en comparación con donde había encontrado el equipo antes de su llegada: dos Ligas, una Champions League, dos Supercopas de España y tres Copas de Catalunya.

Sin embargo, el sello más reconocible del paso del holandés por la Ciudad Condal fue el estilo de juego con el que impregnó a los futbolistas, que hacían reconocible al equipo ante todo el continente. En total fueron 283 partidos oficiales al mando del combinado culé, con 167 victorias, 64 empates y 52 derrotas, un promedio del 59% de triunfos. Además, con las 112 victorias conseguidas en Liga, se colocó en tercera posición del ranking de técnicos azulgranas en esta competición, por detrás de Johan Cruyff (183) y Pep Guardiola (116).

Presentación de Pep Guardiola en 2008 | Foto: fcbarcelona.cat
Presentación de Pep Guardiola en 2008 | Foto: fcbarcelona.cat

Tras su marcha, en el Barcelona arrancaba uno de los veranos más misteriosos ante la llegada de un Guardiola con relativa poca experiencia al mando de un equipo del tallaje del Barcelona, pero, que lejos del miedo inicial, culminaría con un ‘sextete’ histórico en su primera campaña (2008/09).