Comenzó el verano de 2018, con el RCD Mallorca aún celebrando la salida del pozo, un mal sueño, que tan solo duró un año gracias al ascenso conseguido en Anduva. El objetivo, en la vuelta al fútbol profesional, era la permanencia, indudablemente, y más, siendo un recién ascendido. Ni los más optimistas del lugar, imaginaban lo que sucedería varios meses después. Vicente Moreno, comenzaba su segunda temporada al frente de la nave mallorquinista, tras el éxito de la campaña anterior. La llegada al fútbol profesional, provocó una remodelación en la plantilla. El club dio 10 bajas y se produjeron 11 nuevos fichajes, manteniendo la columna vertebral que le había llevado a Segunda División.

Llegaron Martin Valjent (Chievo Verona), Dani Rodríguez (Albacete), Idrissu Baba y Sergio Buenacasa (Barakaldo), Leandro Montagud (Villanovense), Pervis Estupiñán (Almería), Stoichkov (Linense), Pablo Valcarce (Numancia), Carlos Castro (Sporting), Franco Russo (Ontinyent) y Ndockyt (Getafe). La plantilla la completaban Manolo Reina, Miquel Parera, Fran Gámez, Joan Sastre, Xisco Campos, Salva Ruiz, Raíllo, Alejandro Faurlín, Ferrán Giner, Marc Pedraza, Salva Sevilla, Abdón Prats, Álex López, Lago Junior y Aridai Cabrera, que continuaban de la temporada anterior.

Comienzo esperanzador

El RCD Mallorca, comenzó la temporada con dos victorias de forma consecutiva frente a Osasuna (1-0) y Rayo Majadahonda (0-1). Este buen comienzo, se veía refrendado en la tabla clasificatoria. Los bermellones, se colocaban sextos tras golear al Tenerife (4-1) en la octava jornada. Pocas jornadas después, los bermellones sumaron la mejor racha de la temporada, tras encadenar siete partidos consecutivos sin perder, asentándose en posiciones de playoff y sumando muchos puntos. Dos derrotas consecutivas, ante Málaga (1-2) y Sporting (1-0), sacaban al equipo de dicha zona. A pesar de ello, el conjunto isleño siguió sumando, y siempre merodeaba posiciones de playoff. La primera vuelta, se cerró con una meritoria victoria ante uno de los aspirantes, el Deportivo de La Coruña (1-0), con un golazo de Lago Junior. El Mallorca llegaba al ecuador de la competición en octava posición, con 33 puntos.

Llegan refuerzos para una segunda vuelta espectacular

Con el mercado invernal, llegaban varios refuerzos a la isla: Ante Budimir (Crotone), Stojiljkovic (Braga) y Leo Suárez (Valladolid), todos ellos en calidad de cedidos. Por el contrario, futbolistas como Alejandro Faurlín, Ferrán Giner, Ndockyt o Carlos Castro, hicieron las maletas. Con el comienzo de la segunda vuelta, una racha a partir de la jornada 25, de seis partidos consecutivos sin perder (cuatro victorias y dos empates), confirmó al Mallorca como un aspirante al playoff. En la mencionada racha se produjeron dos victorias muy importantes ante Las Palmas (1-2) y Zaragoza (3-0). Tres triunfos consecutivos, a falta de cinco jornadas para el final frente a Rayo Majadahonda (2-0), Málaga (0-1) y Sporting (2-1) asentaron a los de Vicente Moreno en zona de playoff e incluso hicieron soñar con un posible ascenso directo, pero esas opciones se desvanecieron en Tarragona, frente al Nástic (2-1), en una dolorosa derrota. Solo quedaba asegurar la presencia en el playoff, algo impensable a principio de temporada, para empezar a soñar. Un empate en Son Moix, ante el Granada (1-1), certificaba la clasificación, terminando quintos la fase regular con 69 puntos y conociendo el rival para la primera eliminatoria, el Albacete.

El sueño del ascenso

El Mallorca, llegaba al playoff, sin la obligación que tenían equipos como Málaga o Deportivo, que se enfrentaban en la otra eliminatoria. Al cuadro isleño le tocaba medirse al Albacete, un equipo que no traía buenos recuerdos, ya que en ambos enfrentamientos en la fase regular, los manchegos se habían llevado la victoria. En el choque de ida, un gol de Leo Suárez, y otro de bella factura anotado por Dani Rodríguez hacían adquirir una buena ventaja para la vuelta (2-0). En el Carlos Belmonte, Jeremie Bela, con un gran gol de falta directa, adelantaba a los manchegos en el primer cuarto de hora, pero el Mallorca supo sufrir y aguantar para clasificarse para la final (1-0). Solo quedaba un último escollo: el Deportivo, que había eliminado al Málaga.

Cosas del destino, el Mallorca se iba a jugar el ascenso, ante el Deportivo, dirigido desde el banquillo por uno de los ídolos de Son Moix, Pep Lluís Martí. El Mallorca contaba con la ligera ventaja, de que el partido decisivo se jugaría en la isla. El choque de ida, en Riazor, comenzó a torcerse con el gol de Fede Cartabia, de falta directa y continuó torciéndose tras la expulsión de Marc Pedraza a poco del descanso. Ya en el tramo final del encuentro, Quique amplió diferencias con el 2-0, poniendo el ascenso mallorquín muy cuesta arriba. Pero el Mallorca creía, los jugadores creían y la afición creía en la remontada. Son Moix fue una caldera, en búsqueda de una remontada que parecía milagrosa, pero que llegó con un equipo soberbio.

Los elegidos por Vicente Moreno para hacer historia, fueron Manolo Reina; Joan Sastre, Valjent, Raíllo, Estupiñán, Idrissu Baba, Dani Rodríguez, Salva Sevilla, Aridai Cabrera; Lago Junior y Ante Budimir, con la participación de Abdón Prats, Xisco Campos y Álex López en la segunda mitad. La remontada se comenzó a fraguar con un excelente movimiento de Budimir dentro del área, que alojaba el balón al fondo de la red de Dani Giménez a los veinte minutos. Ya había que remar menos. En la segunda parte, Salva Sevilla, con un extraordinario lanzamiento de falta, desató la locura en Son Moix. El trabajo estaba hecho, eliminatoria igualada, pero la mejor clasificación en la fase regular daba el ascenso, aunque había que aguantar una prórroga.

Abdón Prats, eliminó cualquier posibilidad de prórroga tras una memorable cabalgada y un zurdazo que sorprendió a propios y extraños, a falta de ocho minutos, poniendo el 3-0 en el marcador. Son Moix estalló de alegría, aunque hubo que contener la respiración en el tiempo de descuento, con un cabezazo de Pablo Marí, que se marchó fuera por muy poco. El destino estaba escrito, el RCD Mallorca era equipo de Primera División, seis temporadas después y y tan solo una temporadas después de estar en el barro de la Segunda División B. Una gesta para la historia.