El Barça sumó ante el Atlético de Madrid de Diego Pablo Simeone su tercer empate liguero en los últimos cuatro partidos y dijo prácticamente adiós a la consecución de un nuevo título para sus vitrinas, algo que depende a día de hoy del Real Madrid. Los de Quique Setién mostraron en el primer tiempo una imagen notablemente superior a la que defraudó en Vigo o en las últimas jornadas del campeonato, pero dos tantos de penalti por parte del conjunto colchonero les privaron de alzarse con una nueva victoria. Leo Messi, alcanzando su gol número 700 con la zamarra culé también a balón parado, y un desacomplejado Riqui Puig lideraron a los suyos para salvar el empate.

Lavado de imagen con el 4-4-2

Tras el empate en Vigo, Quique Setién quiso estimular al equipo a través de un cambio de dibujo que dejaba al Barcelona con dos delanteros puros. En el banquillo volvía a quedarse Antoine Griezmann, que junto a Arthur volvía a relegar la titularidad a un Riqui Puig que no se escondió en absoluto. Acompañaban al centrocampista del filial tres pivotes férreos como son Arturo Vidal, Rakitic y Sergio Busquets, quienes aguantaron en el centro del campo la garra del Atlético de Madrid.

Comenzó dominante y serio el Barcelona, buscando desde el primer minuto la meta rival a través de las combinaciones entre Riqui y Leo Messi. El argentino, escorado a la derecha, intentó desequilibrar en todo momento a la defensa colchonera y rozó en sendas ocasiones su gol 700. Cuando estuvo más cerca fue precisamente en el adelanto culé, surgido de un taconazo de Vidal que rebotó en la mano de Felipe Luis y un posterior servicio diabólico del argentino que acabó en la meta de Oblak por gracia de Diego Costa. Por su parte, el Atlético puso sus esperanzas en un renacido Yannick Ferreira Carrasco, quien llevó en todo momento el timón colchonero, y provocó precisamente el tanto de la igualada. Un empate que llegaría en forma de polémica, no tanto por la acción que lo provocó, un penalti prácticamente indiscutible de Arturo Vidal sobre el futbolista belga, sinó por como se desarrolló. Con su traje de héroe habitual, Marc André Ter Stegen logró parar la pena máxima de Diego Costa, pero lo hizo adelantado a la línea de meta. Saúl se encargó de enmendar el error de su compañero de equipo para subir el 1 a 1 en el marcador. 

Un empate que sabe a poco

Con el gol en contra, un cúmulo de indecisiones se infiltraron en el juego culé, no tan preciso como al inicio del encuentro, cuando el Barça fue amo y señor del partido. Setién basó sus opciones en el de siempre, un Leo Messi que partía escorado desde la derecha como en los viejos tiempos y que capitalizó junto a Nelson Semedo y a Riqui Puig las ofensivas azulgranas. En el tramo final del primer tiempo, le faltó frescura e iniciativa al conjunto culé, lo que propició llegar al descanso con tablas en el marcador.

Tras el paso por vestuarios, el Barça volvió a insistir en el dominio y en la posesión del balón para lograr adelantarse de nuevo en el marcador, también a balón parado. El segundo tanto azulgrana llegó en forma del gol número  700 que tanto anhelaba Leo Messi en los últimos partidos, a lo “Panenka”, o a mejor dicho, a lo Messi. Un toque suave le bastó al "10" argentino para batir con parsimonia a Jan Oblak y culminar otra cifra redonda en su historial como culé. Por debajo en el marcador, Simeone recurrió a dos de sus bazas ofensivas en el banquillo: Joao Félix y Morata. Ambos dieron profundidad al juego rojiblanco y se las empeñaron para dificultar la creación de un Barça que se fue deshinchando con el paso de los minutos. De hecho, el Atlético logró su enmienda de volver a empatar el duelo gracias a un nuevo penalti, esta vez señalado sobre un gran Ferreira Carrasco y del que salió señalado el lateral portugués Nelson Semedo.

Tras el empate, tardó y mucho Quique Setién en agitar a su equipo, conforme con la imagen que estaban dando sus futbolistas sobre el terreno de juego. La reacción llegó tarde en forma de los testimoniales Antoine Griezmann y Ansu Fati que apenas saltaron al verde. Ambos poco pudieron aportar a un conjunto culé que se iba fundiendo con el paso de los minutos, despidiéndose prácticamente de un nuevo título liguero, que a día de hoy depende únicamente del gran rival, el Real Madrid.