Si alguien le dice Marco Asensio aquella desgraciada noche de julio en la que cayó lesionado de gravedad en un amistoso que antes de finalizar la presente temporada volvería a disfrutar de la sensación de ser titular con el Real Madrid, lo tacharían de loco. Sin embargo, las extraordinarias circunstancias que han envuelto a esta campaña han permitido que el balear, 420 días, volviera a verse apuntado en la pizarra de Zidane como parte del equipo inicial.

La recuperación de Asensio sigue creciendo paso a paso para su vuelta a la absoluta normalidad y el partido de San Mamés puede ser un punto de inflexión. Primera titularidad y más de una hora de partido para un jugador que hace unos meses apenas había empezado a tocar balón sobre el césped. 

Después de disputar minutos ante Valencia, Real Sociedad, Mallorca y Getafe, siempre entrando desde el banquillo, esta vez le ganó el puesto a jugadores como Bale o James y salió desde el inicio. Una titularidad que se produce en un partido esencial que podía ser decisivo para la consecución de la Liga para el Real Madrid, una muestra más de la confianza ciega que tiene el técnico francés en él.

Una confianza que el mallorquín le devolvió sobre el terreno de juego porque se echó el equipo a la espalda en la primera mitad. En sus botas estuvo la primera ocasión clara del Real Madrid tras un disparo de falta que obligó a Unai Simón a sacar una buena mano. Pocos minutos más tarde, puso un centro delicioso, de los que solo él sabe sacar con una parábola imposible para cualquier defensa que Rodrygo no acertó a rematar. Un centro muy parecido al que puso a Benzema poco antes de llegar al descanso. Ya en la segunda parte, con el calor apretando y los dos equipos fundidos, Asensio fue sustituido en el minuto 72. Buenas sensaciones del balear que se antoja vital para los próximos compromisos madridistas.