Si ya se disipaba misión imposible, el Barcelona de Quique Setién acabó de tirar por la borda sus opciones de alzarse con su tercer título liguero consecutivo tras ceder en el Camp Nou ante el Osasuna de Jagoba Arrasate una derrota que pesa más en lo anímico que en lo inmediato. El conjunto rojillo logró en el tiempo de descuento ahondar en la herida culé propiciando de manera automática el título liguero de un Real Madrid que sí hizo los deberes ante el Villarreal. Sólo Leo Messi, autocrítico tras la derrota ante la tormenta europea que se avecina, fue capaz de perturbar la meta rival en otro duelo para el olvido sobre el césped del Camp Nou.

Rotaciones y susto

Pese a la obligación de alzarse con los tres puntos para seguir teniendo alguna opción de remontar el vuelo en la Liga y arrebatar el trofeo al Real Madrid en la última jornada, la visita del undécimo clasificado de la Liga Santander invitaba a Quique Setién a relajar la guardia y sentar a algunos de los pesos pesados en el banquillo. El técnico cántabro volvió a dar la oportunidad a Riqui Puig y Ansu Fati para ganarse un puesto junto a hombres como Martin Braithwaite o Junior Firpo, prácticamente ausentes en la recta final de campeonato. Ante un posible tropiezo del Madrid ante el Villarreal, Setién optó por mantener a tres de los intocables con el fin de preservar los tres puntos. Messi, Ter Stegen y Gerard Piqué volvieron a ser de la partida una vez más, pese a no poder cantar otra vez victoria.

Ni el capitán, ni el meta ni el central lograron evitar el mal trago del primer gol visitante a los quince minutos de partido. Roberto Torres se encargó de dejar caer el jarro de agua fría sobre la defensa culé y poner en evidencia el renqueante inicio de los hombres de Setién rematando un pase generado por el exazulgrana José Arnáiz. Había avisado el Osasuna con algun que otro asomo al contraataque, mientras que el Barça llegaba a la meta rival con tímidos centros que apenas encontraban rematador. De hecho, los azulgrana tan sólo encontraban rozar la red de Sergio Herrera con los disparos de falta de Leo Messi, que no tuvo fortuna en el primer tiempo. El argentino se instauró en la banda derecha dejando el centro del ataque para Braithwaite y la izquierda para un tímido Ansu Fati, lo que auguró un papel secundario para el capitán azulgrana durante los primeros 45 minutos. Se llevó el equipo a sus espaldas Riqui Puig, que trató de congeniar con el centro del campo que formaban Sergi Roberto y Rakitic con poca lucidez. 

Messi maquilla la sentencia

Poco pudieron hacer Luis Suárez y Arturo Vidal para mejorar la imagen del Barcelona tras el descanso. El de Setién era un equipo descompensado y sin apenas ritmo sobre el césped que esperaba una nueva genialidad de su gran figura, Leo Messi. Frente a la resistencia del Osasuna, que observaba sin complejos los centros que llegaban a su área, el argentino volvió a frotar su lámpara para lograr el empate a balón parado. En su tercer intento, el astro argentino logró convertir una de sus parábolas para batir a Herrera por alto y sumar el tanto culé. El gol del Barcelona fue por minutos un síntoma de reacción para los de Setién, que tuvieron en una posición inválida de Luis Suárez la oportunidad para dar la vuelta al marcador. 

Al segundo tanto anulado por el VAR se le sumaría en el minuto 76 la expulsión de Enric Gallego por un codazo a Clement Lenglet, dejando al Osasuna tocado y con un hombre menos. Setién respondió a la superioridad numérica dando entrada a Frenkie De Jong para tratar de dar frescura al juego culé. El intento se quedó a medias, pues el Osasuna logró en el tiempo añadido dar la campanada y arrebatar de pleno el título a los azulgranas, tras un partido con más penas que gloria y que deja un sabor amargo de cara a la recta final de la UEFA Champions League que asoma en el horizonte.