Llegó la décima victoria consecutiva para el Real Madrid. El pleno absoluto tras la vuelta por el confinamiento. Una racha perfecta que ha acabado dándole el título de Liga, el número 34, tan ansiado, tal y como demostró Zidane con sus palabras al término del partido otorgándole más importancia incluso que a las Champions conquistadas. Pocos conocen más que el francés la enorme dificultad que supone ganar un campeonato como el liguero en el que la regularidad, la constancia y la palabra equipo adquieren más importancia que nunca. 

El conjunto blanco acabó alzando una Liga muy especial. Posiblemente uno de los trofeos más especiales de la historia por las circunstancias en las que se ha desarrollado. Una Liga que parecía que nunca iba a acabar o que iba a terminar desierta y que, finalmente, se marcha para las vitrinas del futuro Santiago Bernabéu. Unas circunstancias singulares que han hecho que, precisamente, este estadio no sea el lugar en el que el equipo madridista haya celebrado su título.

Las obras del feudo blanco sumado a necesidad de jugar los encuentros a puerta cerrada han motivado que el estadio Alfredo di Stéfano sea el hogar en el que el flamante campeón doméstico ha celebrado su campeonato. Nadie nunca pensó que la sede de la Ciudad Deportiva, allí donde juega sus partidos el filial blanco, acabara viendo cómo el primer equipo levanta al cielo de Madrid nada menos que una Liga

Se trata así del tercer estadio que ve, como local, al Real Madrid proclamarse campeón después de que sucediera en el antiguo Chamartín y en el Santiago Bernabéu. Un sitio especial para una temporada muy especial y que sirve además como homenaje al que fue el mejor jugador de la historia madridista.