El respeto que había en torno a la figura de la AS Roma y de Nicolo Zaniolo era comprensible. Superado el encuentro ante los 'Giallorossi' con relativa sencillez, llegaba el temeroso ataque de Molineux, el del Wolverhampton Wanderers. El resultado fue parecido; sin excesiva holgura pero con la sensación de haber invalidado las virtudes de los “lobos“ y de, por supuesto, haber sido claramente superior. 

Es el sello de Julen Lopetegui, de quien todo el sevillismo es ahora seguidor a pesar de las dudas con las que arribó a la capital hispalense hace poco más de un año. Que los lobos hayan quedado en tiernos corderos no es casualidad, es la mano del técnico de Asteasu, que aún sin tener el ataque más brillante ha vertebrado su idea de equipo alrededor de la defensa y el orden. 

Todos estaban avisados y eran conocedores de la explosividad de Adama Traoré, de la letalidad de Raúl, de la creatividad de Neves o de la llegada de Doherty. Pero toda esa exuberancia grupal quedó reducida a quince minutos, que fue lo que tardó el Sevilla en enchufarse. 

Teniendo en cuenta que ambos equipos salieron con centros del campo de perfiles similares -dos hombres creativos más uno especialmente de contención-, lo único que diferenciaba de entrada a Sevilla y a Wolves eran los tres defensas ingleses por los dos españoles.

La tropa de Nuno salió con la propuesta que le ha hecho escalar progresivamente desde la Championship hasta la élite. El ataque por las bandas y las contras fueron las vías con las que los británicos podían hacer daño alguno a los sevillistas. La acción que provoca el penalti contra el Sevilla es el principal ejemplo de lo anterior, pero no es el único, puesto que a los pocos segundos de arrancar Raúl remata un centro lateral. 

Así pues, el Sevilla fue expandiéndose sobre el verde de Duisburgo con la posesión de pelota, el único arma que los Wolves le dejaron. Con el paso de los minutos, la presencia de Banega era cada vez más notoria. Y ya se sabe, si Ever está inspirado, que tiemble el rival. Con el argentino, entraron a escena hombres como Suso, que con sus entradas de fuera hacia dentro provocaba en la defensa contraria resquicios por los que podía circular la pelota. Con los lobos mellados, el dominio andaluz se acrecentó hasta el punto de no comprender cómo podía campar la igualada en el luminoso. 

Metidos de lleno en la segunda parte, salta a la vista un movimiento táctico fundamental: la caída de Banega al costado izquierdo y el cambio de rol de Lucas Ocampos, que se adhirió a la punta de ataque con En-Nesyri. Con Ever repartiendo juego prácticamente desde la banda, Fernando como muro en el medio, Suso de fuera hacia dentro y con Ocampos como otro efectivo en la delantera, quedaba insistir. 

Mejor tarde que nunca. A los 88' llega el definitivo 1-0 de Ocampos, que cabeceó a las mil maravillas el envío de Banega, que encumbró su actuación con la asistencia. El pase a semis se fraguó con orden. Sobre todo a la hora de situarse en el campo  en defensa y de mover el esférico. 

Ahora espera el United de Pogba, Rashford, De Gea, Greenwood, Wan-Bissaka o Martial entre otros. Un equipo al que ya se ha vencido en otras ocasiones.