Llegó una de esas noches mágicas en la historia sevillista. Uno de esos partidos que hacen bordar un nombre a fuego en Europa. Noventa minutos que el Sevilla ya ha jugado muchas veces, y tras los que suele sonreír con una victoria en su haber.

La de la noche del domingo era una lucha entre dos grandes, que buscaban un billete a esa ansiada final. Un Sevilla pentacampeón, al que el himno de la Europa League ya le suena a gloria, y un Manchester United que quiere volver a hacerse grande en el viejo continente.

Lopetegui no quiso inventar y repitió la alineación con la que batió a Roma y Wolverhampton. Solskjaer tampoco sorprendió, y sacó a los once que tan buenos resultados le están dando tras el parón, con Bruno Fernandes como referencia.

Los primeros minutos no auguraban nada bueno para los hispalenses. Los ingleses impusieron la calidad de sus atacantes, y Diego Carlos cometió una pena máxima sobre Rashford, que convirtió con mucha clase Bruno Fernandes.

@ManUtd
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Tras el 0-1, los hombres de Lopetegui lo pasaron mal unos veinte minutos, en los que parecía que los Red Devils podían aumentar su ventaja en cualquier momento. Sin embargo, supieron reponerse y consiguieron empatar la contienda con una gran combinación.

Ocampos abrió el balón a un Reguilón que no ha dejado de correr la banda en los noventa minutos. El lateral cedido por el Real Madrid levantó la cabeza, y metió un pase perfecto que pasó por delante de Maguire y Lindelof, y llegó a la zurda de un diestro, Suso, que la clavó por el palo corto de un De Gea que poco pudo hacer.

foto: @sevillafc
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La primera mitad terminó con el Sevilla yendo a más, pero sin generar más oportunidades claras. Habían hecho lo más difícil, empatar el partido y frenar el tornado mancuniano. Ahora quedaba culminar una noche inolvidable, de esas en las que el cielo de Europa se pinta de rojiblanco.

Los veintidós futbolistas titulares salieron del túnel de vestuarios, dispuestos a encarar la segunda mitad. Pero si hubo un hombre que sobresalió entre todos, fue Bono, el guardameta marroquí del Sevilla, que salvó a su equipo en repetidas ocasiones.

Foto: @sevillafc
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Tres intervenciones suyas de muchísimo mérito, permitieron al equipo andaluz salir vivo de los peores quince minutos del encuentro, en los que se vio con el agua al cuello y a punto de ahogarse.

Julen no lo veía claro, y antes de que se cumpliese la hora de partido, dio entrada a Luuk de Jong y a Munir, que revolucionaron el ataque entrando por En-Nesyri, y un tocado Lucas Ocampos.

A doce minutos de la prórroga, Jesús Navas sacó su guante del cajón, y se sacó de la manga un centro medido que superó de nuevo a la zaga red. En el lugar adecuado estaba Luuk de Jong, que tras dejar muchas dudas en ciertos tramos de la temporada, se convirtió en el héroe de la noche junto a Bono.

@sevillafc
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Los doce minutos restantes, y los seis de añadido, pasaron sin mayores dificultades para el Sevilla, que luchó cada balón, y se dejó la piel en cada jugada. El último cuero lo defendió justamente Banega, que tras recibir falta escuchó desde el césped como el árbitro certificaba el pase a la gran final.

Así acabó un nuevo partido épico, con el que los de Nervión han alcanzado su sexta final de la competición, y todos recuerdan címo acabaron las cinco anteriores. El lunes por la noche, a las 21:00 horas, Inter y Shakthar Donetsk se batirán para decidir el finalista que se verá las caras con los andaluces el próximo viernes, en un encuentro que puede coronar por sexta vez al rey indiscutible de la Europa League.