Después de tener al planeta fútbol en vilo durante más de una semana, Lionel Andrés Messi se ha pronunciado por fin este viernes acerca de su futuro en el Fútbol Club Barcelona. En una entrevista en Goal.com, el rosarino ha anunciado su continuidad como futbolista y capitán de la entidad azulgrana, que contra todo pronóstico seguirá disfrutando de su jugador franquícia cumpliendo con lo que le queda de contrato. La decisión final del astro culé de seguir defendiendo el escudo de su vida hasta que expire su contrato, en verano de 2021, llega tras un cúmulo de malentendidos judiciales dentro y fuera del club que han puesto en duda la complicidad entre la directiva y el jugador en las últimas semanas. 

Que Messi haya accedido a no aferrarse al burofax que transmitía el pasado 26 de agosto a la secretaría culé no significa, sin embargo, que exista complicidad entre ambas partes. El propio futbolista se ha mostrado, como ya lo había hecho en más de una ocasión durante esta pasada temporado, molesto con la gestión del equipo catalán, que el pasado 15 de agosto sufría una de las mayores derrotas de su historia en la UEFA Champions League, pero sobretodo con la directiva, que al parecer le había prometido no poner trabas a una hipotética salida a final de temporada. La fatídica derrota de Lisboa ante el Bayern de Múnich no fue ni mucho menos el punto de inflexión que llevó a Messi a decidir dejar el Camp Nou, sinó que era una decisión premeditada desde hacía tiempo, tal y como ha desvelado el argentino en su última entrevista.

Lisboa, el colofón de la decepción europea

La gestión deportiva de la directiva liderada por Josep Maria Bartomeu y capitaneada primero  se puso ya en duda primero en Roma y más tarde en Anfield, dos de las derrotas más duras del conjunto catalán en el viejo continente. La incapacidad de reacción ante estas dos debacles consecutivas hizo que Messi dejara de creer en un proyecto sin rumbo. Sin embargo, y ante la decisión ya tomada de abandonar a los suyos a final de temporada, el rosarino volvió a echarse al equipo a sus espaldas en un año convulso marcado por el relevo en el banquillo y la complicada situación sanitaria del COVID-19. En Lisboa, la esperada fase final en la que se esperaba la mejor versión de los culés, se escribió la más oscura de las páginas de la historia del club azulgrana, lo que vistió de luto a toda una afición, y en especial a su capitán. 

Una semana más tarde, llegaba la exclusiva en la que Leo Messi anunciaba mediante un burofax que era el momento de cambiar de aires y dejar paso a una nueva generación. La etapa del capitán en Can Barça, marcada por la dolorosa derrota ante el Bayern de Múnich, parecía vivir sus últimos días, pero sobretodo fijaba los ojos en la mala gestión de una directiva especialmente salpicada por la derrota de Lisboa. El desencuentro del "10" con los despachos no viene de nuevo, pues decisiones desacertadas como la salida de Neymar Junior, fiel amigo de Leo Messi, y su "no regreso" a la entidad azulgrana, junto al intento de llenar su hueco con las llegadas de Ousmane Dembelé o Philippe Coutinho, pusieron en duda la lealtad del máximo exponente culé de todos los tiempos. Finalmente, y como tantos rezaban en las últimas horas, Messi no ha querido estropear su efímera relación de 20 años con el club de su vida con una decisión, la de dejar el Camp Nou con contrato en vigor, que podría acabar en los tribunales y ha preferido poner fin a su reinado de la mejor manera posible.