Se acabó. La historia del Luis Suárez y del FC Barcelona ha llegado a su fin. Seis años después, el uruguayo se despide del equipo que confío ciegamente en él a pesar de la oscuridad que se cernía sobre su carrera. La famosa acción con Chiellini en el Mundial 2014 de Brasil le colocó en el disparadero. La FIFA le impuso una sanción que lo desterraba de cualquier clase de actividad relacionada con el fútbol durante cuatro meses, incluyendo la prohibición de entrar a cualquier estadio durante ese período. El TAS reculó, permitiéndole, al menos, entrenar con el que sería su nuevo club, aunque le mantuvo los nueve partidos de sanción con la selección uruguaya. A pesar del delicado precedente que le antecedía, y de tener que esperar hasta octubre para volver a verlo vestido de corto, la entidad apostó por su fichaje. 81 millones lo llevaron a la Ciudad Condal desde Liverpool. Su debut se alargó hasta el 25 de octubre. Aquel día, el equipo viajaba al Santiago Bernabéu. Su hambre por regresar se terminó mezclando con un agridulce 1-3 que los blancos endosaron a los azulgranas.

Los inicios no fueron fáciles. La psicología se apoderó de la situación. El uruguayo se ofuscaba en la búsqueda de un primer gol que no llegaba. Finalmente, abrió la lata frente al Apoel en Champions. Su celebración denotó lo que llevaba dentro: un cúmulo de rabia, ira y frustración que se habían apoderado de él. 393 minutos después de saltar al campo en el Bernabéu abría su casillero como jugador del FC Barcelona con un golazo que sería reflejo de lo que llegaría después: amago, control, taco-caño de espaldas y definición. Se desquitó del yunque que lo lastraba, y por fin, Suárez volvió a ser Suárez.

FOTO: VAVEL Images
FOTO: VAVEL Images

9 de época

El delantero comenzó a sentirse cómodo sobre el verde. Escoltado por Messi y Neymar en las bandas, los tres compondrían la delantera más mortífera que mis ojos hayan visto. La MSN se consagró con aquella imagen frente al Atlético de Madrid donde se fundieron en un abrazo tras el 3-1. La andadura hacia el segundo triplete se inició con aquella icónica postal que reflejaba la conexión de los tres futbolistas. Su amistad se trasladó al terreno de juego, y Suárez encontró el ecosistema perfecto para convertirse en el gran delantero del momento.

Sus dobletes en el Etihad y París camino de Berlín, donde también dejó su sello, aun perduran en la memoria del aficionado. Un póquer en Riazor, el penalti a lo Cruyff, un taconazo memorable al Mallorca, o los once goles al Madrid, entre ellos un hat-trick, de los muchos que logró durante su periplo como azulgrana, componen parte de su interminable catálogo de registros. Con la derecha, izquierda, de cabeza, desde fuera del área, de chilena, de tijera, de volea, de primeras, de vaselina, con el exterior, con la puntera, con caños y amagos de por medio…

La MSN, la delantera que atemorizó Europa / FOTO: VAVEL Images
La MSN, la delantera que atemorizó Europa / FOTO: VAVEL Images

El repertorio del que disponía el charrúa le convertían en el pistolero más temido de Europa. Su instinto le permitían acechar expectante ante cualquier balón que apareciese cerca de sus dominios. A su arsenal ofensivo hay que añadir su inconmensurable sacrificio ejerciendo como primer defensor. Presión al rival en la salida de balón, coberturas y auténticas contiendas con los defensores rivales. En cada partido, Suárez iba a la guerra. Asimismo, su visión, juego de espaldas, la capacidad para ocupar espacios, así como el círculo de futbolistas que le rodeaban, le transformaron también en un gran asistente. Un soldado que cualquier ejército querría tener en el frente.

El Atlético de Madrid ha fichado a un delantero que, como concepto, necesita para luchar por títulos: un goleador.

La MSN se fracturó con la salida de Neymar, pero la sociedad de Leo y Suárez perduró hasta aquel 2-8, el último partido de la sociedad más goleadora de la historia del club. La amistad se trasladó al terreno de juego, donde quedó impregnada una conexión especial. Cuando Leo sorteaba rivales, Suárez aparecía con espacios para anotar. Cuando Suárez estaba preso entre las líneas enemigas, una triangulación dejaba a Leo con el gol en bandeja. Su presencia era una verdadera pesadilla para la zaga.

La sociedad sudamericana se separa tras seis campañas ligadas al gol / FOTO: Noelia Déniz
La sociedad sudamericana se separa tras seis campañas ligadas al gol / FOTO: Noelia Déniz

Noches mágicas copan las páginas del uruguayo durante su etapa como futbolista del Barcelona. Todas ellas acompañadas por la especial efusividad del aficionado ante la redención del hombre que, partido tras partido, y gol tras gol, logró disipar los fantasmas del pasado. Tal fue su voracidad, que el ariete arrebató como culé una Bota de Oro a Leo Messi y Cristiano Ronaldo (ganó antes una en el Liverpool) en la temporada 2015-2016. No hay rival que no haya claudicado frente a él. Desde Real Madrid, Atlético, Valencia, Sevilla o Juventus, pasando por PSG, Bayern o Manchester City. Sin embargo, las aciagas noches europeas también están presentes. Los fracasos y eliminaciones le convirtieron en objeto de las críticas, especialmente, por conservar desde 2015 su sequía a domicilio en Champions. Su mal estado físico por momentos, sumado a sus problemas de rodilla, le lastraron hacia sus versiones más grises sobre el campo. Con 33 años, dos operaciones de rodilla, una en mayo del año pasado y otra en enero del actual, tras la humillación de Lisboa la directiva le señaló, obligándole a abandonar Can Barça, previo beneplácito de Ronald Koeman. Una llamada de menos de dos minutos del holandés abrió la puerta de salida a un mito azulgrana. Messi se queda sin su mejor socio, y el Barcelona sin un jugador que le promediaba una treintena de goles por curso. Desde arriba se dejó de tener fe en él, y el tiempo les dará o les quitará la razón.

El repertorio del que disponía el charrúa le convertían en el pistolero más temido de Europa.

La despedida, cargada de emociones, ha estado lejos de la categoría que atesora el mejor delantero centro de la historia del club. Seis años han bastado para que forjara con letras doradas su nombre en la memoria del aficionado, que ha inundado de cariño a un delantero que jamás olvidará.

Un nuevo desafío

El uruguayo emprende una nueva aventura lejos del condado barcelonista. El ánimo de revancha apunta la intrínseca motivación que corre por sus venas. Simeone será ahora su guía, y en su mano está recuperar su mejor versión. Tras la marcha de Morata, y con el escaso bagaje goleador del equipo, Luis llega con la misión de volver a golear. Sus 21 tantos la pasada temporada son uno más de los que aportaron Morata y Diego Costa a la disciplina madrileña. El Atlético de Madrid ha fichado a un delantero que, como concepto, necesita para luchar por títulos: un goleador. A diferencia de sus antecesores, al charrúa se le caen los goles. Su enérgica contribución tanto ofensiva como defensiva ha motivado un éxtasis en el Metropolitano, que confía ciegamente en el compromiso y entrega de su nueva incorporación.

  • ¿Encajará Suárez en el Atlético?

Joao Félix por detrás de él, actuando con libertad, surtiéndole de balones y trabajando para el ariete aguarde en el área su oportunidad. Carrasco a la izquierda. En la derecha, un medio de corte creativo y defensivo (Koke, Saúl) o un activo ofensivo (Correa, Marcos Llorente). Mientras tanto, Suárez arriba presionando el primero y favoreciendo con sus movimientos a Joao. Si está a un buen nivel físico, y sus números son similares a los de años anteriores, su llegada puede suponer un salto cualitativo a la escuadra colchonera. Atesora todo lo que el técnico argentino demanda de un delantero: sacrificio, lucha, efectividad y cualidades defensivas. La pregunta se responde sola. Si unimos todo, el éxito parece asegurado.

En su tiempo, fue el Barça quien le dio la oportunidad. En aquel momento, la aprovechó dejándose la piel por el escudo que portaba a la izquierda de su pecho. Ahora es el Atlético quien le ha colocado en esa tesitura.

198 goles después. 97 asistencias. Una Champions. Cuatro Ligas. Un pichichi. Una bota de oro. Cuatro Copas del Rey. Dos Supercopas de España. Un Mundial de clubes. Una Supercopa de Europa. Tercer máximo goleador de la historia del club. 283 partidos después Luis Alberto Díaz Suárez pasa de ser futbolista del Barcelona a convertirse en una leyenda.