Uno de los temas de conversación más latentes en el mundo del fútbol es el de deporte femenino. Las protagonistas de este último protestaban hacía unas semanas por el hecho de no compartir las mismas condiciones que sus compañeros. Mientras que ellos ya han reanudado la actividad futbolística con las primeras jornadas de la liga nacional, ellas tendrán que esperar todavía un poco más

No es un secreto que mucha gente no ve el fútbol femenino como un equivalente al fútbol masculino. Dicen que porque no han tenido una base sólida, con grandes canteras e importantes comienzos. Sea como sea, es indudable que las jugadoras que a día de hoy están luchando por esos derechos que tienen sus compañeros y que deberían compartir, han tenido que sacrificar mucho también para estar en lo más alto del fútbol español. Y sino, que se lo pregunten a Mariona Caldentey. 

Sus inicios en un equipo de chicos


Mariona es una de esas jugadoras que tienen el fútbol en el ADN. Como ella misma ha admitido, "quería jugar a fútbol casi desde que tengo memoria, era algo que vivíamos mucho en casa". Es por eso que dio sus primeras patadas al balón en el equipo de fútbol sala de su pueblo, Felanitx, que la acogió a la temprana edad de seis años; y ella devolvió esa confianza depositada en forma de trofeo: el campeonato de España de la categoría de prebenjamín. 

No es rara la historia de futbolistas que se iniciaron en este mundo del fútbol jugando en equipos únicamente de chicos, en las que ellas eran la excepción. Mariona comparte ese origen, pero lo cierto es que ella siempre se sintió "una más". Sus compañeros la trataban como lo que era: una persona que compartía la misma pasión que los demás del equipo. 

Quien algo quiere, algo le cuesta. Mariona compaginó sus estudios con el fútbol (se dividía entre Manacor y Felanitx) a la perfección. "Mariona es muy constante, muy organizada. De pequeña salía a las cinco de clase y antes de irse a entrenar ya tenía los deberes hechos", contaba su madre, Maria. De hecho, además de sacar buenas notas en el colegio, en Manacor consiguió un amplio palmarés: tres copas, tres ligas y tres campeonatos de Baleares.

Del fútbol mixto al fútbol femenino

Mariona, de siempre acostumbrada a simplemente disfrutar de lo que hacía, no notó de manera significativa el cambio al fútbol femenino. "En general no deja de ser lo mismo, es un equipo de personas, un grupo que entrena y trabaja para lo mismo", admitía. 

Hasta ahí todo bien. El problema empezó cuando, al aumentar el nivel de exigencia en el terreno de juego, el cuerpo de Mariona respondió con una lesión. "Creo que son el obstáculo más difícil para cualquier jugador", decía ella misma. Sin embargo, haciendo gala de lo que había sido su recorrido en el fútbol, cada vez que se ha lesionado, ha vuelto para demostrar que merece estar donde está. 

La recompensa llegó en 2014, cuando la mallorquina abandonaba su casa para dirigirse a la Ciudad Condal a jugar en el F.C Barcelona. Quedó claro que las lesiones que la habían acompañado hasta entonces solo habían sido mala suerte, porque el mismo año que se enfundó la camiseta azulgrana, se hizo con su primer título. Desde entonces no ha hecho más que crecer. Lo ha conquistado todo con el club en el que se ha consolidado como una pieza fundamental; de hecho, ella y sus compañeras han hecho historia, pues el Barça fue el primer equipo español en llegar a una final de la Women's Champions League. 

Y por si eso fuera poco, la delantera azulgrana también ha construido una carrera como internacional con la selección española. Comenzó desde abajo, con la sub-19, y ahí ya consiguió proclamarse subcampeona de Europa. El siguiente paso fue la sub-20, y finalmente debutó con la absoluta, haciéndose con la Copa de Algarve. 

Los sueños se cumplen. Mariona lo sabe, que se propuso jugar un Mundial absoluto y en 2019 pudo tachar ese objetivo de su lista personal. Lo que es seguro es que Mariona, con la gran carrera que lleva a sus espaldas, tendrá tiempo para proponerse muchos retos más. Y, sobre todo, para cumplirlos.