Concentrado, con el rostro pensativo, el guardameta Dídac Plana comenzaba el calentamiento contagiado del silencio atroz que vestía las gradas del Palau Blaugrana. Sin público, pero con el corazón de los ‘culés’ latiendo con fuerza desde la distancia, el arquero de Arenys de Mar saltaba a la fría pista elaborando ese trayecto introspectivo tan propio de los centinelas. Acompañado en todo momento de Miquel Feixas, camarada en la garita, Dídac se internaba en un universo de reflexión intentando resguardar todos los razonamientos en un lugar seguro lejos del dominio de la mente. A cuarenta minutos de rozar la gloria, el arquero catalán intentaba eludir cualquier concepto susceptible de cavilaciones y brindar al cuerpo la ligereza y rapidez necesarias para afrontar el desafío.

Desde que el colegiado Saša Tomić marcara el inicio del encuentro, Dídac conmutó su fortaleza interior en un recital inmaculado sobre la pista del Palau. En un arranque disputado con ambos equipos mostrando el respeto propio de una final de la Champions League, el cuadro de Andreu Plaza suprimía la presión con dos goles en los primeros diez minutos de juego para adelantarse en el electrónico. Sin embargo, lejos de otorgarles la efeméride la tranquilidad merecida, los azulgranas comenzaron a depositar en Dídac Plana cualquier esperanza de levantar el codiciado laurel.

Dídac Plana en el Palau ante ElPozo Murcia. Foto: Noelia Déniz, VAVEL

Un concierto bajo palos

Asfixiados por las embestidas de ElPozo Murcia tras solicitar Diego Giustozzi el primer tiempo muerto en el Palau, el meta azulgrana sostuvo todas las opciones del FC Barcelona de llegar con la misma ventaja al entreacto. Mostrando el liderazgo necesario desde su cuartel, la serenidad del ‘1’ azulgrana comenzó a propagarse desde que evitara el primer tanto de los visitantes con los disparos de Matteus Reinaldi primero y Pol Pacheco poco después. Abajo, como mandan los cánones, salvaba de forma continuada a un equipo sostenido en unos reflejos de infarto.

El sueño de aquel niño de 15 años que aterrizaba en el equipo cadete del Barça comenzaba a dibujarse en el Palau consciente de los veinte minutos terribles que todavía pactaban en el horizonte. Del difícil reto de suplir a Paco Sedano tras su vuelta al Club en verano de 2018 a tocar con la yema de los dedos su primer título europeo. Sublime, firmando una segunda parte celestial, el guardameta catalán recuperaba las buenas sensaciones descorchadas en el primer tiempo sujetando con vida al buque catalán. Y es que pese a no poder evitar el golazo de Léo Santana en los primeros compases tras la reanudación, Dídac volvió a encargarse de deshacer las intentonas de los visitantes de colocar las tablas en el luminoso.

Dídac Plana en el primer tiempo frente a ElPozo Murcia. Foto: Noelia Déniz, VAVEL

Marcel, Léo Santana y 'Cholo' Salas tropezaron con el aura de salvación urdida por el cancerbero local. Y de nuevo, con el crono descontando el último lapso de tiempo, el areñense descorchaba la décima de temple y valor necesaria explotando todas sus extremidades para evitar el empate. ElPozo Murcia lo tuvo todo para doblegar el marcador, pero para ganar la gran final de la UEFA Futsal Champions League había que batir primero a Dídac Plana.

Convertido en ídolo y héroe a partes iguales sostuvo al equipo con elegancia. Sujetó todas las emociones como un nudo en la garganta. Destapó una audición de paradas para auxiliar al FC Barcelona de fútbol sala en la final. Era el momento que siempre había estado esperando desde que se regresara a casa en 2018. Y ahí estaba. La tercera Champions del Barça. La primera en su palmarés. El premio al trabajo y la constancia de un héroe que no necesitó de ninguna capa para colarse en el Olimpo de los altísimos.

Dídac Plana celebrando el título con sus compañeros. Foto: Noelia Déniz, VAVEL