1 de noviembre. Día de Todos los Santos para unos. Resaca de Nueite d´Ánimas para otros. Sea cual sea la religión, bien es sabido que el primer día del penúltimo mes del año tiene una tradición muy marcada en todos los rincones del planeta. Un día destinado a los que ya no están. A reunirse en familia y recordar las andanzas pasadas de esos que ahora descansan en el más allá.

En México, esa festividad recibe el nombre de ‘Día de Muertos’. Para los que no hayan tenido la oportunidad de ver el largometraje de Disney ‘Coco’, el país norteamericano tiene por costumbre visitar los cementerios para entregar ofrendas florales, musicales y gastronómicas a esos que ya no pasean sobre la Tierra.

Y, visto lo visto hoy sobre el verde de Les Caleyes, podrían figurarse muchos símiles con el mencionado Día. Se puede hablar de Día de Muertos incluso antes de disputarse el primer minuto de partido. Y es que Pipo, en el calentamiento previo al encuentro, tenía que ser sustituido por molestias. Día de Muertos, si se habla de que Mario Sánchez, en los primeros compases, también dijo adiós al partido. Incluso Día de Muertos para Footters… Y es que no acaba de arrancar la plataforma del ‘fútbol modesto’.

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La mitad del partido se había jugado ayer en Los Pajaritos. Un pinchazo del CD Numancia ante el Sporting “B”, y la suspensión del Burgos – Langreo, dejaban todo de cara para que los de Cabello sumaran los tres puntos y durmieran líderes del grupo. Pero, Asturias patria querida es lo que tiene. Lo supieron bien los andalusíes hace más de 1.000 años. Y es que estas tierras no son un paseo militar.

Poco dio que hablar la primera parte. El juego se basó en una continua guerra de posesión entre los dos bandos. Con victoria, esta sí, de los leoneses. La Cultural mecía el balón. Muy bonito para Guardiola, pero ineficaz para la victoria. Dos aproximaciones tuvieron los de blanco en los primeros 45 minutos. Las mismas que sus rivales asturianos, con casi la mitad de protagonismo.

Tampoco es de quitar méritos a los del Reino. Dos poderosas torres llamadas Télis y Otia (que bien podrían cambiar el fútbol por el baloncesto) hacían inexpugnable la meta defendida por Bussmann. Pero es lo que tiene querer basar el juego en controlar y centrar. Cuando el rival te supera en centímetros y envergadura tienes las de perder.

Recién entrada la segunda parte en juego parecieron que esas ideas de atacar y acosar la portería asturiana se implantaron bien en las cabezas leonesas. Sin embargo, una mano cometida dentro del área, con su posterior lanzamiento a las redes de Dani Sandoval desde los once metros pusieron fin al partido.

Es en ese momento donde el Lealtad de Villaviciosa desplegó su mejor ataque: Pausar el juego. Cambios, tirones, odiseas para sacar de puerta o banda… los de Clemente tiraron de veteranía y picardía. Salieron Luque y Rovirola (asombroso un cambio sustituido por otro cambio) por José Carlos y Pipo. Mucho más desborde y dinamismo. Pero insuficiente para cambiar nada.

Casi llegó el milagro en los instantes finales. Castañeda enganchó un centro fuerte abajo. Igual de fuerte que la doble respuesta del meta rival, que se ganó el sueldo del mes en esa intervención. La frase “hay paradas que valen puntos” le vino como anillo al dedo. Volvieron los símiles del Día de Muertos. Pues no había diferencias entre los que descansan en el cementerio y los que descansaban sobre el césped, víctimas de calambres y contracciones musculares.

Un veloz Kofi Atta tuvo el 2-0 final en sus botas. Pero el tiro, centrado, fue intervenido por un atento Zubiaurre. Y fue detener el balón y oír los tres pitidos finales. Emoción y festejo en un lado. Y decepción y mal humor en el otro. Los que venían a colocarse líderes veían como eran los del otro lado del Negrón los que recibían esa insignia.

Toca afrontar una nueva semana en la zona neutra de la clasificación. En seis días, un nuevo club asturiano, esta vez el Real Oviedo Vetustas, decidirá si este León recibe otra herida en su rampante cuerpo o si, por el contrario, sale de la alcantarilla cual estatua de San Marcelo, y pelea como mejor sabe hacer.