Son las 21:00 horas del tres de febrero de 1994. El Real Betis se enfrenta al FC Barcelona en un encuentro que se disputa en tierras catalanas. Se enfrentan dos estilos: el muro defensivo preparado por Sergio Kresic, y el fútbol alegre comandado por Johan Cruyff, que tantas alegrías dio al club blaugrana. Corre el minuto 29 de partido. Los verdiblancos no se desordenan ante las arremetidas del vigente campeón de Liga al que solo le valía ganar en casa tras el empate sin goles en la ida del Benito Villamarín. La Copa divierte a los de Heliópolis, que tienen poco que perder y mucho que ganar. Son quintos en la clasificación de Segunda División, y la continuidad de su entrenador pende de un hilo. De hecho, el croata reserva a sus mejores combatientes con la mente puesta en el siguiente compromiso liguero contra el Villarreal. A nivel individual es un escenario propicio para muchos futbolistas que quieren hacer suyo el "aquí estoy yo".

Por eso, Juanito no repliega junto al resto del equipo cuando el Barcelona recupera la posesión, y persigue en la frontal del área blaugrana un balón que se dispone a controlar Ronald Koeman, que porta el brazalete de capitán. El holandés le gana el salto al delantero bético y la cede a su portero, Busquets, pero entre las dudas de uno y la reacción tardía del otro, toma ventaja la ilusión de un chaval de 24 años que lleva tiempo sin encontrarse con el gol, y que quiere aprovechar su cesión al Betis tras no encontrar su sitio en un Deportivo que vive la época dorada de su historia. El joven se adelanta al meta azulgrana, y tras controlar el balón y zafarse de la presencia del rival, remata a puerta vacía. Grita desmedido. Le abrazan sus compañeros. El banquillo bético se mira incrédulo y con exultante alegría. Koeman gesticula enfadado, mientras maldice su errática decisión.

El Real Betis gana el encuentro, aunque el empate le habría valido, y apea de la Copa al Barça, que se reencuentra con sus miserias y ve desvanecerse cuatro años de muy buen fútbol orquestado por Cruyff.

Quizá los más jóvenes no lo recuerden, otros lo guardarán en su memoria como la primera gran alegría que les dio su equipo, pues la victoria se celebró por todo lo alto, y la Plaza Nueva de Sevilla se tiñó de verde y blanco. Hasta José León salió a celebrarla ante los medios. Quien seguro no lo ha olvidado es Koeman, que actualmente entrena al Barça y que protagonizó la desafortunada acción que permitió al Real Betis ponerse por delante.

El entrenador holandés se ha referido al enfrentamiento que medirá a su equipo el próximo sábado con los heliopolitanos tras conseguir imponerse al Dinamo de Kiev. No ha pecado de exceso de confianza en sus declaraciones, como sí le ocurrió en la previa del partido de Copa del 94 a su entrenador. Son otros tiempos. Y es que Cruyff se permitió la licencia de poner en duda las opciones del Real Betis ante la prensa: "¿Está pregunta es en serio?", decía cuando le preguntaban acerca las opciones que tenía cada uno de clasificarse. Le cayeron encima sus propias declaraciones, pues los verdiblancos lograron la heroica ante más de 30.000 aficionados, en un estadio que no esperaba ver a su equipo descalificado de la competición con tanta premura. Pero es que, como bien lo saben los béticos, los de Heliópolis son capaces de todo, y acostumbran a inesperadas gestas y deshonrosas derrotas a partes iguales.

Por supuesto, tampoco olvida la histórica machada aquel que hizo levantarse de sus asientos a miles de béticos. Juanito ha recordado recientemente el partido en una entrevista para ABC. No vivía un momento fácil el futbolista bético que se tomó aquel encuentro como una revancha personal: "Porque llevaba prácticamente un año y medio sin ser titular y sin jugar 90 minutos. Había llegado cedido del Deportivo y era la primera vez que afrontaba un partido de ese nivel en tanto tiempo, y la verdad es que tenía mucha ilusión." Comenta el coruñés que ha sido con los años cuando le ha dado el valor al gol que marcó aquella noche, al darse cuenta de que aún se recuerda pese a haber pasado el tiempo. No se le borra de la retina el momento exacto en el que se midió a Koeman y salió victorioso: "Creo que fue un despeje largo de Monreal. El balón va botando, veo que Koeman hace una cesión a Busquets y voy a estorbar lo máximo posible. La pelota no le fue a Busquets y llegué yo antes para meter el gol. Una alegría inmensa y luego tocó sufrir mucho. Grité para soltar la rabia que llevaba dentro."

Ese grito aún resuena en la mente de los muchos béticos que disfrutaron de la victoria. Quién sabe si no acontecerá algo parecido el próximo sábado: la celebración exultante de un gol ante un rival de envergadura, un banquillo que se mira satisfecho, el espíritu de superación del joven Juanito invadiendo al plantel verdiblanco, y un denominador común protagonizando el encuentro, el holandés Ronald Koeman.