La vuelta del 4-3-3

A pesar repetir alineación en los primeros tres partidos ligueros, Koeman todavía no ha dado con la tecla. Está claro que apuesta fuerte por el 4-2-3-1 con doble pivote y mediapunta, pero en la segunda parte, por primera vez, cambió el esquema. Con un Messi que partía siempre desde el costado derecho, el centro del campo quedó para Frenkie de Jong en el pivote y para Sergi Roberto y Pedri/Aleñá en los interiores.

Nada más lejos de la realidad, el cambio creó más inconvenientes que ventajas en la fluidez del equipo. Los dos interiores no apoyaban a un Frenkie que se quedaba más solo que la una y sufría con tanto espacio por abarcar.

Una presión descoordinada

Se suele decir que el portero es el primer atacante y los delanteros son los primeros defensas. Pues bien, tener a Leo Messi en el equipo te da inimaginables recursos en ataque pero a la hora de presionar pone en jaque a su propio equipo si este quiere presionar alto. Precisamente esto es lo que está sucediendo en el inicio de temporada. El Barça quiere morder arriba pero Busquets siempre debe ayudar a rellenar los espacios del argentino, con lo cual desprotege su zona defensiva y, por extensión, la del Barça. Para más inri, la línea defensiva del Barça tiene el vicio de no adelantarse en consonancia con sus compañeros, cosa que es comparable a intentar apagar un fuego con gasolina. Un despropósito.

Marc-André Ter Stegen

El alemán volvió a jugar después de perderse tres meses por lesión. Pocas veces se puede ver un regreso tan fascinante. Sus 6 paradas, la mayoría de ellas en los mano a mano, y sus 18/18 en pases confirman que el Barça vuelve a tener bajo palos a la bestia competitiva que tanto echaba de menos. Ese tipo de portero que te gana el partido con una exuberancia y una sencillez casi insultantes para el ser humano común. Que por tantas preguntas que te hagas, tantas respuestas te dará, y por muchas dudas que tengas, siempre te fulminará con una certeza, la del mejor portero del mundo.