No se podría entender la vida futbolística de Saúl Ñíguez sin tener en cuenta su amor por el Atleti. Capitán del Atlético de Madrid junto a su inseparable amigo Koke Resurrección, su precoz carrera en el primer equipo va camino de dejar una huella imborrable en la historia de la entidad. 

A cualquier jugador le gustaría debutar en partido oficial a los 17 años, y más en el club que 'te ha visto crecer'. A esa edad era imposible prever ni imaginar el futuro que le podía deparar el fútbol a Saúl; ahora, un sueño cumplido. Con 25 años, es ya un ‘veterano de guerra’ y un jugador fijo en el puzle del 1-4-4-2 del Cholo Simeone. 

Saúl debutó en la Europa League ante el Besiktas en la temporada 2011/2012.

El polivalente centrocampista del Atlético de Madrid cumplió el pasado martes su partido número 300 con el conjunto rojiblanco. En su vuelta a los terrenos de juego, partió como titular en el RZD Arena de Moscú para disputar el encuentro de Liga de Campeones contra el Lokomotiv. Aguantó 45 minutos en el ‘verde’, y su sustituto, cosas de la vida, fue su gran amigo Koke Resurrección: de capitán a capitán.

La lesión: pequeño bache superado

Pero antes del reconocimiento, hubo momentos complicados para el ilicitano. El canterano sufrió una lesión hace apenas un par de meses y estuvo cinco encuentros oficiales fuera de las convocatorias. Nadie sabía qué pasaba exactamente. El aficionado se temió lo peor, al ni siquiera producirse un comunicado oficial haciendo referencia al parte médico. Pero reapareció.

Días después, en agradecimiento al logro, el presidente colchonero, Enrique Cerezo, le entregó una placa en el Wanda Metropolitano en honor a su trayectoria en el primer equipo.

Uno de los hijos pródigos del Atleti ha cumplido 300 partidos oficiales con la zamarra rojiblanca; casi nada. Larga vida a Saúl Ñíguez.