El Barcelona no dejó escapar la oportunidad de seguir con las rotaciones europeas y el fondo de armario volvió a responder en un encuentro menos exigente de lo esperado. Eso sí, la dupla francesa se encargó de tirar del carro y firmar sendas actuaciones individuales de muchísima categoría.

Antoine Griezmann como todocampista

Koeman volvió a apostar por situar al ex del Atlético como enganche por detrás de un enrachado Martin Braithwaite. Griezmann jugó en su posición predilecta y, en ausencia de Leo Messi, aglutinó más balón, fue más protagonista en la circulación y pisó demarcaciones más atrasadas de lo normal que el Griezmann mediapunta con Messi.

Así pues, en vez de transcurrir por zonas más cercanas a Braithwaite, Antoine fue la prolongación del doble pivote, dándole continuidad al juego y habilitando constantemente a ambas bandas. Y, de regalo, dejó un exquisito gol de tacón que se coló entre las piernas del portero rival.

Diferencial Dembélé

Después de ser el mejor en el Metropolitano y encadenar dos suplencias consecutivas, regresó al once y volvió a ser el mejor del Barça. Marcó un gol, dio una asistencia, hizo 5/6 regates buenos, dejó dos pases clave... pero, por encima de todo esto, Ousmane se convirtió en Dembélé y se erigió dueño del partido partiendo desde banda izquierda. Se complementó fenomenalmente con Jordi Alba, siempre decidió la mejor opción posible para el ataque azulgrana —algo realmente novedoso— y encumbró su espectacular puesta en escena pidiendo el lanzamiento de penalti para que lo transformara él. Por primera vez, Dembélé se sintió al Barça suyo en vez de jugar como si la cosa no fuera con él.

En la segunda mitad, el francés pasó a ocupar la posición de delantero centro y ahí también estuvo acertadísimo. Comprendió que esa posición requiere desmarques al espacio de forma constante, aunque no esté acostumbrado a hacerlos. Sin embargo, a Ousmane todo lo que conlleve correr al espacio es de su agrado, pues así llega su máxima expresión como futbolista.