El Barcelona volvió a reencontrarse con la derrota lejos del Camp Nou, y ya lleva más de dos meses sin sumar una victoria liguera como visitante. El conjunto gaditano simplificó su plan, agotando mentalmente a los atacantes azulgranas con una defensa férrea y aprovechando los errores del Barça. Lo que no se esperaban era que les regalasen dos goles para sellar el triunfo.

Regalos de concentración

Por enésima vez, la lacra de este Barça está siendo la indolencia en algunos lances del juego, especialmente en los momentos que se requiere una activación extra. Si anteriormente fueron cesiones al portero o balones largos sin peligro aparente, esta vez un córner y un saque de banda condenaron a los ‘culés’ a otro desastre defensivo.

Mingueza y Lenglet fueron superados constantemente en los apoyos de los delanteros del Cádiz y no consiguieron imponerse luego a un Álvaro Negredo dominante que culminó una sorprendente actuación con el gol de la victoria.

La altura de Messi

Si algo tienen en común los empates y las derrotas del Barça en los últimos tiempos, esto es la retrasada posición de Leo Messi en el campo. Cuando el conjunto catalán se obstruye en el juego, llama a Messi para que se escalone a alturas de pivote con los demás subiendo de altura, dejándole solo en la creación. Sin embargo, esta solución, que le dio resultados relativamente buenos hace unos años, actualmente es contraproducente. Leo tiene y tendrá ideas de delantero y, por lo tanto, por naturaleza arriesga en el pase o en el regate. El problema está en que el Messi de ahora no atina tanto en el pase ni acierta tanto en el regate.

El Cádiz fue consciente de toda esta situación y cuando consiguió llevar el partido a este punto supo que lo tenía donde quería. El argentino sumó un total de 29 pérdidas (la cifra más alta de la temporada) y el Barça se diluyó en ataque con un Messi que, debajo de la escalera, no pudo hacer subir de peldaño a sus compañeros.