“Afouteza e corazón”, unas palabras que calan hondo en las entrañas de cualquier aficionado del RC Celta. Más que unas simples palabras, se han convertido en un sentimiento con el que poder sentirse identificados y con el que armarse de valor para superar todo lo que se ponga por delante.

No obstante, es una realidad que los celestes no cuentan en sus vitrinas con ningún título de primer nivel, algo que no resta, en absoluto, mérito a lo que este equipo ha logrado, tanto a nivel nacional como europeo. Atrás quedan las dos finales de Copa del Rey perdidas contra el Real Zaragoza, la exitosa participación en la UEFA (goleando a rivales de la talla del Benfica o la Juventus), la victoria por 0-1 en el Camp Nou (con el taconazo de Nolito, que provocó los gritos de los miles de aficionados celestes que estaban, en aquel momento, viendo el partido), o los dos años consecutivos alcanzando las semifinales de la Copa del Rey, eliminando al Atlético de Madrid (2016) y al Real Madrid (2017), respectivamente. 

Valery Karpin en una disputa de balón con Ricardo Rosas en la victoria por 7-0 del RC Celta al Benfica en el 1999 / Foto: Reuters
Valery Karpin en una disputa de balón con Ricardo Rosas en la victoria por 7-0 del RC Celta al Benfica en el 1999 / Foto: Reuters

Sin embargo, estos no son los únicos logros del conjunto olívico y, como muy bien decía un amigo mío, “si de la ciudad de Vigo quieres hablar, al Eurocelta has de nombrar”. El recuerdo de Mostovoi, Karpin, Gustavo López, Juanfran o Makélélé aflora en las cabezas de los hinchas celtiñas, pero hubo, hace no mucho, una generación de futbolistas que devolvió, de forma similar, la ilusión a Vigo e invitó a todos sus habitantes a soñar con algo más grande de lo que un equipo humilde podría llegar a imaginar.

Inicios

“Me gusta el fútbol ofensivo. Para ganar hay que atacar, y para atacar hay que defenderse bien. Equilibrio”, Eduardo Berizzo

Todo comenzó un 22 de junio de 2014, cuando el Celta hizo oficial la incorporación del nuevo comandante del equipo, Eduardo Berizzo. El club llevaba algún tiempo buscando al sustituto de Luis Enrique, después de que el asturiano se convirtiese en el nuevo técnico del Barça. Berizzo llegó a LaLiga con poca experiencia como entrenador, una carrera corta pero exitosa en la que compartió dirección técnica con Marcelo Bielsa en la Selección de Chile y llevó a un humilde club chileno, el O’Higgins, a la consecución del Torneo Apertura de Chile.

Una temporada después, los celestes se reforzaron con jugadores como Daniel Wass, John Guidetti y el tan ansiado regreso de Iago Aspas, dotando al equipo de un fútbol envidiable. Esto provocó que el RC Celta finalizase la campaña con una sexta posición y una clasificación para la UEFA Europa League bajo el brazo. Regresaba, de esta forma, el “Eurocelta”.

Fase de grupos

El RC Celta afrontaba este retorno a competición continental con la ilusión por las nubes y con ganas de demostrar de qué material estaban hechos. Los refuerzos fueron pocos (Roncaglia y Pione Sisto), pero ambos se acabaron consolidando en el once inicial de un equipo que aspiraba a hacer grandes cosas en esa temporada. El sorteo de la fase de grupos de la Europa League encuadró al Celta en el grupo G, junto a Panathinaikos, Standard de Lieja y Ajax.

El primer choque tras el regreso a Europa se disputaría en Lieja ante el Standard. El Celta llegaba al encuentro con algunas dudas tras un arranque de temporada poco prometedor, con un sistema táctico novedoso y con muchos de los menos habituales en el once inicial. Toda esta situación se tradujo en un partido flojo, con un pésimo inicio de los visitantes, que propició que el combinado belga se adelantase en el marcador en el minuto 3. No obstante, la reacción del cuadro vigués sería rápida y, tan solo unos minutos después, Rossi enganchaba un buen disparo para anotar su primer gol como celeste y poner las tablas en el marcador, que acabaría siendo el resultado definitivo (1-1).

Jonny Otto roba un balón al jugador del Standard, Mathieu Dossevi / Foto: Getty Images
Jonny Otto roba un balón al jugador del Standard, Mathieu Dossevi / Foto: Getty Images

El segundo partido se disputó como local en Balaídos, enfrentándose al mítico Panathinaikos griego, muy lejos de su mejor nivel deportivo y que llegaba a Vigo como el rival, a priori, más débil y, por lo tanto, el más propicio para conseguir la primera victoria. Así fue, los locales terminaron llevándose el encuentro por dos goles a cero, pero no fue nada fácil. Los griegos se plantaron sobre el terreno de juego con una defensa de cinco que hizo temblar al Celta. Las ocasiones del conjunto visitante obligaron a dar su mejor versión a Sergio Álvarez, el cual fue capaz de mantener su portería a cero. Los goles llegaron hacia el final del encuentro, primero con Guidetti (84’) y después con Wass de falta directa (89’). En el primer partido en Balaídos, se respiraba en el aire ese ambiente europeo que tantos años llevaba esperando la ciudad de Vigo.

El tercer encuentro del grupo se volvió a disputar en Balaídos y no les resultaría nada fácil salir victoriosos a los locales, ya que el rival sería el histórico Ajax de Ámsterdam, que acabaría por ser el subcampeón de esa edición de la Europa League. En un partido sin Iago Aspas, Cabral y Hugo Mallo, el chileno Orellana, que había entrado en la segunda mitad, se echó el equipo a la espalda y se acabó convirtiendo en el héroe celeste tras anotar el gol del empate (2-2) con un disparo colocado desde fuera del área que sé coló por la escuadra de la portería defendida por el guardameta del conjunto holandés.

Orellana en la celebración del gol que ponía las tablas en el electrónico / Foto: Getty Images
Orellana en la celebración del gol que ponía las tablas en el electrónico / Foto: Getty Images

Catorce días después tendría lugar el encuentro correspondiente a la segunda vuelta en el estadio del Ajax, el conocido Ámsterdam Arena. Los celestes acabaron perdiendo el encuentro por 3-2, en un partido al que le faltaron algunos minutos para poder conseguir el empate, ya que, con la entrada al campo de Iago y Guidetti, el equipo acabó por relegar al Ajax a su área. Caras decepción y rostros tristes tras el encuentro, sin embargo, aún faltaba remar para poder conseguir la clasificación a los dieciseisavos de final. A finales de noviembre, tuvo lugar en Balaídos el partido que volvería a medir a RC Celta y Standard de Lieja. Ambos equipos tenían una oportunidad de oro para conseguir una victoria y poder encarrilar su pase a la siguiente ronda, no obstante, el partido finalizó igual que el disputado en Bélgica, con un empate a uno.

Iago Aspas a punto de disparar en el Celta-Standard de Lieja / Foto: Getty Images
Iago Aspas a punto de disparar en el Celta-Standard de Lieja / Foto: Getty Images

Los dos conjuntos llegaban con opciones a la última jornada de la fase de grupos y el RC Celta debía mejorar el resultado que consiguiese el Standard de Lieja ante el Ajax. Los celestes no podrían contar para este último partido con Iago Aspas, expulsado en el anterior encuentro, sin embargo, obtuvieron una victoria cómoda en Grecia (0-2), que, sumada al empate entre los belgas y los holandeses, les sirvió para colocarse en los dieciseisavos de final de la Europa League.

John Guidetti celebrando su gol frente al Panathinaikos griego / Foto: uefa.com
John Guidetti celebrando su gol frente al Panathinaikos griego / Foto: uefa.com

Dieciseisavos de final

El sorteo no deparó mucha suerte a los celestes, que los enfrentó al Shaktar Donetsk, uno de los favoritos a alcanzar la final por su impresionante fase de grupos, ganando sus seis partidos de forma incontestable, encajando, únicamente, cinco goles y marcando más tantos que ningún otro equipo en la fase de grupos: veintiuno.

“Orellana no volverá a jugar mientras yo siga aquí, conmigo no pertenece más al equipo”, Eduardo Berizzo

No obstante, los gallegos llegaban a esta eliminatoria con dudas, tras la baja de Orellana a petición de Berizzo: “Ha cometido una falta de respeto inaceptable en lo personal y lo colectivo, y no ha pedido disculpas”. A esto, se le sumaba la eliminación en las semifinales de la Copa del Rey frente al Deportivo Alavés, lo cual fue un jarro de agua fría para los vigueses, que se veían con pie y medio en la final.

El encuentro frente al Shaktar se antojaba muy complicado para el conjunto olívico y Berizzo solicitó, públicamente, el apoyo de los aficionados del club celtiña: “Ojalá construyamos entre todos el ambiente ideal para ganar a un equipo que, históricamente, está acostumbrado a competición europea”. Las palabras del ‘Toto’ surgieron efecto y toda la ciudad de Vigo se volcó con el equipo, sin embargo, no fue suficiente para impedir la derrota en el partido de ida frente al equipo ucraniano (0-1).

Gustavo Blanco Leschuk celebrando su gol en Balaídos / Foto: Getty Images
Gustavo Blanco Leschuk celebrando su gol en Balaídos / Foto: Getty Images

“Soy un visionario, le dije a Cabral que fuese al segundo palo y se fue al primero... por suerte no me hizo caso", Eduardo Berizzo

El RC Celta iba a necesitar su primer milagro europeo para pasar a la siguiente ronda pero, como bien decía el técnico del cuadro vigués: “Las cosas para que sucedan, primero hay que soñarlas”, una frase que invita al optimismo, clave para poder llevarse un triunfo de la ciudad ucraniana. El ‘Gato de Catoira’ fue clave en el encuentro y sus múltiples paradas propiciaron que el equipo llegase vivo al final del encuentro, cuando, tras un dudoso penalti a Guidetti, Iago Aspas convertía la pena máxima para llevar el partido a la prórroga, que fue, claramente, de color celeste. Cabral discrepaba con Berizzo en un córner e, ignorando las instrucciones de este, el central argentino se posicionaba en el primer palo para cabecear la pelota hacia el fondo de la portería rival y poner el 1-2 final en el electrónico.

Octavos de final

La eliminatoria de octavos de final enfrentó al RC Celta con un equipo un tanto desconocido para los gallegos, que se medirían ante el Krasnodar ruso, teniendo que realizar, de nuevo, un larguísimo viaje para jugar la vuelta. 

El partido de ida se disputó en Balaídos y terminó con una victoria para los locales (2-1) sobre la bocina y con un gran cabezazo de ‘Air’ Beauvue que ponía en ventaja a los celestes de cara al partido de vuelta. No obstante, el resultado dejaba todavía incógnitas respecto al conjunto que pasaría a la siguiente ronda de la Europa League, por lo que el Celta tendría que salir al campo en Rusia con la intención de marcar goles para asegurar su pase. Los vigueses pudieron llevarse la victoria en la vuelta (0-2) y, tras el gol de Iago Aspas, se produjo una de las imágenes más recordadas de esa temporada para el celtismo: el abrazo, en la banda, mientras corrían como locos, entre Iago y el ‘Toto’ Berizzo. Uno de esos momentos históricos que se quedan grabados en la memoria para no desaparecer nunca más.

Iago Aspas celebrando su gol en Krasnodar con Berizzo / Foto: Reuters
Iago Aspas celebrando su gol en Krasnodar con Berizzo / Foto: Reuters

Cuartos de final

El sorteo de los cuartos de final fue benévolo con el RC Celta, quien se vio emparejado con el Racing Genk. Benévolo, porque en el mismo bombo entraban equipos de la talla de Olympique de Lyon, Ajax Manchester United. La noticia se recibió con agrado en las oficinas del club y entre la plantilla, no obstante, no iba a ser un camino de rosas y nadie iba a regalar nada. “Si están aquí es por algo”, decía muy bien la afición celtiña, así que la prohibición expresa era relajarse.

Como era de prever, el cuadro belga no iba a ser un hueso fácil de roer y se adelantó en el partido de ida a los pocos minutos del inicio. Esto fue, en parte, bueno para el Celta, que espabiló a partir del tanto anotado por Boëtius y reaccionó poniendo el encuentro 3-1 a favor en la primera mitad. A pesar de ello, los belgas consiguieron reducir distancias en la segunda parte poniendo el 3-2 definitivo en el marcador

John Guidetti celebrando su gol al Racing Genk / Foto: uefa.com
John Guidetti celebrando su gol al Racing Genk / Foto: uefa.com

Se llegaba, de esta forma, con todo por decidir al partido de vuelta en Genk. El Celta fue el primero en ponerse por delante con un latigazo de Pione Sisto, pero la alegría no duraría mucho, ya que el conjunto local empataría a los 3 minutos por mediación de Trossard. A partir de ahí el partido fue un sufrimiento continuo para los celestes, que se veían ya muy cerca de la semifinal. El partido finalizó en tablas (1-1) y el Celta hizo valer el resultado de la ida para plantarse en sus primeras semifinales europeas.

La hora de la verdad

Para esta época, toda Europa apoyaba ya al RC Celta. Los celestes, de la mano de su técnico y su buen juego, fueron capaces de enamorar e ilusionar a todo un continente, multiplicando su número de hinchas con cada partido disputado.

Llegaba, de esta forma, la hora de la verdad, el momento de decidir qué equipos serían los afortunados de disputar una final con la que llevaban tanto tiempo soñando. Mucho sudor derramado para lograr llegar con vida hasta este mismo instante. El sorteo emparejó al RC Celta con el rival más temible de toda la competición, el Manchester United. Hubo sentimientos enfrentados en Vigo: por una parte, la emoción de enfrentarse a un rival de tanto renombre y con tanta historia como el Manchester United y, por otro lado, el respeto que merecía y la posibilidad de poner fin al sueño europeo. 

El club era sabedor de la gran dificultad que depararía este encuentro y se puso manos a la obra para sacar una campaña que ilusionó a todo el celtismo: “This is afouteza”. El día del partido de ida en Balaídos fue histórico. Infinidad de personas en los alrededores del estadio con un ambiente de fútbol poco creíble para las personas que, por ciertos motivos, no pudieron vivirlo. Hubo recibimiento al equipo y, una vez dentro, con el estadio prácticamente lleno, iniciaron los cánticos. Empezaron los hinchas de los ‘Red Devils’ y respondieron los locales entonando el himno y sin parar de aplaudir. El United se llevó este primer duelo (0-1) con un golazo de falta directa de un Rashford con apenas 19 años, encarando, así, su pase a la final. La afición del RC Celta no se desvaneció y arropó al equipo hasta el final. Famosa es la imagen de todos los hinchas celestes reunidos en una plaza de Manchester mientras cantan a los cuatro vientos y toman cerveza.

Una marea de aficionados celestes tiñeron las calles de Manchester de azul celeste / Foto: Twitter-@RCCelta
Una marea de aficionados celestes tiñeron las calles de Manchester de azul celeste / Foto: Twitter-@RCCelta

Cerca de dos mil seiscientos seguidores se buscaron la vida para viajar a Manchester y acompañar a su equipo en el partido de vuelta. Era muy difícil, pero no imposible y siempre se confió en poder lograr una hazaña histórica. Lamentablemente, esta no se pudo dar y el Celta acabó empatando el partido (1-1) y despidiéndose de la final de Estocolmo. 

Todo el fútbol español era, aquel jueves de mayo, un poco del Celta. Ya con los aficionados dentro del emblemático estadio de Old Trafford, salió el equipo a calentar y fue recibido con una ovación ensordecedora. Aquellos hinchas habían venido dispuestos a llevarse la eliminatoria y qué mejor lugar para hacerlo que en el ‘Teatro de los sueños’. El conjunto local se impuso pronto en el marcador con un gol de Fellaini en el minuto diecisiete. Cuando todo parecía perdido, los celestes tiraron de garra y orgullo y arrinconaron al todopoderoso United en su campo, haciendo creer, de nuevo, a su afición. El equipo jugó como los ángeles en aquella segunda mitad, pero el gol no daba llegado. El cuadro olívico rozó la épica y fue en los minutos finales cuando Roncaglia logró colar el balón en la portería defendida por Sergio Romero. Necesitaba uno más el celta y fue entonces cuando, en el último suspiro, llegó la jugada final. Corría el minuto 95 de partido y el Celta colgó un balón frontal al área, prolongado por el Tucu y Cabral, le llegó la pelota franca a Beauvue, quien, en vez de tirar, decidió dar el pase atrás a Guidetti. Sergio Romero estaba batido ya (“Si te soy sincero creía que el primer atacante iba a disparar, yo me iba a tirar y cuando vi que dio el pase no vi que llegaba un jugador de ellos y según vi que se le quedó el balón atrás me volvió el alma al cuerpo”) y el balón le llegó al sueco, que solo tenía que empujar para marcar, pero el balón hizo un extraño y le botó delante, esfumándose, de esta forma, el sueño europeo del Celta.

John Guidetti lamentándose de la oportunidad fallada en el último minuto / Foto: UEFA
John Guidetti lamentándose de la oportunidad fallada en el último minuto / Foto: UEFA

"No puedo dejar de pensar en lo que podría haber sido", John Guidetti

Esa última jugada quedará grabada para siempre en la memoria de toda la hinchada celeste, que, junto a Iago Aspas y al resto de la plantilla, se envolvía en ese instante en un mar de lágrimas de pena por no haber conseguido el pase, pero, también, de orgullo por su equipo. Muchos de los jugadores cayeron al suelo abatidos por la tristeza; otros, se fueron, entre lágrimas, al vestuario; y otros, como Iago Aspas o Sergio Álvarez, no encontraban consuelo en nada. Pasados unos minutos, el equipo volvió a pisar el césped de aquel emblemático campo para agradecer a los aficionados celestes que se habían desplazado a animarlos y que nunca les habían fallado.

Una noche icónica en la historia del RC Celta. Un equipo que representaba unos valores y que tenía una unión con la afición que los hacía ser uno mismo. Un equipo que invitó al mundo entero a soñar. Un equipo que dejó muy claro, en todo el planeta, el significado de “afouteza”.