Sabía que, más temprano que tarde, iba a terminar escribiendo este artículo. Un artículo que sinceramente nunca quise escribir. El Dépor ha prescindido, de nuevo, de los servicios de Fernando Vázquez. El pobre juego que ha mostrado el equipo desde el mes de octubre y los últimos malos resultados - un solo punto de los últimos 9 -, han dinamitado el despido del de Castrofeito.

Es difícil no emitir un mensaje emotivo cuando se habla de la figura de Fernando Vázquez. Es difícil porque Fernando, en sí mismo, es pura emoción. Un técnico ideal para los momentos más complicados y que siempre supo conectar como nadie con el aficionado.

Recuerdo cuando el Dépor lo fichó por primera vez. Era el mes de febrero del año 2013 y el equipo andaba colista destacado de la Primera División. Todo parecía derrumbarse. En ese momento, nadie confiaba en que aquel equipo pudiera salvarse. La afición, resignada, prácticamente había asimilado un descenso cuando todavía restaban cuatro meses de competición. Fue entonces cuando un técnico que todo el mundo creía retirado y que casi había sido olvidado, llegó con la ilusión del que entrena a un equipo por primera vez. "Pódese", dijo en su presentación. Y bajo ese lema, bajo esa simple palabra, arrastró a toda una afición centenaria. Aquel Dépor remontó y logró salir de las posiciones de descenso gracias a cuatro victorias consecutivas. El aficionado había encontrado en Fernando Vázquez un guía espiritual al que seguir con fe ciega. Era tal la fe en su entrenador, que ni el final descenso le resto un ápice de su crédito. El Dépor descendió, pero Fernando era intocable e indiscutible.

El club comenzó un nuevo proyecto encomendándose al hombre que le había devuelto la vida pocos meses antes. Y esa confianza se transformó en un ascenso que, para un servidor, fue una auténtica gesta. Nunca es fácil lograr un ascenso, pero es casi imposible hacerlo con el club metido en un durísimo Concurso de Acreedores. Humildemente pienso que aún hoy, siete años después, no damos valor a lo que se consiguió esa temporada. Una temporada en la que el Dépor comenzó sin casi jugadores profesionales en su plantilla y que terminó con un Riazor abarrotado celebrando que su equipo volvía a la élite gracias a un gol de Marchena. En ese precioso recuerdo, Fernando fue el protagonista

Un cese muy polémico lo convirtió en mártir. En los cinco años que pasaron desde su primera destitución hasta su regreso, en cada cambio de inquilino en el banquillo - que por desgracia han habido unos cuantos - Fernando era el reclamado por un sector importante de la afición. Y al final, 'el Profe' volvió. Volvió en una situación que, aunque se podía comparar con aquel febrero del 2013, era extremadamente más crítica. El Dépor era el colista de la Segunda División tras sumar solo dos victorias en la primera vuelta. La permanencia estaba a siete puntos y Fernando, como ocurrió en su primera etapa, era el tercer entrenador de la campaña. Si el de Castrofeito dejó al equipo en Primera y con una cierta estabilidad deportiva, lo que se encontró fue todo lo contrario: una institución al borde del abismo, un equipo sin alma ni recursos y una afición totalmente abatida por la situación. El míster, en su primera rueda de prensa, volvió a entonar esa palabra mágica. "Pódese", volvió a sonar en Abegondo. ¿Se imaginan cambiar el ánimo de más de 30.000 personas con solo una palabra? Pues eso sabe hacerlo Fernando.

Todos conocemos la historia. Seis victorias seguidas ante Numancia, Racing, Cádiz, Albacete, Las Palmas y Alcorcón dejaron al Dépor casi más cerca del play off de ascenso que del propio descenso. Lo había vuelto hacer, había vuelto a revivir a un equipo y a toda una ciudad cuando parecía imposible. Por eso, tampoco importó un segundo descenso. Cierto es que este fue diferente al de la primera vez. Fue un descenso mucho más doloroso, puesto que se vulneraron los derechos del Deportivo y su puso en riesgo la salud de toda A Coruña. El 'Fuenlagate' sirvió para desenmascarar la cara más ruin y sucia de nuestro fútbol. Una faceta en la que privan los intereses económicos a la lógica, la solidaridad y el sentido común. En esas, cuando toda la maquinaria orquestada por un hombre muy poderoso atacó al Dépor y a su ciudad, fue Fernando de nuevo el que salió a 'partirse la cara' por los suyos. Encabezó la movilización en protesta por aquella injusticia. Fue el principal portavoz de todo el deportivismo ante unos medios nacionales poco - o nada - comprensivos con aquella situación. Una vez más, en un momento tan doloroso como clave para la historia del Deportivo, fue Fernando quien asumió la responsabilidad de dirigir el timón de la nave

Podemos debatir sobre si el problema de fútbol que muestra el Dépor desde la pretemporada es culpa de Fernando. Podemos debatir si un cambio de técnico es o no es positivo y necesario para el equipo y para el proyecto. Podemos incluso debatir si Fernando debió seguir tras el descenso. Pero en medio de todos los debates posibles, quiero romper una lanza en favor del ya ex técnico del Dépor. Porque Fernando no se merecía este final. No se lo merecía por muchos motivos, pero el más importante es que siempre ha estado a disposición del club aún a riesgo de desgastar, todavía más, su imagen. Creo que Fernando merecía un final en el que sus dirigentes le fueran de cara. Lamentablemente, no ha sido así.

Ahora, ya en la etapa post Vázquez, es turno para los agradecimientos. Gracias por representar de una manera tan fidedigna los valores y principios de una afición. Gracias por creer cuando nadie más creía. Gracias por recordarnos que "el Dépor es un grande esté en la categoría que esté". Y gracias por asegurarnos que esto, este triste año en una categoría no profesional, es solo "un nuevo renacer". Gracias por tanto, míster. Y no te vayas muy lejos, que quizás te necesitamos en un futuro no muy lejano. Seguro que tú, de nuevo, estarás al servicio de tu Deportivo.