Cuando uno echa un vistazo a la plantilla de la Real Sociedad, es inevitable no quedarse maravillado por la cantidad de talento que inunda la parte ofensiva del equipo. Isak, Oyarzabal, Silva, Januzaj, Portu, Merino... más los Barrenetxea, Carlos Fernández, Merquelanz, Guridi o Roberto López conforman una mitad ofensiva de ensueño, con multitud de efectivos, variantes y combinaciones con las que Imanol puede jugar para aniquilar las defensas rivales, pudiendo incluso rotar partido sí partido también sin que el resultado se resienta excesivamente.
Tal cantidad de brillo desvía la atención de periodistas, aficionados y hasta del propio Director de Fútbol, Roberto Olabe, de la misma forma que hordas de turistas quedan prendados ante una obra arquitectónica estéticamente bellísima sin ser conscientes de que el diseño es defectuoso y los cimientos del edificio cederán más pronto que tarde. Los cimientos de este bello edificio llamado Real Sociedad resistieron apenas 10 jornadas, hasta que los rivales supieron cómo plantar cara a su juego y la acumulación de partidos y las lesiones hicieron el resto.
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Una planificación en entredicho
Y es que resulta complicado entender cómo se puede afrontar una temporada con 5 competiciones y varios títulos en juego con apenas 3 centrales, a saber: Aritz Elustondo, un gran central, pero con una tendencia a lesionarse que es ya conocida a la hora de hacer una planificación en verano, Robin Le Normand, que cumple su segunda temporada en el primer equipo, y Modibo Sagnan, toda una incógnita que no había debutado en primera división y en quien Imanol no confía, y que muestra un gran potencial pero muchos errores propios de su juventud.
Y hasta aquí. Como es lógico, las lesiones, sanciones y rotaciones han llegado, e Imanol se ha visto obligado a contar con Zubeldia de central en numerosas ocasiones. El azkoitiarra es un mediocentro excepcional, pero el de central no es su puesto, y se nota. Ya es habitual verle en las fotos de muchos goles rivales y su habilidad para romper fueras de juego ha quedado patente. Hemos llegado a ver a Zubimendi de central intentando parar a Borja Iglesias. Cómico es poco. Debido a los problemas en el lateral derecho, hemos llegado a ver a los propios Zubeldia y Zubimendi de laterales, así como a Ander Barrenetxea. Los petardazos defensivos han sido numerosos e imperdonables en un equipo que aspira a dar un paso más, a estar más cerca del Sevilla que del Athletic, del Villarreal que del Betis.
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¿Dónde está la cantera?
Es sorprendente también la poca confianza que un club de cantera como la Real ha mostrado en Aritz Aranbarri o Urko González de Zárate, dos proyectos de central made in Zubieta que ya deberían haber jugado varios partidos en los que ni siquiera había un central suplente en la convocatoria. Ante esta circunstancia, los aficionados no pueden más que rezar porque Aritz Elustondo se recupere para la final de Copa y Le Normand no sufra ni un resfriado. Son las consecuencias de una planificación deportiva difícil de entender, que parece no concordada entre Olabe y Alguacil y que, inexplicablemente, no ha sido corregida en el mercado invernal, en una muestra más de falta de autocrítica, aquí sí, en concordancia con las habituales salidas de tono de Imanol en rueda de prensa.
Si la Real logra su objetivo de volver a Europa por segundo año consecutivo, algo que parece factible, en verano el debate volverá a situarse (siempre que no aparezca un "culebrón Isak") en el eje de la defensa. Una vez más. Síntoma de que el problema no está resuelto. Y para resolver los problemas no basta con escurrir el bulto. Hacen falta acciones. ¿Un fichaje? De acuerdo. ¿Confiar en la cantera y apostar de verdad por Urko o Aranbarri? Perfecto. Pero algo. De lo contrario, la Real seguirá siendo ese equipo atractivo, folclórico (como lo definió cierto periodista de la meseta), brillante... pero que a la hora de la verdad se lleva 4 del Manchester mientras un pragmático Granada supera al Nápoles jugando las cartas del "otro fútbol".