Odio. ¿Cómo una palabra tan chocante a la par que contundente puede emplearse con tanta facilidad? Lo cierto es que existen muchos conceptos que guardan una acentuada y recíproca aversión. Especialmente en el fútbol, donde las pasiones y las emociones están a flor de piel. Eso son rivalidades, y como la que guardan Sevilla FC y Real Betis Balompié pocas hay. 

El paso del tiempo ha edificado una sólida y dorada hemeroteca sobre la enemistad de sevillistas y heliopolitanos, en la que subyacen multitud de capítulos que han de ser relatados para el disfrute de aquéllos que no pudieron presenciarlos directamente. Desde el famoso 'Euroderbi' hasta el primer partido que disputaron en 1909 pasando por escándalos como el botellazo a Juande. O el conflicto con Antúnez, el que para algunos expertos es el origen de tan candente rivalidad.  

La división bética

Corría la temporada 1945-46. El Sevilla FC de Ramón Encinas estaba en la élite del fútbol español y el Real Betis en Segunda a los mandos de Pere Solé. En aquél tiempo, destacaba sobremanera un jugador que tenía el corazón partido en dos: Francisco Antúnez Espada.

Blanquirrojo de nacimiento, Antúnez abandonó la disciplina nervionense para enfundarse la camiseta bética y tener más minutos. Allí, consiguió hacerse un nombre y con el cariño del beticismo. Sin embargo, la ciudad explotó con la repatriación de Antúnez al Sevilla FC. El Betis no estaba en una situación boyante en términos económicos, por lo que precisaba de ingresos. Pese a las necesidades financieras, la administración verdiblanca estaba más dividida que nunca. Varios altos cargos del Betis no veían con buenos ojos el traspaso de Antúnez a su máximo rival. 

Pese a las desavenencias, el contrato estaba listo para que Eduardo Benjumea, máximo mandatario bético, lo ratificara en su misma casa. El clima de tensión previo a la firma del documento fue premonitorio para Benjumea, que optó por no estampar su rúbrica ante la ira de su hinchada. Así pues, el traspaso se completó para unos y se quedó a medias para otros. El litigio estaba servido. 

Tensión en Sevilla

Conocidos los detalles de la operación, la parroquia verdiblanca se echó a las calles ante lo que consideraban un agravio en toda regla. Crónicas de la época cuentan con todo lujo de detalles la odisea y el martirio que experimentaron los jugadores sevillistas en la primera expedición a Madrid con Antúnez en sus filas. La hinchada bética hizo honor al nombre de Plaza de Armas por la tensión que allí se palpó cuando los nervionenses se disponían a tomar el tren que los debía conducir a la capital de España. 

El club de la Avenida de la Palmera recurrió el fichaje de Antúnez por el Sevilla FC, arguyendo que el presidente no había firmado para completar el proceso. La Delegación Nacional de Deportes dio la razón al Betis, pero tras el final del torneo doméstico, cuando los sevillistas ya se habían alzado con la única liga que figura en su palmarés. El jugador regresó al equipo de Heliópolis, pero aún quedaba un fleco suelto: ¿había alineación indebida en los partidos que Antúnez jugó con el Sevilla FC? La respuesta es no, pues la entidad de Eduardo Dato había autorizado al futbolista para jugar con su casaca. 

Las reacciones del exterior no se hicieron de rogar. Todo tipo de personalidades dieron su parecer sobre este suceso. Desde medios de comunicación en Moscú hasta Dolores Ibárruri, la líder comunista conocida como Pasionaria. Fue este incidente el que provocó que al Sevilla se le empezara a ver como el equipo de la aristocracia en detrimento de su rival, que fue vinculado con las clases obreras. La política también tuvo su cuota de protagonismo. 

En definitiva, historias de este corte son las que, a lo largo de los años, han ido alimentando esta cainita rivalidad. Roces en el campo, problemas con fichajes, reyertas entre aficiones, etc. Muchos episodios que difícilmente se podrán equiparar al 'Caso Antúnez', el que para muchos es el germen del odio que posteriormente ha derivado en más odio.