La superioridad física del equipo londinense no se ha visto reflejada en el empate final; los merengues habrán de dar por bueno el resultado, ya que llegan con vida a Londres. Al Madrid le bastó con un acto de magia de Karim Benzema dentro del área para emparejar los cartones; minutos antes el francés estrelló un exquisito disparo al palo del arco defendido por Mendy.

El Madrid da la impresión de llegar a estas alturas de la temporada un tanto tieso y corto de efectivos entre lesionados y afectados por la Covid. En el Madrid existía un temor al arbitraje y a una posible represalia de la UEFA por el papel impulsor de la SuperLiga de Florentino Pérez, pero el silbante holandés, Makkelie, no fue para nada determinante en el devenir del juego, un arbitraje, eso sí, más a la inglesa porque casi no cortó el juego, y cuando lo hizo fue para mostrar tarjetas a los infractores.

Planteamiento defensivo

Aunque últimamente el Real Madrid cambia de sistema como si de ropa se tratara, para la semifinal Zidane dispuso del plan más lógico posible. Buscó blindar al equipo con una defensa de cinco, con dos laterales largos como Carvajal y Marcelo que ayudaran también al centro del campo, con un Kroos reaparecía y no estaba para muchos trotes.

Desde el arranque se vio que el Madrid habría de pasarlo mal, el equipo carecía de la tenencia del balón y se pasaba todo el rato corriendo detrás de los jugadores del Chelsea, que parecían estar jugando con una marcha más. Carvajal, falto de ritmo, no estaba para aventuras y Marcelo ha ofrecido una actuación penosa, siempre fuera de sitio y tratando de recuperar la posición.

En los primeros veinte minutos el Madrid pudo haber perdido la eliminatoria. El Chelsea le bailó como solo lo ha hecho un equipo en Europa en los últimos tiempos, aquel Ajax que se impuso hace tres temporadas en el Bernabéu y se llevó por delante a Solari.

Kanté omnipresente

El Chelsea se apoderó del centro del campo; en una exhibición de disparidad física, con Kanté apareciendo por todos lados sin que nadie fuera capaz de interceptarlo, el conjunto blue puso cerca al área de Courtois ante un Madrid que daba la impresión de buscar de oxigenarse como pez fuera del agua.

El gol se intuía y pudo haber llegado al minuto 9, tras una innecesaria frivolité de Casemiro, un taconazo en el centro del campo que abrió la puerta una contra de libro dirigida por Mount y un remate a bocajarro de Werner que Courtois salvó con el pie.

Pulisic adelantó con frialdad absoluta

Courtois no pudo obrar el milagro nuevamente a los 13 minutos. Rüdiger metió un balón largo al área, Pulisic se sacudió la marca de Nacho para después regatear al arquero belga y marcar a puerta vacía con absoluta sangre fría.

El Madrid parecía estar contra las cuerdas y con muy mala pinta, tras el primer cuarto de hora tenía el semblante de un equipo eliminado. Sin embargo, una tromba de agua cayó en ese momento sobre Valdebebas y pareció enfriar el ánimo del Chelsea, o quizá los londinenses cayeron en un exceso de confianza ante su claro dominio. El caso es que el Madrid recuperó algo el tono y empezó a meterse en el partido por la única vía posible, la de Karim Benzema, el único jugador de los blancos capaz de bailar al ritmo del equipo inglés.

Benzema, una flor en el desierto

Benzema es un atacante tan especial que muchas veces se las arregla para buscarse la vida en territorio inhóspito. Sabemos bien que no es ese killer de área, es más bien un 9 con alma de 10; Karim siempre se las ingenia para meter en problemas a la defensa contraria por improbable que eso parezca.  Al minuto 22 se revolvió en las afueras del área y lanzó un remate que superó a Mendy y se fue al palo.

Tras aquel lance individual de Benzema, Modric y Kroos dieron la impresión de dar un paso al frente, como si aquella pelota que el 9 estrelló en el palo hubiera enviado un mensaje a sus mejores escuderos. Contrario a lo que se podía esperar, el Madrid cazó el empate en el minuto 30 en una jugada ensayada; un córner de Kroos cobrado en cortó Modric jugó con Marcelo que centró al área, cabeceó primero Casemiro y Militão peinó hacia atrás para que Benzema hiciera su magia y se inventara descomunal volea entre un mar de gente.

Poco y nada en la segunda parte.

El segundo tiempo careció de emociones, ambos equipos bajaron las revoluciones a tal punto de que el encuentro se convirtió en un acertijo. El partido terminó en el área inglesa, con el Madrid buscando por primera vez ganar el encuentro, pero con poca idea de cómo hacerlo posible.  Para los merengues la noche fue un trago amargo que pudo haber sido peor. La magia de Valdebebas fue simplemente sobrevivir. Stamford Bridge tendrá la última palabra.

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