El Chelsea disputará la gran final de la Champions ante el Manchester City en Estambul, lo que será otra final inglesa, como aquella de hace dos años en el Metropolitano con otros protagonistas, entonces el Liverpool y el Tottenham.

Un Chelsea absolutamente superior

El equipo de Tuchel hizo bueno el resultado de la ida y superó de forma absolutamente clara a un Madrid que pudo caer goleado de no haber sido por la falta de contundencia en la parcialidad azul y de las grandísimas intervenciones de Courtois. El Madrid nunca tuvo el control de la eliminatoria en los 180 minutos; al revés, siempre dio la sensación de ser muy inferior al rival.

A estas alturas de la campaña, poco puede reprocharse a este Real Madrid, que compitió probablemente más allá de sus posibilidades reales en una Champions en la que estuvo a punto de quedarse fuera en la fase de grupos. Un Chelsea que apretó con la energía y la sangre que le caracteriza haciendo que al Madrid se le vieran la costuras, un equipo tieso físicamente, agotado, lastrado por un sinfín de lesiones a lo largo de la temporada y con un centro del campo que perdió todas las disputas al ser incapaz de aguantar el alto ritmo de los ingleses. El conjunto blue que no se guardó nada en la recámara e hizo un partido redondo en el que pudo haber goleado al Madrid. Lo único reprochable al equipo azul es que pegó y mucho ante la complacencia de, Daniele Orsato.

Duelo de Ajedrecistas que ganó Tuchel

El partido transcurrió por los rumbos exactos que quiso Tuchel; al Chelsea no le importó en absoluto el mantener posesiones largas del balón, pero hizo uso profundo de su principal seña de identidad, la presión alta. Siendo justos, el Real Madrid no se descompuso en casi ningún momento del partido, pero pagó a un precio altísimo esos pequeños grandes detalles que te matan en la Champions.

Ante un Madrid que tenía el balón, pero un fútbol carente de ideas y de profundidad, el Chelsea robaba en el centro del campo y el peligro se hacía sentir de inmediato. A los 18 minutos una pérdida de Casemiro anunció lo que sería el partido, el Chelsea mostró sus armas y sacudió las redes, aunque el gol fue anulado por fuera de juego.

N’Golo el hombre de las semifinales

En el minuto 26 llegó un momento clave para los derroteros del encuentro, Benzema se las ingenió para realizar remate venenoso que se colaba pegadito al palo, pero Mendy tuvo los reflejos para volar y ahogar el grito de gol con una mano prodigiosa.

Un minuto después marcaría el Chelsea; se activó el “ciborg” llamado N’Glolo Kanté e irrumpió a lo grande en el partido al romper por el centro del campo a la defensa blanca, habilitó Havertz que solo ante Courtois forzó una vaselina que superó al belga y se fue al travesaño; el balón cayó muerto para que Werner, sin presión alguna, empujara el balón hacia las redes. En un minuto el Madrid pasó de poder estar ganando 0-1 a ir perdiéndolo por 1-0, ¡Cosas del fútbol!

La segunda y última opción de gol del en el Madrid llegó sobre el minuto 36’ con un gran trazo al área de Luka Modric para que apareciera el de siempre y rematase de cabeza, pero Mendy volvió a bajar las cortinas de su marco.

Una carrera descomunal, robo y jaque mate

Llegó el último cuarto de hora y se antojaba casi milagroso que el Madrid aún estuviera vivo en la eliminatoria tras todo lo que había generado el Chelsea sobre el terreno de juego; los blancos seguían a un gol de equilibrar la balanza. Zidane introdujo otro cambio que sonaba raro, pero que visibilizaba la desesperación del momento; sacó del campo a Casemiro, al que nunca se ha visto tan rebasado en centro del campo como se le vio en Stamford Bridge, para poner a Rodrygo. La sentencia del Chelsea llegaría en el minuto 84 en una carrera descomunal de Kanté para despojar a Nacho del balón, servir a Pulisic que dio la pausa justa para habilitar a un Mount que encontró el premio a un partido más que sobresaliente. ¡Jaque mate! ¡Ha caído el Rey de Europa!

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