Como diría Sabina: "motivos de un sentimiento que no se puede explicar", porque desde el sábado todos los que sentimos esta pasión llamada Atlético de Madrid como algo personal estamos en una nube de la que no nos queremos bajar. Una temporada que ha sido peor que una montaña rusa, con sus subidas y sus caídas en picado en cada partido, una temporada con los estadios vacíos, una temporada con el Fiat Panda y Filomena, una temporada con casi más contagios que jugadores, una temporada que estuvo ganada en diciembre y perdida en marzo, una temporada en la que una pausa de hidratación invadió las portadas de los periódicos, una temporada sufrida al más puro estilo Atlético de Madrid.

Quién nos iba a decir a nosotros que después de los dos empates a cero contra el Huesca y el Villarreal en la cuarta y quinta jornada íbamos a acabar celebrando la liga meses después, a nosotros, que hemos estado en el infierno de segunda división, que hemos estado tan cerca de la gloria tantas veces para acabar cayendo al borde del final, que nunca hemos sido considerados iguales para los dos de siempre, que seguimos siendo el patético o los eternos segundones, nadie confiaba en nosotros, excepto nosotros mismos, y ahí estamos, primeros como aquel 7 de noviembre del año pasado.

Una plantilla formada por un viejo que "iba a acabar siendo un problema para el Atlético de Madrid", un belga acabado traído desde China, un joven portugués que estaría siempre a la sombra de cierto brasileño vestido de blanco, un portero esloveno que es muy bueno, pero no mejor que cualquiera de los otros de la liga —aún llevando cinco Zamoras en seis años—, un Koke que solo valía para anunciar patatas del McDonald's, un descarte del Real Madrid que resultó ser uno de los jugadores españoles más completos... al final, un equipo con el que nadie apostaría un duro de madera acabó convirtiéndose en el mejor equipo de toda España y eso es el Atleti, los rechazados que nadie quiere cerca.

El partido contra el Alavés fue tan solo un aviso de lo que se venía en las siguientes jornadas, se podría decir que bajamos al infierno con el penalti, pero subimos al cielo con la parada de Jan y así mismo fue contra el Elche, Osasuna o Valladolid, pero como dijo Suárez: "Sabía que aquí iba a sufrir... pero no esperaba que tanto", pues bienvenido Luis, así somos los rojiblancos.

Tengo que admitir que en la primera parte estaba derrotado, no veía opciones y se nos escapaba el título en la última jornada, pero me dije a mi mismo: "somos el Atlético de Madrid, pase lo que pase, hasta que no pite el árbitro esto no ha acabado", salí a la calle, cogí aire y volví a mi taburete desde el que estaba viendo el partido. Minuto 57, gol, no sabía ni quién había metido, solo sabía que el balón estaba dentro de la portería, cuando además escucho: "le han anulado el gol a Benzema, siguen 0-1", no sabía ni que celebrar, si el gol del Atleti, la anulación del Madrid o todo a la vez. Volvíamos a estar dentro de la liga, pero, cabeza, que queda mucho tiempo. Minuto 66, Suárez se va solo, se para el tiempo, no quería ni ver cómo acababa la jugada, los metros más largos de mi vida, pero "el acabado" definió como él sabe y el balón acabó dentro de la portería otra vez, de Madrid al cielo pasando por Pucela. Estábamos arriba en el marcador, ya ni me importaba que estaban haciendo nuestros vecinos, solo me importaba lo que estaba pasando en Valladolid, pero volvemos a lo de siempre, aún quedaba mucho y el tiempo pasaba muy lento. Minuto 90, la gente ya empezaba a celebrar, pero los fantasmas del pasado están muy presentes y hasta que no pite el árbitro no se celebra nada. Y por fin, el silbato anunció el final, éramos campeones de liga siete años después, en ese momento, no sabes cómo reaccionar, estás feliz, eufórico, tanto que te pones a llorar, buscas a los que  estuvieron a tu lado en Lisboa o Milán y los mismos que celebraron contigo en Barcelona o Lyon, piensas en el camino que has pasado hasta llegar a ese momento y te emocionas más y vuelves a la vida sabiendo que no hay mayor regalo que ser del Atlético de Madrid.

Cuando eres del Atleti, los títulos saben diferente y pobres de ellos que no conocen este sabor, pobres infelices

Amigos colchoneros, tenemos que añadir un capítulo más a nuestra historia rojiblanca, una historia que todos juntos hemos creado, equipo y afición, y que aún queda mucho por escribir, porque esto solo acaba de empezar. Esta liga también es de Gabi, de Godín, del Mono Burgos, de Torres, de Juanfran, de Miranda, de Falcao, de Luis Aragonés, de Adelardo, de Futre, de todos los aficionados que empujaron al equipo desde el tercer anfiteatro, esta liga es de todos nosotros, los diferentes, los raros, los incomprendidos, por eso, que digan lo que quieran, que el Atlético de Madrid es especial, porque hay gente que dice que el Atleti no tiene nada que ver con la vida. No sé cuanto saben de la vida, pero del Atleti saben muy poco.