Alentados por la hinchada presente en Wembley, la Selección Española al mando de Luis Enrique se presentaba en territorio londinense con cuatro azulgranas en la alineación titular frente a la Italia de Roberto Mancini.

Eric García, que había contado con menos minutos que el resto de sus compañeros del Barça durante el torneo, se convertía en la gran sorpresa de la semifinal acompañando en el centro de la zaga al ‘citizen’ Aymeric Laporte. Por su parte, Jordi Alba fijo en el lateral izquierdo, junto con el capitán Sergio Busquets y el incombustible Pedri, completaban el pleno de azulgranas en busca del billete a la gran final de la Eurocopa 2020.

España, que buscó con ahínco adelantarse en el electrónico de Wembley, acabaría enfilando el túnel de vestuarios con el 0-0 inicial vistiendo el tanteador pese a las innumerables ocasiones tejidas en las botas de Ferran Torres, Dani Olmo y Mikel Oyarzabal. Pese a la mordiente de los de Luis Enrique al compás de un Pedri celestial, el tanto de Chiesa a los veinte minutos de la reanudación golpeaba a los españoles que encontraron en la entrada de Morata la salvación.

Cambiando las piezas en busca del resurgir, el ingreso de Álvaro Morata permitía soñar a los españoles con el zurdazo del ariete a falta de diez minutos para el final. Desatando la locura de los presentes, la selección forzaba una prórroga que acabaría en los temidos penaltis con distinta suerte a la vivida en el último duelo frente a Suiza.

Unai Simón, que inició la tanda deteniendo el disparo a Locatelli, poco más pudo hacer en el resto. Esta vez sería Donnarumma, atajando la pena máxima a Morata, el encargado de brillar en los penaltis gracias al tanto definitivo lanzado en las botas de Jorginho.

‘La Roja’ decía adiós a la Eurocopa a un paso de la final en un torneo dónde los cuatro azulgranas lograron brillar con luz propia para el deleite de Luis Enrique, su máximo valedor en la competición.