Muy feliz se las prometía Jordi Alba en el minuto 36 cuando un muy buen centro suyo a su buen amigo Gerard Piqué servía para abrir el marcador. Parecía que el camino se aclaraba y que, al igual que el rival culé del próximo domingo había hecho la noche anterior, precisamente ante un rival ucraniano, la segunda parte iba a ser baño y masaje y los goles irían cayendo poco a poco, al igual que hicieron los merengues. 

La vieja guardia lo había vuelto a hacer, en un momento en el que el Camp Nou empezaba a desesperar y a hacer notorio el sonido de viento. El de casi siempre, Jordi Alba, que no se cansa de encontrar nuevos socios por más que los anteriores se vayan marchando, percutió por la banda izquierda y puso un centro milímetrico tirado con escuadra y cartabón, para que Piqué, ante la falta de gol y de alma, volviese a vestirse de héroe y a abrir la lata.

Otra vez más, el menudo lateral blaugrana había creado un hueco por donde no lo había, otra vez más, había sorprendido a una zaga rival y había servido un gol en bandeja a un compañero. Y es que todo el peligro del Barça se estaba generando en la banda izquierda, con Alba como director de orquesta. El debate sobre el rendimiento del lateral de L'Hospitatet en el Barça y en la selección vuelve a abrirse, y con razones.

Ansu no tuvo su mejor tarde

Pero lejos de emular al conjunto blanco y desafiarle en duelo para el sábado, en la segunda mitad, en lugar de seguir con el guión esperado, los blaugranas se adormilaron, se encomendaron al huracán "Ansu", que entraba en el entretiempo para tratar de dar la puntilla al Dinamo de Kiev, sin más plan que dársela y que resuelva. El plan no funcionó y el encuentro acabó con los ucranianos en su área y pidiendo la hora, acabando con la paciencia de los presentes, que no daban crédito a lo que veían: su FC Barcelona era incapacaz de imponer su juego de posición ante la cenicienta del grupo, ni siquiera de chutar entre los tres palos en toda la segunda parte. Lo mejor, sin duda, los 3 puntos.

Y las malas sensaciones se acumularon. En el transcurso de la segunda mitad, se produjo una jugada desgraciada que mantiene en vilo al barcelonismo en forma de lesión de Jordi Alba, quien aguantó hasta el final, viendo la trascendencia del choque. El golpe en el tobillo del MVP del partido,  ese tobillo que en la primera parte repartió una alegría y a punto estuvo de repatir alguna otra en forma de centro, fue la  metáfora perfecta de lo que iba a pasar hasta el final del choque. El juego del Barça iba a pasar a ser conservador, a dejar de  atacar, a no darse alegrías. De ahí hasta el final, los de Koeman se dedicaron a "recoger la ropa", no vaya a ser que si la deja más rato al sol, caiga un chaparrón y se moje. 

Tras el partido y ser confirmado como MVP, Jordi Alba declaró ante las cámaras de Movistar + que "no se lo que tengo, pero algo hay". Tras las pruebas de este jueves por la mañana, se ha confirmado el esguince de tobillo del lateral, aunque todavía no se ha dado plazo de recuperación, ni se ha descartado su partipación en el clásico, ya que dependerá de la evolución de la lesión en las próximas 48 horas para poder determinar con exactitud el alcance de la misma y el tratamiento a seguir.