Hubo una época en la que el Atlético imponía cierto respeto, pero eso ya es pasado. Lo que queda de aquel tiempo es el recuerdo. El conjunto de Simeone pasa por su crisis más profunda y aún podría ser peor. El Athletic fue poco a poco, deshuesando a los madrileños hasta dejarlos heridos de muerte. Porque lo que se vio tras el gol de los colchoneros fue una cacería memorable. El campeón de Liga, completamente vendido en todas las facetas, se entregó a los leones sin oponer más resistencia que los esfuerzos de un Oblak gigante que, este sí, trajo a la memoria fantasmas de otra época más feliz. Joao Felix anotó con bastante fortuna un gol que se lo acabaron dando a Unai Simón en propia puerta, pero Yeray y Nico Williams pulverizaron la eliminatoria en sendas jugadas a balón parado.

El estadio estaba semi-vacío. Cada vez resulta más difícil justificar esta Supercopa en Arabia Saudi en términos de afición. La primera parte fue aburrida, con un ritmo impropio de un partido al que se le presume cierta envergadura. Sin embargo, el inicio parecía vaticinar lo contrario, pues Joao recibió en fuera de juego un magnífico pase de Lemar para anotar a los doce segundos. Salvando otra ocasión más, el ‘menino’ no volvió a aparecer antes del descanso. Y el que sí fue haciendo acto de presencia con el paso de los minutos fue un Athletic que se hizo cómodo con el balón. El ritmo lento de juego, acentuado por el regular estado del césped -alto y con marcas del día anterior-, protagonizó la primera vuelta. Iñaki Williams tuvo la más clara en una llegada a pase de Sancet que acabaría deteniendo Oblak con una parada formidable. 

Llorente tuvo que abandonar por molestias en el descanso y dejó su lugar a Lodi. Misma suerte que corrió Kondogbia, el mejor de su equipo hasta el momento, a los cinco minutos. Entró De Paul. Vista la tónica de la primera mitad, la segunda se antojaba poco emocionante. Y fue así durante cerca de veinte minutos, hasta que Lemar colgó un córner y Joao remató de cabeza con la suerte de que el cuero dio en la espalda de Unai Simón y se coló dentro. Así las cosas, parecía que el Atlético daba un paso al frente, pero, como ya es costumbre, no fue así. Una vez más en la presente temporada, el Atlético se dejó comer con el marcador a favor y el conjunto vasco se convirtió en un depredador hambriento. Los de Simeone aún no han comprendido que la época en la cual ganaban esperando atrás al contrario y aprovechando el físico quedó atrás. Se aferraron al portero esloveno que volvió a brillar en otro paradón en línea de gol después de un saque de esquina. Con las entradas de Raul García y Nico Williams, el equipo bilbaíno ganó velocidad y encontró un punto débil en las acciones a balón parado y lo atacó hasta que abrió la herida. Muniain centraba repetidamente y el Athletic venció un par de veces en el juego aéreo hasta que Yeray dio el primer zarpazo para empatar en el 77’. Cuatro minutos después, Nico Williams sentenció para demostrar lo que todos ya sabemos, que el Atleti tiene una hemorragia profunda en la defensa. La cosa pinta muy fea si no llega algún refuerzo antes de febrero.

Saltaron al campo Cunha y Herrera y se fueron Lemar y Koke. El partido de ambos había sido muy gris, aunque lo más preocupante es que lo del capitán no es nuevo y quizás el Cholo deba empezar a plantearse sentarlo en el banco con mayor frecuencia. Luis Suárez, que sustituyó a Correa en el 70’, y Joao apenas incidieron en el devenir del encuentro. Tampoco se les podía exigir demasiado, visto lo visto, si el equipo apenas pasaba del centro del campo. Nada cambió tras la remontada de los leones y el partido se dio por terminado tras un intento de remate de Giménez en el área que acabó siendo una fea patada con los tacos en la cabeza de Iñigo Martínez. El árbitro miró una vez la repetición y lo tuvo claro: roja. El mismo color que el desangramiento rojiblanco. A Simeone, famoso por tener más vidas que un gato, se le van agotando y la prueba más evidente de ello es un conjunto con imagen de muerto. Mientras tanto, el Athletic llega a una final más y buscará levantar la Supercopa de España el próximo domingo ante el Real Madrid. Ironías del destino, ambos acabaron la pasada temporada sin alzar ningún trofeo.

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