El arte, la mayor creación humana en toda su historia, desde la arquitectura hasta el cine pasando por la pintura o la literatura, con tantas formas diferentes y cada una de ellas especial por ser única. Si algún día desaparece la humanidad tendremos la suerte de que nuestro legado serán todas esas maravillosas obras que se han ido creando desde la prehistoria hasta hoy.

Quién no ha disfrutado de un buen paseo por un museo preguntándose como es posible que una sola persona haya hecho esa obra de arte o quién no se ha puesto unos auriculares y ha disfrutado de su música favorita para evadirse un poco de todo lo que le rodea. El arte existe para ser disfrutado, aunque muchas veces no está al alcance de todos. 

No le pidas a un rockero que disfrute del Pop, ni a un renacentista que elija su obra gótica favorita, ni a un conservador que entienda el arte moderno, ni a un seguidor del fútbol que valore al Atlético de Madrid de Diego Pablo Simeone.

A contracorriente

Prácticamente, todo el mundo conoce la historia de Van Gogh, uno de los pintores más importantes de la historia, pero rechazado durante toda su vida, o a Picasso, otro histórico en el arte, pero que en su momento recibió burlas y críticas por hacer algo diferente a lo tradicional, incluso Monet, a día de hoy uno de los artistas más valorados en todo el mundo, fue motivo de risas dentro el mundo de la pintura por sus obras adelantadas a la época. Todos ellos fueron rechazados por hacer algo diferente a lo establecido, al igual que hizo Simeone en Manchester.

Desde que Kovacs hiciese sonar su silbato indicado el final del partido en el Etihad los mensajes de odio y repulsa hacia el partido del Atlético de Madrid han inundado tanto las redes sociales como los diarios deportivos de toda Europa. Estos gurús del fútbol han bautizado al partido del martes de los rojiblancos como "el antifútbol", por no hacer ni un tiro a puerta en los noventa minutos, o por no alcanzar ni el 35% de posesión, o por usar dos líneas de cinco jugadores durante todo el partido... pero anoche, un pequeño grupo de personas disfrutó de esa obra de arte incomprendida que Simeone esculpió en Inglaterra.

El paseo de los melancólicos

Hubo un tiempo, hace no mucho, que el Atlético de Madrid era odiado en toda Europa por su juego, el Atleti del unocerismo le llamaron. Solo unos pocos privilegiados sabían valorar a esta banda de guerreros que se paseaban por todo el continente predicando el arte de defender. Como cuando una banda de rock se reúne de nuevo para un último concierto, el Atleti del unocerismo había vuelto para una última gira, empezando en Manchester y acabando en Madrid.

A todo el mundo le gustan unas bicicletas que acaban en un pase atrás o unas ruletas que finalizan en una jugada sin peligro en la portería rival, pero por el contrario no a todo el mundo le gusta ver como el rival se desespera intentando encontrar un hueco en la defensa o como se dedican a mover el balón de una banda a otra buscando la forma de pasar la línea defensiva. 

El arte es probablemente una de las cosas más subjetivas que tenemos, cada persona tiene una visón y unos sentimientos diferentes hacia una misma obra, es imposible repetir emociones. Lo que hizo Simeone es una oda al fútbol, pero no apta para todos los públicos, le duela a quien le duela y si ellos quieren llamarle antifútbol, pues larga vida al antifútbol. En el deporte lo más importante siempre es ganar, los medios no importan siempre que consigas tu objetivo y el Atlético de Madrid consiguió su objetivo: seguir vivos un día más en la Champions League.

La mayor victoria del martes es que ha vuelto el Atleti que hace rabiar, el Atleti de los guarros, el Atleti del antifútbol, el Atleti del unocerismo, ha vuelto el Atleti. Pase lo que pase el miércoles que viene, disfruten, nunca se sabe cuando puede ser nuestro último concierto.