Sevilla de por sí tiene un color especial, pero si es el Betis quien juega y además tiene opciones de título, la cosa se pone aún más bonita. Y es que no hay mayor emoción que ver como la ciudad se viste de verdiblanco en la previa de uno de los partidos más importantes de la temporada.

El Real Betis Balompié llegaba a la final de la Copa del Rey tras superar a sendos rivales como Sevilla, Real Sociedad o Rayo Vallecano y quería coronar esta temporada de ensueño con un triunfo ante el Valencia.

Apenas eran las 12:00 del medio día cuando desde el Villamarín hasta la Alameda de Hércules, mareas de aficionados verdiblancos engalanaban la ciudad previo a esta final copera. Afición que jugó un papel más que importante en la consecución del título por el conjunto verdiblanco y es que el partido se ganó antes de que Juan Miranda lanzase el último penalti. 

Fuente: @HectorBellerin
Fuente: @HectorBellerin      

Así lo confesó Manuel Pellegrini, el artífice del plan, que aseguraba saber que la victoria se iba a conseguir al ver el ambiente que inundaba la capital hispalense. Y es que, pese a que se tomó un camino alternativo para que no se retrasase la llegada del bus al estadio, La salida del hotel de concentración y la llegada al estadio de La Cartuja fue una auténtica marea verde que llevó al Betis en volandas al triunfo.

Una vez la pelota echó a rodar, los nervios afloraron, pero el Betis se encargó de calmarlos desde bien pronto con un partido más que serio que Borja Iglesias coronó con un auténtico golazo a centro de Bellerín. Pero en frente, un Valencia muy competitivo no quería poner las cosas fáciles y Hugo Duro puso el empate que a la postre mandaría el partido a la prórroga y en su fin a los penaltis. Penaltis que supieron a gloria con un final idílico. 

Y es que pese al empuje del equipo y a las ocasiones, la final de Copa tuvo que decidirse desde los once metros. A vida o muerte se jugó el Real Betis levantar un nuevo título copero y el protagonista de lujo no fue más que un niño que hace 17 años, ondeando su bandera, celebraba desde Plaza Nueva la victoria de su equipo.

Fuente: @JMirandaG19
Fuente: @JMirandaG19

Juan Miranda lanzó el quinto y decisivo penalti ante el error de Musah en el Valencia. El de Olivares, bético de cuna, confesó estar aterrado, pero sentir el apoyo de sus compañeros y afición le llevaron al éxtasis: "Cuando los aplausos no son de presión, nada puede salir mal", pronunciaba el bético en la celebración del conjunto bético en Plaza Nueva. Y es que con el corazón en un puño y una definición exquisita, Miranda llevó al Real Betis a tocar la gloria. Sus lágrimas sobre el verde fueron las de todos aquellos que sienten el verdiblanco como lo hace el de Olivares. 

El Real Betis Balompié era campeón de Copa del Rey diecisiete años después y la capital hispalense brillaba más que nunca. Joaquín levantó la Copa, el cielo de Sevilla y el júbilo explotó en la capital. Miles de béticos volvían a salir a la calle para pisar Plaza Nueva mientras que los jugadores abandonaban el estadio de la Cartuja para cerrar la noche con una fiesta por todo lo alto en el Pabellón de la Navegación. 

  • Una fiesta que culminó en el Villamarín

Pero no todo iba a quedar en esa noche de sábado. Y es que el Real Betis tenía preparado algo grande para la tarde del domingo. Fue primero un bus descapotable el que circuló por las calles de Sevilla para presentar a la afición la ansiada Copa

Las calles volvieron a teñirse de verdiblanco y fueron miles de béticos los que se enfundaron la elástica de las trece barras para volver a levantar el trofeo en Plaza Nueva. Pasando por la Palmera y volviendo al Villamarín, el fin de fiesta lo puso la ceremonia celebrada en el templo verdiblanco y que no podía tener mejor director que Manu Sánchez.

Allí los jugadores fueron presentados uno a uno antes de dar la vuelta de honor al estadio. Al finalizar, equipo y afición se conjugaron en uno para cerrar un fin de semana que a pocos podrá borrársele de la memoria.