Uno no arriesga mucho al decir que Diego Pablo Simeone es una de las figuras más importantes del Club Atlético de Madrid en sus casi 120 años de historia. El entrenador argentino llegó hace una década y ha devuelto al club al sitio donde siempre debe estar. En el camino ha dejado ocho títulos e innumerables momentos gloriosos que la afición atlética no olvidará nunca o, al menos, no debería.

Pese a que el derbi del pasado domingo dejó muy malas sensaciones para los colchoneros, fue un partido especial para el Cholo. Cumplía 408 partidos en Primera División con el Atleti, adelantando a Luis Aragonés como técnico que más partidos ha dirigido en Primera en la historia del Club. Además, se queda a 26 partidos de conquistar el hito de más partidos en todas las competiciones, al que seguramente le dará caza esta temporada, si todo se desarrolla con normalidad.

El Cholo, que no necesita escudarse en los datos para ser leyenda rojiblanca, pero al cual los datos también le respaldan, vive, quizás, uno de los momentos más complicados de su paso por el atlético. Aquellos que siempre le han querido fuera y que, casualmente, son de dudosa reputación colchonera se frotan las manos ante la marcha del estandarte del club en la última década. Otros, los que sienten al club como suyo y quieren lo mejor para él, le piden al Cholo no solo que no se vaya, si no que vuelva. Que vuelva a ser el que era y que vuelva a liderar a un equipo que, a día de hoy, parece no tener un rumbo claro.

Lo que es indiscutible es que, pese a que nadie está por encima del Atlético de Madrid, Simeone es el Atlético de Madrid. Es uno de los pocos resquicios que le quedan a la hinchada rojiblanca de su Atlético de Madrid, aquel que lucía un escudo en el pecho y jugaba sus partidos a la orilla del Manzanares. Aquel que, a través de jugadores como Gabi o Raúl García, representaba en el verde a cada uno de los aficionados que llenaban la tribuna del Vicente Calderón.

Por ello, muchos esperan que Simeone no se vaya, si no que vuelva. Y que estos 408 partidos se queden en una anécdota cuando se celebren otros 400 más. O los que el Cholo quiera.