El Inter de Simone Inzaghi salió con una idea clarísima de juego, y la ejecutó a la perfección. Un bloque medio-bajo que no concedió espacios, sin perderle el rastro a Lewandowski, y dos puntas que les permitieron correr cuando robaban el balón. El Barça cayó en la monotonía. Los de Xavi cada vez se sienten más cómodos con la posesión del balón, pero sigue faltando esa fluidez de movimientos entre líneas para aprovechar los espacios. En el primer tiempo, Xavi optó por formar línea de tres con Sergi Roberto; metiendo a Raphinha por dentro, y dándole el sector izquierdo a Marcos Alonso como extremo/carrilero. Para nada funcionó. Quitando algunas acciones puntuales de un Dembélé errático, el Barça no consiguió generar peligro por fuera. Pedri no se dejó influenciar por sus compañeros, y regaló una nueva exhibición durante los primeros 45 minutos del partido. Aunque una posición muy alejada del área, y un Ousmane que no aprovechó la situación de peligro que le generó, evitaron que fuera decisivo. Un gol al borde del descanso terminó de destruir el planteamiento del de Terrassa.

En el segundo tiempo, sobre todo con la entrada de Ansu Fati y Alejandro Balde, el Barça mejoró considerablemente con balón, tomando las riendas del partido, y acercándose al gol en numerosas ocasiones. Aunque ni el mejor guionista de Hollywood se habría atrevido a imaginar lo que acabaría pasando en los últimos tramos del partido. Un disparo al palo de Dembélé, un gol anulado en fuera de juego por mano de Ansu Fati, y un penalti de libro por mano de Dumfries, que el árbitro no consideró suficiente, por encontrarle alguna explicación, evitaron que el Barça consiguiera empatar el partido. Cuesta creer que, con el VAR presente, sigan ocurriendo estos tipos de errores donde no hay margen a la interpretación, y donde no hay cabida a otra verdad que la que es.

Este Barça vuelve a demandar un interior resolutivo que acompañe a Pedri en las grandes citas. Un niño de 19 años no puede cargar con toda la responsabilidad del juego entre líneas de un grande como es el FC Barcelona. El Inter se sintió cómodo plantando un bloque bajo que en ningún momento tembló. Un bloque muy unido, que no necesitara desplazamientos muy largos para seguir manteniendo la solidez defensiva. Ahí, Inzaghi le ganó la partida de ajedrez a Xavi.

  • El Inter consiguió neutralizar al 9 del Barça

Si algo diferencia lo decisivo y el liderazgo que te puede dar el polaco, con la que te daba Leo Messi, es que el primero necesita que le generen situaciones, por mínimas que sean, donde pueda acabar encontrando portería. Leo se encargaba de cocinar la jugada él sólo. Y hoy, el equipo no fue capaz de generarle ni una. Peleó cada balón que pudo, y trató de alargar al equipo cada vez que se generaron huecos, pero un Inter que se mantuvo muy rocoso no le dejó ni respirar.

  • El error se apoderó de Ousmane Dembélé

El peso de Ousmane dentro del sistema de juego de Xavi es altísimo. La mayoría de las jugadas de peligro partieron de una acción individual donde el francés consiguió poner al equipo en ventaja. Pero no podemos pedirle a Dembélé que juegue con la precisión del mejor Messi. Porque ni lo es, ni lo será. Xavi se equivoca pensando que el juego del Barça debe girar en torno al extremo, cuando es el propio Ousmane el que debe aparecer, como recurso ocasional, para brillar con sus acciones individuales. El día que está acertado es capaz de ganarte el partido él sólo. Un día como hoy, vuelven a salir los fantasmas del pasado. Y es que sorprende que el entrenador le dé tanto peso a un jugador con alta tendencia a perder el balón, cuando la idea de juego es justamente la contraria.

  • Christensen enciende las alarmas

En líneas generales, hasta la lesión de Andreas, la pareja de centrales del Barça volvió a cuajar un muy buen partido. Activos en las marcas, leyendo bien las jugadas para anteponerse al rival, y sacando el balón con mucha fluidez y calidad. La maldición con los centrales sigue cebándose con el Barça. No es fácil mantener esa solidez defensiva cuando pierdes a tus dos mejores defensores. Y Christensen, junto a un Eric que ya era habitual, estaban consiguiendo que no se notara mucho su ausencia. Un nuevo palo para Xavi, que no le quedará otra que cruzar los dedos para que el impacto de la lesión sea el mínimo.

Andreas Christensen en el partido ante el Inter | Foto: FC Barcelona.
Andreas Christensen en el partido ante el Inter | Foto: FC Barcelona.

Si puedes fallar en algún partido de Champions, es en éste. El Barça ya ha fallado dos, por lo que hacerse fuerte en el Camp Nou para las visitas del mismo Inter y el Bayern, será obligatorio si quieren seguir con vida en la máxima competición europea. Un equipo grande no sólo se caracteriza por mostrar un nivel alto de juego; también por saber competir como un equipo grande. El miedo se apodera del cuerpo de los jugadores del Barça cuando reciben un golpe tan duro como el gol de Çalhanoğlu en el descuento del primer tiempo. Y es lógico por el pasado tan reciente que han vivido. No hay dudas de que el equipo volverá, porque cada vez compite más, y mejor. Como bien dice el refrán, “Roma no se construyó en un día”.