El Fútbol Club Barcelona jugará la UEFA Europa League por segunda temporada consecutiva tras volver a caer en fase de grupos. En la 2021-2022,con Xavi ya en el banquillo y una plantilla limitada, el equipo no pudo competir contra sus rivales. Tras un verano con llegadas importantes y un equipo a priori mucho más completo, los azulgranas han vuelto a caer en el mismo lugar.

Heredando la mentalidad débil en Europa

¿Cuáles han sido los motivos de este fracaso europeo? El primero y el que lleva resonando en la mente de los culés desde la debacle de Roma, es la mentalidad. Parece ser que, año tras año y pese a llegar nuevos jugadores, el equipo hereda una mentalidad débil en las grandes citas. El año pasado, podría llegar a justificarse por motivos deportivos, pero poco después, en Europa League, el Eintracht Frankfurt te eliminaba en casa y aquí es donde el argumento deportivo decae, porque la plantilla era suficientemente apta para pasar la eliminatoria.

En verano se trabajó prácticamente a la perfección desde los despachos y la directiva trajo las piezas que Xavi y el equipo demandaban. En ataque, un delantero contrastado y goleador como Lewandowski y un extremo con llegada como Raphinha, dos centrales con presente y futuro como Koundé y Christensen, refuerzos importantes como Marcos Alonso y Bellerín, músculo en la medular con Kessié… En definitiva, que ni afición, ni cuerpo técnico dudaban del potencial del equipo.

Volviendo a la Champions 2022-2023, la ilusión se desataba en la primera jornada, un hat-trick de Lewandowski y los goles de Kessié y Ferran generaban ilusión en un Camp Nou que volvía a disfrutar de una noche de Champions. El rival no era el mejor para medir el nivel del equipo en Europa, pero era lo que equipo y afición necesitaban. Quizás, fue la euforia desmedida tras el triunfo ante checos la que generó grandes expectativas. Pocos días después, tocaba visitar el Allianz Arena, el Bayern Múnich esperaba al Barça dispuesto a medir el varadero nivel de los azulgranas. Era un partido perfecto para demostrar que se podía volver a competir contra los grandes y lo cierto es que se compitió. Los de Xavi disputaron en Múnich el mejor partido en competición europea tras mucho tiempo, con valentía y mucha personalidad lograron imponer su juego ante los bávaros. Pero la falta de efectividad en las llegadas fue castigada de la peor manera y en unos minutos de desconexión, los locales se impusieron por 2-0. Las sensaciones tras el partido eran de frustración, la pregunta que estaba en el aire era; ¿Qué más tiene que hacer el equipo para ganar?.

En la tercera jornada tocaba otra visita complicada, el Inter de Milán en San Siro. Los italianos no llegaban en un buen momento, pero a diferencia del Barça, esta competición resurge a cualquiera. Los de Simone Inzaghi tenían claro desde un principio a lo que iban a jugar, un planteamiento defensivo para minimizar los ataques del rival e intentar ser lo máximo de efectivos en sus llegadas. Desafortunadamente para el Barça, el plan les salió. El conjunto catalán tuvo el dominio absoluto del partido, pero no lograban generar situaciones claras de peligro y el Inter en una de sus pocas llegadas se adelantó en el marcador. De hecho, el gol de los locales llega tras un remate de Çalhanoğlu desde fuera del área, ni siquiera era una situación clarísima de peligro.

El tanto del Inter despertó la agresividad del Barça en ataque y lograron empatar el duelo con un gol de Pedri que sería anulado por mano previa de Ansu Fati muy rigurosa. Minutos después, el árbitro no señalaría penalti a favor del Barça por una mano de Dumfries. Aquel día el Barcelona no hizo su mejor partido, pero no mereció perder. El Camp Nou se vestía de gala para acoger el Barça-Inter en una noche donde las bajas en defensa sentenciaron al equipo. A pesar de adelantarse en el marcador con un gol de Dembélé, los italianos hicieron estragos en la zaga culé y ni un doblete de Lewandowski en los minutos finales sirvió para llevarse el empate, 3-3. El partido estuvo marcado para fragilidad defensiva y no fue tanto por un problema de mentalidad, la reacción del equipo ante la remontada fue buena, pero la realidad era que ya no dependían de ellos mismos.

De nuevo en casa, el Barça recibía al Bayern, aunque pocos minutos antes sabían que estaban oficialmente en Europa League, debido a la victoria del Inter ante el Viktoria Plzen. El encuentro ante los alemanes en el Camp Nou fue la antítesis de lo visto en el Allianz, los de Nagelsmann, sin hacer un partido pletórico, pasaron por encima de los de Xavi, que no pudieron ni siquiera durante unos minutos imponer su juego. Y a falta de una jornada, con solo cuatro puntos en el casillero, el Barcelona es equipo de Europa League.

¿Y ahora qué queda? Todo

Un año después y con una plantilla muy distinta, el resultado no cambia. Es trabajo de Xavi analizarlo en profundidad, pero sobre todo evitar que el fracaso europeo eclipse y nuble el resto de la temporada. Apenas transcurre el mes de octubre, quedan cuatro competiciones por disputar y es obligatorio para un club como el Barça, dejarse el alma para lograrlos.

Salidas necesarias para evitar que la mentalidad débil permanezca

Finalmente, otro de los trabajos claves que tiene el cuerpo técnico y también los propios jugadores, es evitar que los jóvenes se contagien del espíritu derrotista que el Barça ha adoptado en los últimos años. Estas derrotas pueden ser fútiles para estos jugadores que ya están tirando del carro (Pedri, Gavi, Balde, Ansu...) y seguro que están ganando mucha experiencia, pero no puede ser algo rutinario para ellos. Están pagando los platos rotos de una mala gestión deportiva e institucional de años atrás y están dando la cara mejor que jugadores que ya no deberían estar en la plantilla. Y no se habla de rendimiento deportivo, que también, sino de mentalidades muy quemadas y saturadas de derrotas. Jugadores que lo han ganado todo, pero que también han perdido mucho y ya es hora de que su paso por el Barça termine.