Aglutinar un 81,9% de la posesión y terminar un partido con 1045 pases no es sinónimo de éxito. La forma en la que se asociaciaron, mantener la unión del bloque en fase ofensiva y defensiva, y un continuo movimiento de las piezas, se tradujeron en una puesta en escena sublime. Un rodillo que no levantó el pie del acelerador durante los 90 minutos. Un recital de posicionamiento, 'timing', asociación y eficacia de cara a portería. El primer partido de España no deja indiferente a nadie.

Una convocatoria siempre es injusta. Es algo tan abstracto, y a gusto del consumidor, que las alternativas son ilimitadas. Rendimiento con sus clubes, veteranía, encaje en el modelo de juego, presencia en convocatorias anteriores, liderazgo... Un sinfín de variables a medir cuyo resultado varía. Nadie mejor que Luis Enrique sabe qué necesita de cada jugador para el rol que les espera. Aunque se puede afirmar cuál ha sido el principal argumento para decidir quiénes formarían la lista de 26: la capacidad de adaptarse a diferentes posiciones dentro del terreno de juego.

  • Crear el contexto idóneo para los centrocampistas

El fútbol es un deporte donde gana el que consigue marcar más goles, y encajar menos. Partiendo de esta premisa, lo lógico sería plantear un sistema de juego que favorezca a los jugadores más cercanos a la portería rival. El asturiano no pasa por el aro. ¿Por qué jugar para los delanteros cuando puedes jugar para los interiores? El mapa de interacción le delata. Los apoyos constantes de Laporte y Rodri, la amplitud en el campo que te dan Dani Olmo y Ferran, y Asensio acudiendo a la zona interior para generar superioridades, fueron las claves para que Busquets, Pedri y Gavi brillaran. En ningún momento, Costa Rica fue capaz de presionar y evitar que la sala de máquinas funcionara. Un recital en el concepto del hombre libre.

  • El arte de esperar

El futbolista, por regla general, es impaciente. Necesita entrar en contacto con el balón para sentirse partícipe en el juego. Luis Enrique ha sido capaz de convencer a sus dos extremos, Dani Olmo y Ferran Torres, haciéndoles entender que también pueden ser determinantes sin entrar en contacto con el balón. Su posición pegada a la cal permitió que se generaran huecos entre líneas para que Pedri y Gavi pudieran avanzar hasta zonas de gol, al mismo tiempo que fijaban a los laterales ticos. Si decidían saltar a apoyar en defensa a los centrocampistas, estos recibían en banda y empezaba el peligro. Si Azpilicueta o Jordi Alba subían a posiciones de extremo, caían hacia el centro para arrastrar la marca y generarle situaciones de uno contra uno. Si Marco Asensio caía a la zona interior, ellos atacaban al espacio que generaba su ausencia. Una actuación estelar de dos piezas que jugaron por y para el equipo.

  • La delantera camaleónica

Volviendo a la polivalencia que busca el gijonés, decidió alinear a tres atacantes que podían ocupar las tres posiciones. Se pudo ver a Marco Asensio de falso 9 y de extremo diestro. A Dani Olmo aparenciendo por ambas bandas, e incluso de interior. Y a un Ferran Torres que pisó todos los roles de la delantera, actuando de forma brillante en cada uno de ellas. Esto se tradujo en una inestabilidad constante en la zaga costarricense. El marcaje al hombre fue una tarea imposible. Y la riqueza y variedad de España en fase ofensiva, fue arrolladora. 7 goles a un portero que, ni más ni menos, lleva 3 Champions League a sus espaldas.

Dani Olmo y Marco Asensio ante Costa Rica | Foto: Twitter Oficial de la Selección Española de Fútbol - @SEFutbol
Dani Olmo y Marco Asensio ante Costa Rica | Foto: Twitter Oficial de la Selección Española de Fútbol - @SEFutbol

Lo injusto y lo bonito del fútbol se encuentra en esas acciones que no se pueden controlar, ni trabajar, pero terminan siendo determinantes en el resultado. Y en un Mundial plagado de estrellas, se multiplican. Tras el primer partido, las sensaciones que transmite el conjunto de Luis Enrique despiertan la ilusión de cualquier aficionado del país. En todo lo controlable, no hay ningún equipo en Qatar capaz de dominar tantas facetas, y a ese nivel, como la furia roja. Ojalá el factor suerte no les suelte la mano durante su andadura por el continente asiático. Han conseguido que, aún siendo difícil, no resulte descabellado pensar que España pueda acabar el año con una estrella más en su escudo.