Unas veces se gana, otras se pierde. El Real Madrid llevaba cinco años desafiando a la lógica y ganando todas las finales que disputaba. Desde la derrota por 4-2 contra el Atlético de Madrid en la final de 2018 de la Supercopa de España, los blancos no conocían el sabor de la medalla de plata. Final a la que llegaban, final que conquistaban, pero esa racha terminó en la final contra el FC Barcelona, que ganaron los blaugranas por 1-3.

Un Real Madrid irreconocible

Era una final muy esperada, el segundo clásico de la temporada, tras el primero que se disputó el 16 de octubre en el Santiago Bernabéu y que ganó el Real Madrid 3-1. Pero han pasado tres meses de ese partido y han cambiado muchas cosas en el equipo de Ancelotti. Antes de disputarse el Mundial ya se veían ciertas carencias en el equipo, como la falta de intensidad y concentración. La percepción general era que, debido a la cercanía del Mundial, los jugadores estaban reservándose, aunque Ancelotti dijera que no. La realidad es que tras el Mundial, esos problemas siguen y en los cinco partidos disputados tras la vuelta, el balance es de 3 victorias, 1 empate y 1 derrota.

Unos resultados que no parecen alarmistas, si bien, al analizar el juego y la imagen del equipo, las conclusiones son otras. Contra el Cacereño, al Real Madrid le costó horrores conseguir la victoria. Si bien es cierto que Ancelotti utilizó un XI inédito, la imagen que dio el equipo fue de no ser capaz de solventar un partido aparentemente fácil y que los que salen desde el banquillo no aportan. Después llegó la derrota contra el Villarreal, donde los errores defensivos condenaron a los blancos, igual que el domingo contra el FC Barcelona. Despistes y fallos en las marcas que no son propios de un equipo de primer nivel. La semifinal contra el Valencia fue otra muestra de que el equipo no está bien y demostró las carencias defensivas. La derrota contra el Barça fue la culminación de lo evidente: que el Real Madrid necesita cambiar la dinámica.

Fallos defensivos, falta de concentración y un ataque estático

El Real Madrid encajó tres goles calcados, todos provocados por fallos defensivos. En el primer gol, Rüdiger se la jugó en la frontal del área al intentar sacar el balón jugado y puso en un compromiso a Militao, que estaba rodeado de jugadores blaugranas y no pudo librarse de la presión. El segundo gol, más de lo mismo. Pérdida en el medio del campo, la banda derecha completamente era una autopista y jugadores del Barça sin marca. El tercer gol, Pedri entró solo por la banda izquierda para empujar el balón que le puso Gavi.

Esta falta de concentración y contundencia defensiva ya se vio en la victoria contra el Valencia. Un partido que iba ganando el Real Madrid por 1-0 sin mucho brillo, pero que el conjunto ‘ché’ empató en la primera jugada de la segunda parte aprovechando la desconcentración madridista tras el descanso. El Villarreal también aprovechó esto y ganó cómodamente al Real Madrid en un partido en el que los blancos se vieron muy superados.

Además, es imposible ganar un partido si no tiras a puerta. El primer disparo contra el Barça entre los tres palos llegó en el minuto 70. Antes de eso, un cabezazo de Benzema al principio del encuentro que se marchó rozando la escuadra y tímidas jugadas que no llegaban a ningún sitio. Solo Vinicius intentaba algo, pero los contrarios le tienen tomada la medida y no puede encargarse él solo de todo el ataque blanco. Benzema, aunque marcó el gol de la honra, no estuvo fino y el juego de Valverde se ha frenado y no es el de antes del Mundial.

Plantilla corta

Si algo está dejando claro estos últimos partidos, es que la plantilla es corta, a pesar de que el técnico madridista ha insistido en que el equipo está completo y no va a haber incorporaciones. El Real Madrid llegó a la Supercopa con las bajas de Alaba y Tchouameni, lo que supuso que Rüdiger y Camavinga entraran al XI y limitaran las opciones de cambios desde el banquillo. Está claro que Hazard y los canteranos no cuentan para Ancelotti, aunque según él, iba a ser de los que mas iba a jugar en la segunda vuelta, por lo que contra el FC Barcelona las alternativas se redujeron a Nacho, Rodrygo, Asensio y Ceballos, ya que Lucas Vázquez se lesionó en la semifinal.

Otra vez salvador Courtois

A pesar del resultado abultado de la derrota, el Real Madrid tiene que dar gracias porque pudo ser mucho mayor. Courtois volvió a ser el salvador del equipo. En el minuto 13 desvió al palo con un paradón un tiro de Lewandowski desde la frontal. También paró un mano a mano con el pie contra Dembelé. El belga volvió a sr el mejor jugador madridista, al igual que en la semifinal contra el Valencia.

Por su parte, los jugadores que entraron desde el banquillo no aportaron mucho. Ceballos entró en sustitución de Modric, que firmó uno de los peores partidos que se le recuerdan, y una pérdida suya provocó el tercer gol azulgrana. Asensio fue el primero en tirar a puerta, en el minuto 70. Tampoco fue el día de Rodrygo, que entró como revulsivo, pero se quedó a medio gas.

El jueves 19 espera el Villarreal

El Real Madrid no tiene tiempo para lamentaciones, ya que el jueves tiene un partido decisivo. El Estadio de la Cerámica acogerá el enfrentamiento entre el Villarreal y el Real Madrid con motivo de los octavos de Copa del Rey, casi dos semanas después la derrota en Liga. Si el Real Madrid quiere pasar de ronda y ganar al submarino amarillo, deberá arreglar todos los fallos de la final. Si los blancos salen con ambición y concentrados, ya habrán mejorado la imagen dada en la final. Habrá que ver también, si el físico les juega o no una mala pasada a los madridistas y si los jugadores que salen desde el banquillo suman en vez de restar.

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