Permanecí pegado al televisor durante los noventa minutos, driblando, como en los mejores tiempos de Ronaldo, las demandas de mi hija mayor para no perderme ni un solo detalle de un encuent ro trepidante, repleto de matices, espectacular. Hasta que llegó la jugada del penalty (o no). Entonces sentí como se resquebrajaba la posibilidad de una placentera digestión del partido y que la mano (o no) de Higuaín aumentaba de tamaño en cada repetición hasta cubrir y esconder 90 minutos de un duelo que no será recordado por el fútbol, si no por el penalty (o no).

Miguel Ángel, el fútbol es esto, ¿no? La polémica, los árbitros y tal… me dijo mi mujer. Y pensé que el fútbol y alrededores sí es eso, pero que no puede (debería) ser sólo eso. Y que una mano (o no) casi imposible de ver para el asistente y el colegiado no puede (debería) esconder otro notable partido del Madrid, el segundo tiempo colosal del Valencia, la quirúrgica maniobra de Benzema en el primer gol, la racha demoledora de Soldado, la resurrección de Tino Costa ante la ausencia de Banega, el gol que adorna la imponente imagen de Ramos como central, continuar adivinando en Víctor Ruiz un zaguero de futuro (y presente) para el Valencia y España, etc…

Todo eso no importa, sólo interesa el maldito penalty (o no) de Higuaín, que a estas alturas me importa un pimiento si lo fue o no, aunque algunos se dejen la garganta, los textos y los tuits en demostrarmelo (o no).

Miguel Ángel, el fútbol es esto, ¿no? La polémica, los árbitros y tal…” me dijo mi mujer. Como siempre, las mujeres tienen razón.