Resulta más que evidente que el fútbol profesional se ha convertido con el paso de los años en un artículo de consumo y los clubes, por tanto, en empresas proveedoras de un servicio de ocio y entretenimiento deportivo. Seguramente movidos por este ánimo de gestión empresarial, tanto la Liga de Fútbol Profesional como los propios clubes han otorgado prioridad a los aspectos de mayor impacto en la generación de ingresos, dejando en un segundo plano una necesaria regulación del ticketing más allá de la relacionada con la seguridad en los estadios.

La evolución del fútbol como producto televisivo

El comportamiento de la demanda del fútbol televisado en España ha evolucionado en función de cómo lo ha hecho la sociedad y la propia oferta. El aumento de las plataformas de televisión, la llegada no solo del satélite (que ya lleva bastantes años) sino de la TDT, la fibra óptica, los canales de televisión por Internet, los soportes móviles de reproducción (ordenadores, smartphones, tablets, etc), la calidad de las producciones audiovisuales y la adecuación de los precios (recordemos cuando hace apenas unos años cada partido televisado de Liga BBVA en la modalidad de pay per view costaba más de 12 euros) han hecho posible que la demanda del fútbol televisado aumente a pesar del contexto de crisis económica y que, por tanto, el valor de la venta de los derechos haya crecido de forma exponencial.

Los ingresos por la venta de los derechos de televisión son clave para los clubes (Foto: t13)
Los ingresos por la venta de los derechos de televisión son clave para los clubes (Foto: t13)

Ahora los esfuerzos de la LFP se centran en la lucha contra la piratería de las señales de televisión, la expansión hacia nuevos mercados (China, Estados Unidos o los países árabes por ejemplo) y el estudio del modelo de negocio de la Premier League (que continúa a la vanguardia en Europa), en busca de una nueva revalorización que aumente los precios de venta de los derechos en próximas subastas.

El control económico y financiero de las Sociedades Anónimas Deportivas

La LFP, con aciertos y errores, lleva guiando desde hace varios años el camino que han de tomar los clubes con respecto a múltiples aspectos de su día a día. Las conversiones de los clubes en Sociedades Anónimas Deportivas fue solo el primer paso merced a la Ley del Deporte del año 1992. Pero durante muchos años dichas transformaciones no fueron la garantía pretendida de que las cosas se estuvieran haciendo bien en los despachos de cada entidad. De hecho, se fueron destapando casos bastante sonados de irregularidades cometidas por directivas tanto en las fases de conversión a S.A.D. como sobre todo en procesos de venta de las sociedades o en posteriores ampliaciones del capital social necesario cuando se generaban deudas de explotación, principalmente por gastar más de lo que se ingresaba.

Javier Tebas, presidente de la Liga de Fútbol Profesional (Foto: El Confidencial)
Javier Tebas, presidente de la Liga de Fútbol Profesional (Foto: El Confidencial)

En estos últimos años estamos viendo como la propia LFP se ha aventurado a liderar el control de las cuentas de los clubes, llegando a tomar decisiones contundentes al respecto de algunos de ellos como el Deportivo Guadalajara, Real Murcia o Elche Club de Fútbol. Los ratios, el límite salarial y otras normas establecidas por el llamado fair play (juego limpio) financiero son conceptos que permanecen cada día encima de la mesa de los consejos de administración que apuestan por una buena gestión.

La mejora de la seguridad en los estadios

Otro gran avance en el que la LFP, los clubes, las administraciones públicas y los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado han ido de la mano con gran eficacia es el de la seguridad en los estadios. La cruzada contra el movimiento ultra, hinchas radicales que antaño contaban  incluso con prebendas de los propios clubes, ha hecho posible dejar atrás tiempos oscuros en los que las bengalas, las peleas y el forofismo desmedido hacían que en muchos estadios el ambiente no fuera ni mucho menos aconsejable para el disfrute familiar de un espectáculo deportivo como el fútbol.

Estadio de Cornellà El Prat (Foto: RCD Espanyol)
Estadio de Cornellà El Prat (Foto: RCD Espanyol)

La obligación de que todas las localidades de los recintos sean de asiento, la identificación y el control de los accesos, la implantación de las unidades de control operativo (U.C.O.) y la colaboración de los clubes con las autoridades en materia de flujo de información y prevención han hecho de los estadios españoles un lugar seguro, mejorando al mismo tiempo la propia imagen de la Liga.

Las entradas: asistencia, precios y regulación

Tanto LFP como clubes no deberían olvidar que el producto que venden no es solamente un material audiovisual y mediático, sino que mantiene un sustrato originario, sentimental pero igualmente tangible: el espectáculo deportivo en directo. En el afán por cumplir con todas las normativas en materia principalmente de seguridad, el fútbol español aún no ha afrontado el reto de establecer unas políticas y estrategias de ticketing objetivas, homogéneas y eficaces.

Aspecto del Ciutat de Valencia en la disputa de un Levante-Getafe de Liga BBVA (Foto: Macastre)
Aspecto del Ciutat de Valencia en la disputa de un Levante-Getafe de Liga BBVA (Foto: Macastre)

Ya no solo los precios de los abonos en la Liga BBVA y la Liga Adelante son absolutamente dispares, sin atender a criterios objetivos como la capacidad de cada estadio, la población de cada ciudad, el poder adquisitivo de cada zona, la competencia de otros espectáculos deportivos... sino que esta misma heterogeneidad se constata también en el precio de las entradas para los partidos. Cada club establece los precios de sus localidades en función de sus propios criterios, en muy pocos casos objetivos y muchas veces cambiantes. Es frecuente ver cómo en la segunda vuelta hay clubes que deciden casi (y a veces sin casi) regalar las entradas para generar un gran ambiente (generalmente cuando el equipo marcha por debajo de lo esperado) o en cambio disparar los precios penalizando a aquellos aficionados que acuden al estadio con menos regularidad (generalmente cuando el equipo marcha por encima de lo esperado).

Lo mismo ocurre con las entradas destinadas a la afición visitante: el equipo local, en función de sus intereses, decide bien ajustarse escrupulosamente al cupo obligatorio o bien poner todas las entradas necesarias a disposición de la hinchada rival. De igual forma establece unos precios asequibles o disuasorios.

La Bundesliga superó una tremenda crisis y ahora es un referente en cuanto al ambiente en sus estadios (Foto: colgadosporelfutbol)
La Bundesliga superó una tremenda crisis y ahora es un referente en cuanto al ambiente en sus estadios (Foto: colgadosporelfutbol)

Ninguno de estos casos se ajusta a una estrategia depurada ni objetiva de ticketing, cuyo principal objetivo ha de ser optimizar la generación de ingresos por venta de abonos y entradas, buscando siempre que el mix de la oferta favorezca la mayor ocupación posible de los asientos del estadio en cada partido. En función de la capacidad de cada recinto y del número de abonados se hace necesaria una regulación por parte de la LFP acerca no solo de la ubicación de los aficionados visitantes, sino también de la definición del cupo dependiendo de la demanda rival y los asientos libres o el establecimiento de unos precios homogéneos y asequibles que promuevan el desplazamiento de todas las aficiones.

En ese sentido las referencias del fútbol español deben ser la Premier League y la Bundesliga, donde es frecuente ver cada jornada estadios llenos con amplísimas zonas destinadas a las aficiones visitantes que generan un ambiente extraordinario al mismo tiempo que importantes ingresos. Regalar entradas cuando las cosas no van bien o tener al equipo en la zona alta con un estadio semi vacío son alternativas muy pobres, poco inteligentes y que penalizan tanto las cuentas como el espectáculo.