Organización, competitividad, solidaridad, experiencia, fortuna. Aspectos fundamentales en el fútbol que una selección oriental ha puesto en práctica a la perfección en dos torneos consecutivos. Siempre trabajando en grupo, luchando en equipo y confirmándose como bloque, Corea del Norte vuelve a lo más alto del fútbol femenino formativo. Su idea funciona, su capacidad se evidencia, su poderío se constata.

Francia lo intentó, e incluso se puso por delante en el marcador. Pero también terminó escaldada, como Papúa Nueva Guinea, Brasil, Suecia, España y Estados Unidos. Totalmente desconectada, la vigente campeona de Europa solo estuvo cómoda sobre el terreno de juego los primeros treinta minutos, absorbida después por la esponja norcoreana. El fútbol de salón no apareció, las jugadoras ofensivas estaban desaparecidas y las integrantes más defensivas no emanaban la seguridad de antaño. Francia claudicó y el juego organizativo, tranquilo y posicional rival terminó remontando y crucificando cualquier atisbo de mejora.

Corea del Norte, de nuevo reina del mundo, basada en la valentía, el esfuerzo y el sacrificio que llevó a su máximo esplendor en las dos prórrogas de cuartos de final y semifinales y en una gran final que debió remontar. Repitiendo éxitos ya lejanos, el conjunto oriental vuelve a coronarse en la máxima categoría previa a la absoluta diez años después. Este brillante y merecido oro, unido al cosechado hace apenas un mes en sub-17, catapulta una vez más al combinado peninsular. La cima del fútbol es suya. Corea del Norte, el camino hacia el triunfo, el camino hacia la formación.

Mitad alternativa

La continuidad del trabajo bien hecho. A un paso de la gloria no era momento para probaturas. Bien lo sabían Hwang Yongbong y Gilles Eyquem. Y así lo evidenciaron en la previa del encuentro, con dos onces muy reconocibles. Corea del Norte, equipo más goleador del campeonato y cuatro menos goleado tras Japón, Francia y Estados Unidos, no mudó su habitual sistema de juego y jugadoras con respecto a la semifinal ante las estadounidenses. Como tampoco varió en exceso su planteamiento el técnico francés, incluyendo exclusivamente la novedad de Fleury por Leger en el costado izquierdo más ofensivo, amén de la importante y conocida pérdida de Sakina Karchaoui tras un fuerte encontronazo en el envite de semifinales. Las portentosas subidas de la lateral ya no se volverían a disfrutar en Papúa Nueva Guinea. Thea Greboval, que ya la sustituyó en el envite frente a Japón, volvió a instalarse en la zona defensiva.

Francia comenzó dominadora, pero se fue diluyendo con los minutos

Francia comenzó fuerte, Francia comenzó mandona. La actual campeona de Europa pisaba la gran final sub-20 por primera vez imponiendo su juego y maniatando al competitivo combinado asiático. Las galas no titubeaban en su planteamiento. Fútbol desde atrás, contundencia defensiva y llegadas por banda. Hawa Cissoko y Esther Cascarino volvían a emerger como contundente muro definitivo, Grace Geyoro y Juliane Gathrat tenían la misión de tapar huecos y avanzar el esférico, y la zona más diferencial en lo relativo al favorable marcador recaía sobre las jugadoras más ofensivas y talentosas, Louise Fleury, Maelle Garbino y, sobre todo, una Delphine Cascarino apoyada incesantemente en banda diestra por las subidas de Marion Romanelli. Sin olvidar el constante trabajo en la punta de ataque de Clara Mateo, siempre solidaria y al servicio de sus compañeras.

Todo funcionaba a la perfección. Y así lo evidenció Geyoro. La potente mediocentro, una de las jugadoras más destacadas del torneo, no perdonó un envío de Garbino que la guardameta norcoreana no supo atajar. Minuto 17, Francia ya mandaba, y lo cierto es que Corea del Norte no parecía absolutamente nada cómoda ante el asedio galo. Incluso Mateo tuvo la sentencia en sus botas en una ocasión que finalmente sí se echaría de menos… aunque en ese momento nadie lo esperaba.

Protagonista Kim Phyong Hwa en los tres goles: anotó uno, asistió en otro y forzó el definitivo penalti

El tiempo de refresco sirvió para eso. Sobre todo en Corea del Norte. Las asiáticas refrescaron su físico, pero también sus ideas. Así las cosas, U Sol Gyong, Ri Un Yong, Choe Sol Gyong y Jon So Yon empezaron a consolidar un poder defensivo totalmente en jaque desde el inicio, Kim Un Hwa y Ju Hyo Sim aumentaron su presencia en el centro del campo, y las atacantes empezaron a sentirse más a gusto, principalmente Kim Phyong Hwa, elegida posteriormente mejor jugadora del encuentro. La extremo llegó por el costado izquierdo y Wi Jong Sim sería la encargada de perforar la portería de Chavas en la primera gran ocasión para el conjunto asiático. Aunque Ri Hyang Sim, condecorada hasta tres veces en Papúa como futbolista más valiosa del encuentro, no firmó su mejor papel en la finalísima, sí lo hizo su compañera del carril contrario. No en vano, también sería Kim Phyong Hwa la encargada de establecer la segunda diana poco después de iniciarse el segundo acto, conectando un cabezazo inicialmente prolongado por Wi Jong Sim. Las dos protagonistas se intercambiaban los roles.

Y es que la reanudación evidenció lo que se estaba previendo sobrepasada la primera media hora. El dominio norcoreano era más que evidente. El equilibrio inicial se diluía con el paso de los minutos y ya entrados en el segundo acto, y más tras el 2-1, Francia desapareció prácticamente por completo.

Desconexión total

Francia ya no era Francia. El centro del campo se diluía con el brillante posicionamiento rival, el esférico apenas tocaba terreno norcoreano ante la presión asiática, las talentosas atacantes europeas no evolucionaban, principalmente por los escasos balones en ventaja que llegaban a sus botas, y las zagueras empezaban a sentirse acorraladas entre la excesivamente agobiada salida de balón y los emergentes espacios. No había manera. Eyquem incluyó a Marie-Charlotte Leger para aumentar el mordiente arriba y posteriormente también a Laura Condon y Valerie Gauvin para reavivar los dos últimos sectores del ataque. Imposible.

Presión, recuperación, toque, visión de juego, orden... Francia, superada frente al trabajo potencial rival

Manejando el tiempo del partido, llevando la batuta de la orquesta, acumulando llegadas cada vez más peligrosas, emergiendo paulatinamente la pequeña revulsiva (aún sub-17) Sung Hyang Sim, Corea del Norte estaba en su salsa. Era el partido que quería. Incluso el físico parecía pesar más a las francesas que a las propias norcoreanas, que llegaban con dos prórrogas consecutivas a sus espaldas y un marcador adverso apenas transcurridos quince minutos. En realidad, el físico nunca fue un problema para las asiáticas. Más bien todo lo contrario. Con un esfuerzo encomiable en la presión, en la recuperación y en el talento fundamentado en el toque y la visión de juego, las pupilas de Hyang Yongbong parecían más cerca de la sentencia favorable que de la igualada rival.

Así fue. Tras un primer aviso perfectamente defenestrado por Delphine Cascarino (muy solidaria en su trabajo en un partido nada vistoso ofensivamente hablando), llegaría el definitivo 3-1. Cissoko metía la pierna y la omnipresente Kim Phyong Hwa caía dentro del área. La encargada de su ejecución, la especialista: Jon So Yon. Y, como tal, no perdonó. La lateral zurda alcanzaba las tres dianas en el torneo y se afianzaba como una de las zagueras más destacadas del campeonato. Todo estaba vendido. Faltaban tres minutos de suplicio (y ocho más de prolongación) para una Francia totalmente desdibujada y sin reacción.

Histórica plata

Los últimos instantes transcurrían entre la tranquilidad norcoreana y los coletazos galos, que en el tiempo extra sí aparecieron. Es más, Francia acumuló más llegadas peligrosas en los últimos minutos que en toda la última hora de encuentro junta. Lo intentaron Leger, Mateo, Condon… pero era imposible. Ya sobre la bocina, las asiáticas volvieron a imponer su fútbol y su buen quehacer. Poco quedaba por hacer.

Final del envite, final del Mundial, final de la final. Corea del Norte se proclamaba campeona del mundo sub-20 diez años después y consolidaba su dominio en categorías inferiores tras la victoria sub-17 en Jordania apenas un mes antes. Lágrimas de alegría inundaban los rostros de unas jóvenes norcoreanas que habían hecho historia.

Contrariamente, las lágrimas de tristeza hicieron acto de presencia en las francesas. Igualmente ya habían hecho historia, consolidando el fútbol base francés como uno de los mejores del planeta. No en vano, desde 2012 se han proclamado campeonas de Europa tanto sub-17 como sub-19, del mundo sub-17 y ahora también plata sub-20. Poco más puede pedirse a una selección que erró en el último instante, pero ofreciendo un bonito espectáculo del primer al último envite, del primer al último minuto. Francia puede viajar satisfecha. Continúa en la pomada, progresa adecuadamente.

Hina Sugita, de nuevo Balón de Oro

Un calco del Mundial Sub-17 2014. La japonesa Hina Sugita, de nuevo Balón de Oro. La talentosa mediocentro, anclaje del sutil fútbol nipón, de nuevo mejor jugadora del torneo. Su fabuloso campeonato como cerebro, alcanzando su punto más álgido en la lucha por el bronce, volvió a tener premio. Nuevo Mundial y nuevo Balón de Oro para una centrocampista de brillante futuro. Las categorías inferiores coronan a una perla en ciernes. Apunten.

Hina Sugita, Kim So Hyang y Delphine Cascarino, las más destacadas del Mundial

Como se preveía, el Balón de Plata recayó en una campeona del mundo. En esta ocasión fue para la delantera Kim So Hyang, importante con sus movimientos ofensivos y su capacidad de sacrificio grupal. Una jugadora referente del esfuerzo y el talento aunados. Por último, el Balón de Bronce lo atrapó Delphine Cascarino. La extremo gala fue, sin duda alguna, una de las futbolistas más diferenciales y vistosas de todo el Mundial. Trabajadora en defensa y siempre diferencial en sectores ofensivos, la atacante del Olympique Lyon firmó su particular y merecido éxito individual.

En lo relativo a los últimos galardones individuales, el Guante de Oro no evidenció sorpresas y se lo puso la francesa Mylene Chavas, salvadora del equipo galo principalmente en los cuartos de final ante Alemania. La Bota de Oro como máxima artillera del campeonato se la repartieron hasta tres jugadoras, la sueca Stina Blackstenius, la brasileña Gabi Nunes y la japonesa Mami Ueno. El Mundial de Papúa Nueva Guinea pone su punto y final. Pero el fútbol de estas chicas continuará durante muchos años más. Las perlas siguen emergiendo, el juego sigue tallando a sus futuribles dominadoras.