La historia, del fútbol, recompensa con el recuerdo y la admiración a los campeones pero también a los modestos que partiendo de una posición de desventaja logran colarse en la zona destinada a los poderosos. El gol de César Caneda anoche colocó al Mirandés en la historia del fútbol nacional y en el recuerdo de miles de aficionados que disfrutaron con su gesta. La remontada era complicada pero no imposible para un conjunto que se exhibió en el Madrigal, en el Sardinero y en Cornella-El Prat. Junto al Figueres, que hace 10 temporadas cayó en semifinales ante el Deportivo estando en Segunda B, el Mirandés se ha hecho un hueco en el panorama futbolístico y en la enciclopedia de las hazañas del balompié. Anduva ya aparece en el mapa de los templos del esférico y del césped y la aventura de los rojillos no tiene límites.

Sin embargo, toda epopeya tiene sus héroes y a orillas del Ebro sobresale la figura de Pablo Infante. El banquero futbolista, el hábil jugador que desde hace más de un lustro lleva marcando goles y destrozando defensas entre Tercera y Segunda B ha encontrado un altavoz a su fútbol con la gesta rojilla en la Copa del Rey. El máximo goleador de la Copa con siete tantos comparte su protagonismo con Carlos Pouso, el creador del la obra, el entrenador afable que desde la base ha construido un equipo capaz de eliminar desde Segunda B a tres conjuntos de la máxima categoría y que en mayo buscará su mayor premio: El ascenso a Segunda. Dos trabajadores del balón que estarán siempre en el altar que el fútbol tiene reservado para los héroes anónimos junto a César Caneda, el hombre que dibujó un cabezazo en plancha colosal que abrió las puertas del cielo a los rojillos y petrificó a Casilla y a todo el Espanyol.

"Anduva te empuja con el alma"

Pouso y Pablo son los ejecutores de la hazaña pero el proyecto mirandés se sostiene gracias al empuje de Anduva. Un campo vetusto que con un ambiente inglés, al que el cartel de Esto es Anduva del túnel de vestuario le da un toque aún más británico, que empequeñece a los rivales y engrandece a los rojillos.  Un estadio que, como dice su famosa canción, "empuja con el alma" a su equipo y "le lleva en volandas" creando una presión atmosférica que infringe en los adversarios del Mirandés un temor contagioso elevando a los rojillos a la categoría de héroes y de gigantes capaces de derribar los muros más altos. El Villarreal, el Racing y el Espanyol junto a todos los equipos de Segunda B, salvo el Alavés, han sucumbido en un escenario que anoche se convirtió en el paraíso del fútbol rojillo. El verde sobre el que se gestó la primera hazaña futbolística que las redes sociales y la prensa multimedia difundieron al mundo entero. Una explosión  de alegría no solo en el césped de Anduva sino en todas las casas, bares y calles de Miranda que anoche se olvidaron de sus problemas y durmieron, los que pudieron, orgullos de un sueño del que ni en sueños quieren despertar.

La Copa del Rey ha premiado al Mirandés con una semifinal hipotéticamente en San Mamés ante el Athletic Club, el deseo de todos los rojillos que anoche en una marea roja y negra inundaron los aledaños de Anduva y la calle de la Estación. El orgullo de una ciudad y de unos ciudadanos que, aunque no sean aficionados al fútbol, vibran con su equipo al que admiran como símbolo de Miranda de Ebro. Las tres victorias ante Villarreal, Racing y Espanyol han pasado pero el sueño aún sigue vivo y el recuero será eterno. El cielo es rojillo.