Dos de los clubes más importantes de la liga española, en entredicho. El estado de forma de ambos conjuntos, los dirigidos por Simeone y Zidane, está dando mucho de qué hablar. Por un lado, los más puristas defienden que Simeone jamás cambiará su sistema de juego -aquel que le ha llevado al éxito-, mientras que los más exigentes se obcecan precisamente en esta cuestión cuando les preguntan por el dubitativo planteamiento en el campo de los once guerreros del "partido a partido".

Pasando de Neptuno a Cibeles, el conjunto que dirige Zidane tampoco se escapa de la acusación: la afición tiene claro que ya no se juega como en cursos anteriores y que va siendo hora de vender, "o incluso regalar", palabras textuales, a los integrantes del plantel que no rinden a la altura de lo que el club exige y significa.

Sin entrar en nombres propios, ambos ejércitos se verán las caras en el primer derbi del Estadio Wanda Metropolitano, nuevo feudo colchonero. El estadio se vestirá a buen seguro de gala para la ocasión. Pero... ¿cumplirán con las expectativas los equipos?

Las cifras hablan por sí solas: el Atlético mantiene su línea (María Martín - @ATMAria_)

Para hablar de "crisis" en el Club Atlético de Madrid uno se ha de remontar mucho tiempo atrás. Quizá la etapa más dura del conjunto colchonero fuera sufrida durante la temporada 1999/2000. Tras más de sesenta años, la entidad madrileña se vería sumida de nuevo bajo la tutela de la Segunda División que, curiosamente, impulsaría de nuevo el auge de un equipo que nunca dejó de creer. Ya lo adelantó Don Luis Aragonés:"Ganar, ganar y ganar, y volver a ganar. Eso es el fútbol señores". Así se aplicó el Atlético dicha filosofía, siendo el propio Aragonés quien hiciera del equipo rojiblanco un fénix; y con él, resurgió de sus cenizas volviendo a la máxima categoría del fútbol español. Con Quique Sánchez, el Atlético se olvidó de ser el Pupas y conquistó dos títulos en la misma temporada.

A partir de entonces, el crecimiento de un equipo logrado con sacrificio y fe ha dado como resultado la integración de un club, humilde de nacimiento, dentro de los más poderosos a nivel Europeo y me posiblemente también en el escalón mundial. Aunque sí es cierto que la revolución comenzó a palparse con la llegada de Diego Pablo Simeone.

Desde que el técnico argentino pisó la entidad del Manzanares, el ímpetu de conseguir algo grande ha primado en los objetivos del Atlético de Madrid, y la realidad no dista mucho de la propuesta. Dos subcampeonatos de la Copa de Europa y una Liga en los últimos cinco años son ejemplos de las cifras fulgurantes de las cuales el Atlético puede presumir.

Cierto es que el Atlético cambió inocentemente su rumbo tras la derrota en la final de Milán. A partir de entonces, las cosas se complicaron y el estado anímico de los rojiblancos se resquebrajó casi del todo. Un gran Real Madrid se hizo con el dominio absoluto en Europa, llevándose consigo los títulos de Champions, Supercopa de Europa y Mundial de Clubes. Aunque las últimas cifras favorecen a los blancos, lo cierto es que ninguno de los dos protagonistas del próximo sábado rinden a su mejor nivel.

A partir de cierto momento, el Atlético se olvidó de ser el Pupas

Se habla de un momento débil para el Atlético de Madrid, y los más inocentes auguran mal presagio para los de Simeone. Pero lo cierto es que el conjunto que dirige el argentino se encuentra en el cuarto puesto de la tabla clasificatoria de la Liga, empatado a 23 puntos con su eterno rival y vecino. Invicto en Liga y con el tercer mejor arranque en la competición desde que las victorias se premian con tres puntos.

Tan solo en la etapa del doblete (95-96), en la temporada 2012/2013 y en el año en el que se alzó como campeón de Liga, el Atlético ha superado el marcaje de puntos que hoy en día mantiene.  Por lo que no se puede tratar como 'crisis' la actual postura del equipo rojiblanco. Aunque sí se puede apreciar que la mesa está coja, y que al Atlético le está fallando uno de sus pilares fundamentales: la Champions. Inyección extra de motivación para continuar con su energía habitual y, que en esta ocasión, se ha frenado con demasiados baches prácticamente imposibilitando el avance del Atleti en su competición más anhelada.

El achaque a la falta de goles es el único factor que sí puede considerarse bajo mínimos. La realidad es que los tantos anotados es el tema que más preocupa al Atlético desde hace tiempo; desde la temporada pasada para ser exactos. Pero el sistema de juego que aporta el Cholo estabiliza la falta de ataque con el refuerzo en defensa. Los rojiblancos continúan en su línea, aunque está visto que protagonizar la élite también conlleva la presencia inmediata en la diana de sospechas cuando el rendimiento se tambalea mínimamente.

Desaceleración, no crisis (Gorka Grande - @gorkagrn)

Como marca la tradición otoñal en Concha Espina, el Real Madrid ha comenzado la temporada de manera titubeante. A mediados de noviembre, la situación, sin ser caótica, está lejos de lo que el aficionado blanco hubiera soñado después de levantar las dos Supercopas ante Barça y United en agosto. El equipo no juega bien y lo materializa con malos resultados, prueba de ello es que el arranque de Zidane este año es el peor del club desde el último de José Mourinho a cargo de la nave madridista, en la campaña 12/13. Si a los pobres resultados y al imberbe juego que practica el Madrid le sumamos el hecho de que ninguno de sus jugadores estrella salvo Isco se encuentra en un gran momento de forma, se puede obtener un cóctel explosivo que estalla en críticas, miedos y reproches a lo que hace no tanto solo recibía alabanzas.

Nada más lejos de la realidad, el Real Madrid no está siendo el mismo que era tres meses atrás. Nada más lejos de la realidad, el Real Madrid no está siendo el mismo que será tres meses adelante.

La coyuntura por la que pasan los blancos cuenta con el colchón del calendario y el poder de los precedentes: la temporada pasada, después de la llamada ‘fiebre amarilla’ (empates ante el Borussia Dortmund, UD Las Palmas y Villarreal), el equipo levantó Champions League y Liga mostrando una superioridad abrumadora ante todo aquel que osaba hacerle frente. La anterior a esa, Rafa Benítez era cesado días después de iniciarse el 2016. Seis meses más tarde, ‘Zizou’ levantaba la Undécima y perdía la Liga por un solo punto de diferencia.

Desde el principio de los tiempos, el Real Madrid sufre una autodestrucción transitoria al menos una vez por temporada. Fiel a su historia, este año no podía ser menos

Crisis es lo que sufrió el Madrid desde verano de 2003 a verano de 2010 durante siete temporadas, en las que de los tres títulos regulares de cada curso, tan sólo se levantaron dos Ligas (Capello y Schuster), ninguna Copa del Rey y cero Champions. Especialmente dolorosas fueron las actuaciones madridistas en Europa, saliendo apeado en octavos de final durante seis años consecutivos.

Crisis era ver pasar jugadores, entrenadores, presidentes y lo que es peor, el tiempo, sin que nada positivo ocurriese y mientras el club más glorioso del siglo pasado perdía el respeto del mundo del fútbol.

Crisis fue el “vamos a chorrear al ‘Liverpúl”, “en el Nou Camp no es posible ganar”, recibir el gol más rápido de la historia de la competición en el Allianz Arena, el 2-6 con el eterno rival, la eliminación contra el Olympique de Lyon…

Las salidas de jugadores importantes en el fondo de armario blanco sin la llegada de ningún recambio de garantías de máximo nivel abre la puerta a una posible pérdida de calidad respecto a la anterior plantilla, concretamente en la delantera.

Aún así y teniendo en cuenta los datos, la situación se acerca más a una desaceleración (y no, no acelerada) que a una crisis. Después de todo lo vivido, los correctivos y los palos recibidos tras cuatro malos resultados no parecen suficientes para provocar el pánico entre la afición. La enfermedad del Madrid se llama otoño y se cura con partidos.

La llegada de la primavera y las flores dejando entrever los meses decisivos se presenta fundamental para los objetivos madridistas. Mientras la afición junta hombro con hombro y vuelve a ilusionarse con quienes ayer se ganaron a pulso un voto de confianza, los jugadores deben demostrar al pesimista que siguen siendo los mismos que levantaron dos Copas de Europa de forma consecutiva, y que lo único que necesita es añadir a ese ‘era’ de su Madrid que tanto añora una s y una tilde para volver a creer, para convertirlo en será.