En el pasaporte de Christian Robert Santos Kwasniewski figura que nació en Ciudad Guayana, una ciudad venezolana de alrededor de un millón de habitantes surgida hace poco más de medio siglo de la unión de varias localidades. En una de ellas, Puerto Ordaz, comenzó Santos a intentar patear el balón. Intentar, porque no contaba con cinco años cuando comenzó a jugar a fútbol. Pero su nombre dice mucho más que eso.

En su pasaporte pone que es venezolano, pero por sus venas corre sangre de varios lugares. Su madre, venezolana pero de ascendencia alemana, sería vital en su futuro, y su padre español. Con esa exótica mezcla estaba llamado a ser un trotamundos del fútbol. Pero no esperaba que fuera a serlo tan pronto. A los seis años dejó Venezuela por la localidad alemana de Lippstadt, en Renania del Norte Westfalia, una ciudad que vio nacer a Karl-Heinz Rummenigge, campeón de Europa con Alemania y el Bayern de Múnich.

En el club local, el SV Lippstadt 08, hoy en la quinta categoría del fútbol teutón, comenzó a dar patadas al balón en el viejo continente. En ese modesto club permaneció casi una década, hasta el año 2003, cuando ingresó en las categorías inferiores del Arminia Bielefeld, por aquel entonces a caballo entre primera y segunda división. En el cuadro azul no llegó a debutar en el primer equipo, y en su periplo, que duró hasta el año 2011, marcó 38 goles en 119 partidos entre el equipo sub 19 y el filial. Pero, ya con 23 años, tocaba hacer las maletas otra vez, ahora sí para jugar en un primer equipo.

El destino era Bélgica, pero una ciudad con “trampa”: Eupen. Se trata de una ciudad al este de Bélgica de alrededor de 20.000 habitantes. Y es, además, el núcleo de la población germanófona en Bélgica. Para un jugador como Santos, alemán casi de nacimiento, era como estar en casa. En el K.A.S. Eupen, recién descendido de primera división, marcó 15 goles en 30 partidos ligueros, terminando segundos la temporada. En el play-off, que no pudieron ganar, volvió a marcar un gol. Todo ello jugando como extremo izquierdo, posición que había convertido en natural tras su paso por Alemania. En su segunda temporada en Eupen marcó 10 goles en 28 partidos, terminando la liga octavo.

El Eupen no ascendió, pero Christian sí lo hizo, fichando por el Waasland-Beveren, de primera división. Sin embargo, el infortunio vuelve a llamar a su puerta en forma de lesión. En pretemporada se rompe la rodilla, que le tiene fuera del equipo toda la temporada. Su balance: 15 minutos en el mes de octubre frente al Standard de Lieja. Otra vez libre, y otra vez cambio de país. Tocaba emigrar al oeste, a los Países Bajos. Y tocaba, otra vez, Segunda División. El NEC Nimega, recién descendido de la Eredivisie. Y no defraudó: 23 goles en 34 partidos, ascenso, y segundo máximo goleador de la temporada.

Esta última temporada Santos se ha destapado como lo que es: un matador de área. 16 goles en 30 partidos en su debut en la Eredivisie. Balón que llegaba al área, balón que mandaba al fondo de la red. Como culminación, el gol de la temporada, logrado con una excepcional tijera. Solo su deseo de abandonar el club y una agresión a un rival que le costó tres partidos han empañado la temporada del que ha sido una de las revelaciones de la Eredivisie.

Pero, ¿qué delantero puede esperar Mendizorrotza? Ya como delantero centro, y por consiguiente, como hombre más adelantado, se espera de él que sea un rematador total, buscando siempre el hueco para meter el balón en las mallas. Su potente disparo desde media distancia, y su experiencia como jugador de banda, lo que le confiere movilidad, son otras dos potentes armas de este venezolano tan mestizo. La lucha, el carácter y el espíritu de superación que le han hecho llegar hasta donde está bien puede valer una salvación.