Muchos serán los aficionados alavesistas que coincidan en que el partido de los suyos en Anoeta fue uno de los peores de lo que va de temporada. El resultado, un contundente pero justo 3-0, da buena prueba de que los hombres de Mauricio Pellegrino estuvieron muy por debajo de su rendimiento habitual.

En la derrota, como suele pasar, pocos fueron los aspectos positivos y considerables más los negativos. Uno de ellos es especialmente sorprendente, no por extraño, sino porque no había sido habitual durante este curso. Se trata de la fragilidad defensiva, que fue visible no solo en el marcador, sino en varias situaciones del juego. 

No llegaba la defensa del Alavés en las mejores condiciones al partido. Theo Hernández, ya fijo en el lateral izquierdo, no estaba disponible después de haber sido expulsado frente al Málaga. Además, Alexis y Kiko Femenía arrastraban molestias a lo largo de la semana y su presencia fue dudosa hasta el último minuto. Una tesitura peligrosa para un rival potente en su feudo.

Y, tristemente, esos malos augurios se convirtieron en realidad. Se pudo ver una defensa del Alavés que no cometió fallos calamitosos, pero que tuvo varios errores desconocidos hasta el momento. Los problemas para despejar el balón del área fueron demasiado habituales, y se sufrió mucho ante la amenaza aérea rival. Así llegó el primer gol, en una jugada en la que se pidió una posible falta sobre Katai. Falta o no, Feddal no estuvo lo suficientemente rápido para adelantarse a Xabi Prieto, que conectó el remate con la red. Tampoco pudo evitar Raúl García el centro.

Mismo problema en el segundo gol, demasiada blandura de la defensa, primero de Feddal, que no puede evitar un control de mucho mérito de Willian José, y después Vigaray, que tampoco muestra la intensidad suficiente para arrebatarle el balón al brasileño. Demasiadas concesiones a un rival que tuvo ocasiones, pero que tampoco fue un torbellino ofensivo. El tercer gol llega en los minutos finales, ya cuando el Alavés había tirado la toalla, por lo que es más achacable esa falta de intensidad que un fallo de concentración. 

Que el jugador más destacado en la línea defensiva fuera Kiko Femenía, que salió desde el banquillo, da una muestra de que la zaga babazorra no tuvo su día. El alicantino dio la nota de color, pues volvía de lesión, y se mostró acertado tanto en defensa como en ataque. Su sustituto en el lateral no puede decir lo mismo, pues no se vio al mejor Vigaray, demasiado dubitativo, también cuando pasó a jugar en el eje de la zaga. Feddal falló en los goles, y todavía tiene trabajo por delante para ganarse el puesto, y Raúl García sufrió cuando no tuvo posibilidades de sumarse al ataque. Laguardia tuvo un papel más discreto de lo habitual, y se fue lesionado en la segunda mitad.

Como se suele decir, un mal día lo tiene cualquiera. También la defensa del Alavés. Pero es de justicia afirmar que éste no empaña un comienzo de liga a un gran nivel contra algunos de los mejores ataques del continente. Este sábado, frente al Real Madrid, tendrán un gigantesco reto para redimirse. La primera oportunidad para volver a construir la muralla.