Al Deportivo Alavés le sobraron ayer veinte minutos. Los suficientes para convertir un excelente 0-2 en un 2-2 que, sin ser un mal resultado, deja un agridulce sabor de boca en los aficionados babazorros. Los suficientes para dejar abierta una eliminatoria que parecía sentenciada.

No suele pasarle esto al Alavés de Pellegrino, generalmente muy seguro cuando tiene que mantener la ventaja en el marcador. Pero la excesiva confianza y el empuje local fueron suficientes para igualar el marcador de un partido soso durante muchos momentos. 

Los goles de Santos, nada más empezar, y de Édgar, de penalti al borde del descanso, dejan a los albiazules en una buena situación para la vuelta, pues tanto la victoria como el empate a un marcador bajo (cero y uno), les metería en el bombo de los ocho mejores equipos del torneo.

Pellegrino avisó durante la semana que el equipo se tomaba en serio la Copa, pero que iba a realizar algunas rotaciones, consciente de que los que le importa de verdad es la Liga. Y rotaciones hubo, pero el once que se pudo ver no dista demasiado del teórico titular. Sólo el guardameta Ortolá, el titular en Copa, los serbios Krsticic y Katai y el ariete Santos fueron las rotaciones. 

Precisamente fue el delantero venezolano, que parece haberle cogido gusto a la competición, el encargado de abrir el marcador. Centro lateral de Feddal que Arribas no consigue interceptar, y que el delantero criollo controla y define con calidad. Tercer gol oficial de Santos con la casaca babazorra, el segundo en poco más de un mes. 

La situación era ideal para el Deportivo Alavés, pues el partido se encaminaba desde el comienzo a la situación más cómoda para las albiazules: ventaja en el marcador, control más o menos total, y oportunidad en las contras. Y así fue, con el Depor acercándose a la portería de un seguro Ortolá, que sufría más a la hora de sacar el balón con los pies (evidente el "sello Barça" que tiene el joven portero) que a la hora de despejar balones aéreos. A los veinte minutos, tras una de esas jugadas, en la que los locales pidieron penalti, estuvieron cerca los babazorros de marcar el segundo, pero el centro de Llorente no llegó a conectar con Camarasa.

El mayor peligro de los gallegos llegaba a balón parado, y en una de esas ocasiones Arribas estuvo cerca de empatar el duelo tras adelantarse a Ortolá, pero su cabezazo se fue alto. Feddal respondía con un peligroso disparo desde fuera del área. En general, una primera parte sin demasiado peligro en ambas porterías, y poco atractiva para los 17.963 valientes que se habían congregado en Riazor. 

Sólo en el tiempo de descuento un penalti de Mosquera sobre Llorente volvió a poner picante al duelo. Édgar se encargó de transformarlo raso por el centro, no sin tensión, pues Rubén estuvo cerca de atajarlo con los pues. 

Veinte malos minutos

El primer tramo de la segunda mitad fue un calco de los primeros cuarenta y cinco minutos. Pocas llegadas al área contraria del Dépor, con mayor control del balón, y un Alavés que defendía sin demasiados problemas su renta. En el 61 Garitano hacía un doble cambio intentando lavarle la cara al partido. Gilherme y el canterano Óscar entraban por Borges y Çolak. 

En el Alavés el primer cambio llegó en el 72, y a la postre sería determinante en el devenir del encuentro. Raúl García, canterano del Dépor, sustituía a Camarasa, pasando a una defensa de cinco jugadores. La defensa trajo un mayor repliegue babazorro, faciliando el trabajo local.

Al minuto de entrar el lateral gallego, Bruno Gama puso el 1-2 tras una jugada por la banda derecha. Regatea con calidad a Raúl García, Krsticic no llega a interceptarle, y consigue batir entre las piernas a un desacertado Ortolá. A falta de veinte minutos para el final el partido estaba más abierto que nunca. Ibai entró por Katai en el 76, y Torres hizo lo propio por un amonestado Krsticic en el 88, intentando cerrar el marcador y llevar una sólida ventaja a la vuelta. 

Primero en el 91 Albentosa pudo empatar, pero Ortolá realizó la parada del partido, enviando el balón a saque de esquina. Pero dos minutos después no pudo hacer nada con una falta botada desde la izquierda que peinó Arribas y que Joselu mandó al fondo de la red. No le importó al gallego ver la amarilla tras quitarse la camiseta en la celebración, pues sabía que el gol era vital para su equipo.

El miércoles que viene se jugará la vuelta en Mendizorrotza, y los babazorros saben que tienen en su mano el pase a cuartos de final. Si ganan o empatan a menos de dos goles, estarán en la siguiente ronda, y su sueño continuará unas semanas más.