Cuando Manu García llegó al Alavés en el verano del 2012, pocos esperaban que dejara huella en el club. Al fin y al cabo, habían pasado varias decenas de jugadores desde que el club estaba en Segunda B, y los aficionados habían aprendido, más por obligación que por deseo, a no encariñarse con los jugadores que vestían su camiseta.

Llegó como centrocampista, y acabó jugando 42 partidos en su primera temporada completa... como lateral. En una posición que prácticamente desconocía completamente consiguió cuajar una temporada correcta. Con el fichaje de Juanje en el mercado de invierno pudo disputar algunos partidos de la segunda mitad de la temporada en el centro del campo, aunque siguió siendo un comodín para la zaga. 

En Segunda comenzó la temporada otra vez como lateral zurdo, ante la baja por lesión de Nano. Con éste recuperado, se vio relegado a la suplencia durante algunas semanas, pero el mal rendimiento de su compañero en el flanco izquierdo de la zaga le volvió a abrir las puertas de la titularidad. En invierno llegó Raúl García, y Manu pasó al centro del campo, el que ahora es su hábitat natural. Su valedor fue Juan Carlos Mandiá, motivado por la urgencia de sacar buenos resultados y el bajo rendimiento del resto de centrocampistas. 

Y en el centro del campo fue donde se quedó. Primero en el 4-2-3-1 y después en el 4-3-3 fue un imprescindible con Alberto, tanto en los once partidos que el vasco dirigió y que valieron la salvación, y después durante la temporada siguiente, en la que el técnico, debutante, consiguió consolidar al equipo con nota. También fue el año de la consolidación de Manu. Pese a ello, seguía sin convencer a algunos aficionados, que los consideraban demasiado limitado para Segunda División. En ese segundo año jugó 30 partidos de liga.

Pero fue con Bordalás con el que consiguió convertirse en uno de los centrocampistas más destacados de la categoría de plata. En la primera parte de la temporada, acompañando a Sergio Mora, y en la segunda, junto al propio Mora y Hernán Bernardello, llegado en el mercado de invierno. Se destapó además como goleador en el mejor momento, marcando tres goles en tres partidos, siendo especialmente importantes el tercer tanto en Barakaldo frente al Bilbao Athletic y el primero en la victoria frente al Numancia en Mendizorrotza el día que lograron el ascenso.

Esta temporada debutaba en Primera a sus treinta años y lo hacía de una forma difícilmente mejorable. Jornada uno del campeonato y logra el tanto que le daba el empate a su equipo en el Vicente Calderón. De debutar en su primer año el equipo en Catarroja a hacerlo en su quinta temporada frente al Atlético de Madrid. Después de hacerse un hueco como titular, ya son 19 los partidos que ha disputado esta temporada. En total son 172, y su importancia en los planes de Pellegrino hace presagiar que pronto se colocará en el top 10 de los albiazules con más partidos.

Pero Manu García es más de lo que las estadísticas reflejan. Ha conseguido que el aficionado vea a un alavesista más en él, una extensión suya en el campo. Se ha convertido en un referente para tanto jóvenes como mayores porque sabe como muy pocos lo que significa el escudo que lleva en el pecho. Su propia biografía de Twitter es buena prueba de ello: "hoy he saltado la valla de la General para disfrutar del Alavés desde el otro lado". Los aficionados del Alavés ya tienes a alguien a quien decirle eso de "oh capitán, mi capitán".