El Atlético de Madrid de Diego Pablo Simeone es el éxito de la mejor dieta posible. El verdadero objetivo, no a corto sino a largo plazo, es mantener y permanecer, desarrollar a partir del punto óptimo. Parecía difícil, casi inigualable, pero el Atleti acumula ya 11 partidos oficiales sin conocer la derrota. Lejos de la racha de 23 que fijó en la 2012-2013, las sensaciones son crecientes partido tras partido.

Los madrileños lo tienen claro. Viajan a Pucela con su máxima de partido a partido y el equipo de gala dispuesto. El sentimiento de divertimento se hace patente con el paso de los encuentros, en los que incluso parece que noventa minutos resultan pocos. Sea 4-4-2 ó 4-2-3-1, la adaptabilidad del equipo es absoluta y la capacidad para tomar terreno y engullir al oponente es asombrosa. Las dimensiones de Zorrilla y la presión mostrada por los vallisoletanos hasta ahora hacen pensar en un duelo de control y grandes combinaciones colchoneras en espacios reducidos. Una de las mayores evoluciones del equipo entre la pasada y presente temporada.

Orden de los himenópteros

El actual Atlético recuerda a la organización de las hormigas. Apariencia débil frente a las abejas o avispas, los grandes temidos de su familia, y un espíritu colectivo de trabajo sin igual. Juntas podemos, juntas triunfamos. El equipo rojiblanco tiene la capacidad de los grandes dominadores, es decir, ganar incluso en su día más gris. Y hacerlo con contundencia.

En este sentido, importa poco cuáles sean las sensaciones del equipo contrario y cómo llegue a la cita. Los de Simeone poseen la virtud de anestesiar las intenciones rivales y anular la eficacia de sus planes. Pasó ante FC Barcelona y Real Sociedad recientemente; dos escuadras que saben a lo que juegan en mayor o menos medida y con una propuesta de juego evidente. En el primer caso, sólo Valdés evitó un resultado diverso en la Supercopa de España; el Atlético no perdonó, en cambio, ante los donostiarras, desbordados por el sistema de presión, robo y salida. Por no hablar del ataque estático, mejorado y que amplía el espectro de variantes ofensivas para los guerreros himenópteros.

El rival

El manual de juego atlético es directamente proporcional a la fiabilidad de su juego. Automatismos hasta hace bien poco humorísticos en el Manzanares que convierten a este equipo en un conjunto imprevisible por su repertorio en distintas situaciones, a la vez que complicado de batir.

El nuevo técnico pucelano, Juan Ignacio Martínez, mantiene el bloque y el trabajo de Miroslav Djukic. Bien es cierto que sólo han conseguido una victoria en liga (1-0 - Getafe) aunque su posición media en la tabla otorga tranquilidad a un equipo compensado y dependiente del Álvaro Rubio, Víctor Pérez y Sastre. El único seguro parece el último, toda vez que Rubio arrastra problemas y Pérez sale de una lesión.

Si el rival le ataca con convicción –lo demostró en la última jornada el Elche de Fran Escribá- retrocede metros y defiende a pocos metros de su portería. Los equipos largos y abiertos como el ilicitano generan situaciones ventajosas por los costados pero el Valladolid se siente como pez en el agua. Sin embargo, conjuntos como el Atlético, preparado también para abrir las bandas con sus laterales, están llamados a condenar al cuadro del Pisuerga con su juego de combinación en las inmediaciones del área.

Otro de los aspectos seguramente estudiados por Simeone y el cuadro técnico es la presión. El Valladolid sufre si le presionan fuerte arriba, y son posibles situaciones de robo en superioridad en los que puede decidirse el partido. Si no aparecen los mediocentros en la salida del esférico y Óscar es incapaz de salirse de sus funciones y bajar a drenar en el comienzo de las jugadas, el partido tomará un rumbo de color rojo y blanco. En ataque, el virtuosismo en tres cuartos de campo y rapidez en los costados es la gran opción local al contragolpe. Omar, Ebert –parece que recuperado-, Bergdich o el carácter ofensivo de Rukavina generan la esperanza esta noche.

Pobre bagaje ofensivo

Óscar, Javi Guerra, Ebert y Manucho son los encargados de poner los goles en Pucela. El ‘10’ vallisoletano (12 goles la pasada campaña) es el timón de equipo, la figura por la que pasan todos los balones de ataque. Un mal día o un desdibujado encuentro de Óscar sería una ventaja. Junto a él, sólo el alemán Ebert, en la órbita del Atlético el año pasado, parece impulsar algo de temor. Guerra y Manucho lograron 8 goles cada uno en la 2012-2013, una cifra irregular dado que el atacante español logró 7 de ellos en la segunda vuelta, y el angoleño media docena en la primera mitad de la liga.

Una de las defensas más sólidas del campeonato y el actual 'Zamora' de la liga, Thibaut Courtois, cerrarán las vías de ataque blanquivioletas. Reducidas, pero al acecho de posibles errores o relajaciones de una zaga consistente y un equipo con hambre de permanencia en la punta de la clasificación.

Posibles alineaciones

*El Real Valladolid no ha confirmado aún la convocatoria para el partido ante el Atlético de Madrid.

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Sobre el autor
Carlos Hierro
Periodista y viajero | Me gustan los datos, las estadísticas y los recuerdos más olvidados. Exprimo las bagatelas.