El Atlético de Madrid hubiera firmado en agosto llegar a la última jornada con opciones de proclamarse campeón de la Liga BBVA. Los colchoneros, guiados por Diego Pablo Simeone, deberán puntuar en el Camp Nou para alzarse con un título que cumple una mayoría de edad lejos del Vicente Calderón. Enfrente estará el Fútbol Club Barcelona, segundo clasificado, quien está obligado a doblegar al Atlético para finalizar el campeonato en primera posición.

La gran mayoría de los integrantes del vestuario rojiblanco vivirán el próximo sábado una situación desconocida para ellos. La oportunidad de salir campeón en la última jornada en el estadio del segundo clasificado dibuja un escenario prácticamente inédito. No para Diego Pablo Simeone y José Sosa.

Corría 2006 cuando el Boca Juniors entrenado por Ricardo La Volpe había dilapidado una ventaja de 9 puntos en las últimas tres jornadas. El segundo clasificado, Estudiantes de La Plata, confió en sus opciones en todo momento y logró las tres victorias necesarias para igualar la cantidad de puntos del conjunto xeneize.

No es casualidad que Simeone, en la rueda de prensa posterior al empate entre el Atlético y el Málaga, lamentase que un torneo de 38 jornadas se decidiese por el goalaverage y no mediante un partido de desempate como sí se hace en Argentina. De hecho, aquel empate a 44 puntos entre Estudiantes y Boca se dirimió con una final disputada en territorio neutral por primera vez en la historia del fútbol argentino.

El José Amalfitani, hogar de Vélez, fue el estadio encargado de acoger un encuentro que paralizó el fútbol sudamericano. Sobre el césped se encontraban jugadores como Fernando Gago, Rodrigo Palacio o Martín Palermo por los de La Volpe y Mariano Andújar, Juan Sebastián Verón o Martín Pavone por los de Simeone. Sin embargo, y a pesar del baile de grandes nombres que pululaban por los despachos de los ojeadores de los clubes europeos, fue un joven llamado José Sosa quien marcó diferencias en aquel partido.

Una falta acostada sobre el perfil zurdo de la portería defendida por Bobadilla fue la carta de presentación de un prometedor mediapunta que atravesaba su mejor año en la élite. El 'Principito' neutralizaba con una parábola perfecta el tanto inicial de Palermo desde una posición prácticamente idéntica a la que gozó en el encuentro ante el Málaga. Fue la primera piedra de los de Simeone para lograr la victoria, pues un gol de Pavone en el tramo final del encuentro inclinaba la balanza en favor de los pupilos del Cholo.

En otro estadio, en otro país, en otro continente y en otra competición pero con los mismos colores, con uno de los artífices de aquel título y con el recuerdo de un lanzamiento de falta magistral en la memoria. Al fin y al cabo, Simeone y Sosa ya lo hicieron.