Un niño tímido había llegado al Atleti. Poco se sabía de Adrián por aquel entonces, un año 2011 en el que Gregorio Manzano llevaba las riendas, con no demasiado éxito del Atlético de Madrid.

Muchas fueron las dudas que suscitó su llegada. El equipo rojiblanco fijó sus ojos en él justo en el momento que su club de procedencia, el Deportivo de la Coruña, descendía a Segunda. Además, su coste cero hacía de ello el negocio perfecto. Su debut prometía, la Europa League lo aguardaba, el escenario ideal para un debut a lo grande que el jugador no desaprovechó con dos asistencias que se tradujeron en el pase a la cuarta ronda de clasificación de la competición de la Europa League.

En una temporada con dos títulos europeos, Europa League y Super Copa de Europa, el delantero hacía temblar los corazones rojiblancos cada vez que el balón llegaba a sus pies cerca del área. Su frialdad a la hora de calcular jugadas y sus goles en los momentos más tensos, hicieron que se ganase un puesto en el equipo titular.

La llegada de Simeone supuso un impulso para el asturiano que siempre contó con la confianza del entrenador. El rendimiento del jugador no decepcionó a la grada que no dejaba de corear su nombre y mostrar su apoyo al joven delantero.

Ese mismo verano la llamada de la Selección Olímpica marcó un punto de inflexión. La mala actuación del equipo en los Juegos Olímpicos de Londres supuso un golpe muy fuerte para Adrián que empezó a perder confianza en sí mismo. Además, los constantes rumores del interés de grandes clubes europeos por él desestabilizaron su concentración de manera notable.

Todo lo que le había convertido en un especialista del área se estaba revirtiendo en pérdidas de balón continuas. El jugador empezó a dejar de creer en su poder, y la mente fría que le había ayudado a resolver las situaciones más complicadas sin perder el control estaba desvaneciéndose.

Su actuación a cámara lenta mientras todo a su alrededor pasaba a velocidad de vértigo ya no funcionada, el balón ya no le obedecía como antes y sus ánimos comenzaron a caer en picado.

En la temporada 2012-2013 siguió contando con el apoyo de Simeone que no se rendía y quería volver a tener entre sus filas al Adrián de la temporada anterior. Diego Costa y Radamel Falcao no se lo pusieron fácil, con un carácter goleador inquebrantable, los dos delanteros contaban con una titularidad prácticamente indiscutible.

La pasada temporada el Atlético de Madrid superó sus metas y se convirtió en un equipo de élite en el que no había espacio para los jugadores que no se encontraban al cien por cien, y el banquillo fue su lugar durante buena parte del tiempo. Adrián ya no podía más, había entrado dentro de un círculo del que era muy difícil salir. La llamada de Julen Lopetegui, el que fue su entrenador durante su participación en la Olímpica, se ha convertido en la luz que el asturiano estaba buscando.

Agradecido con el club, se marcha la frialdad en el área, una cualidad de la que no muchos pueden presumir y la cual no es fácil mantener. La ribera del Manzanares no se olvidará de él por su templanza, sus goles y su comportamiento ejemplar dentro del club colchonero.

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Sobre el autor
Raquel  Tejero San Vicente
último año de periodismo. Cansada del Periodismo manipulado y ambiguo en el que navegamos. Trabajando en el proyecto de final de carrera sobre Comunicación de Crisis en un Club de Fútbol. @raqueltejero_ Contacto: [email protected]