En sus inicios, pese a que a edades tempranas los jugadores no tienen una demarcación fija, Toni Kroos siempre fue más mediapunta que otra cosa. Ahí comenzó a destacar y a convertirse en una de las mayores promesas del fútbol alemán. Tal llegó a ser su rendimiento, que hace dos temporadas, cuando el Bayern terminó convirtiéndose en campeón de Europa en Wembley, su figura desplazó a Thomas Müller a la derecha y mandó al banquillo al mismísimo Arjen Robben. Por desgracia para él, una lesión en los cuartos de final frente a la Juventus le dejó sin jugar hasta la siguiente temporada (Robben regresó al once y terminó dándole la orejona a los de Jupp Heynckes).

Ese mismo verano, ya recuperado, Pep Guardiola le reubicó sobre el césped. Le hizo retroceder unos metros y tomar mayor responsabilidad en el eje del equipo bávaro. Aquel cambio, necesario para la adaptación del equipo al 4-3-3, seguramente se convertirá en el penúltimo que tenga que llevar a cabo el centrocampista alemán. Sus aptitudes obligan a pensar que, en un futuro no muy lejano, terminará siendo el mediocentro de la Mannschaft y probablemente del Real Madrid.

Como interior izquierdo, mientras Xabi Alonso siga siendo fundamental en el centro del campo madridista, Kroos deberá adaptarse a un equipo que a priori no concuerda precisamente con la personalidad que ha venido demostrando hasta ahora. Porque si algo ha exhibido el Real Madrid desde hace cuatro años es que en los momentos de aparente desorganización y hasta locura (aparente, por supuesto), era capaz de ofrecer lo mejor de sí. Pero Kroos jamás ha vivido en ese ecosistema. Siempre estuvo rodeado de un orden que, hoy por hoy, su equipo no está capacitado a ofrecerle.

Lejos de ser un inconveniente, esta circunstancia facilita a Ancelotti la transición que ya comenzó a llevar a cabo hace un año, tratando de llevar al equipo hacia una horizontalidad (entendida en el buen sentido) que le permitiera dominar mediante el balón y sentirse verdaderamente cómodo con él. Pongámonos en situación: el equipo acude a un campo rival en el que el oponente decide no sólo ceder la posesión, como suele ocurrir normalmente, sino replegarse hasta su propia área, dejándole sin espacios para correr. Hasta ahora, el equipo se atascaba y le costaba un mundo encontrar la manera de derribar el muro, más allá de que el resultado acabase siendo favorable. Ahora, con Toni Kroos, la tarea será más sencilla. Siempre habrá un apoyo en corto que facilite la circulación y que el ritmo no decaiga. Algo así ocurrió hace una semana en Cardiff, frente al Sevilla: Emery armó dos líneas de cuatro, con Denis Suárez y Bacca por delante, intentando obligar al Madrid a desarrollar posesiones largas en un espacio reducido. El planteamiento era idóneo, pero a estas alturas de temporada a cualquier equipo le resulta difícil ser todo lo agresivo que esa propuesta requiere.

KROOS 1

Contra el Sevilla, la ausencia de Xabi Alonso forzó a Ancelotti a ubicarle como mediocentro, lo que podría haberle llevado a verse comprometido en numerosas situaciones, dado que se trata de una posición que aún no está capacitado para ocupar en un equipo de tal magnitud. Pero al encontrarse libre de presión y no ser capaz el Sevilla de armar contraataques que le pudieran dejar en evidencia, la sensación final es que Kroos realizó un partido increíble. Y lo fue, pero más por demérito del rival que por habilidad propia. El alemán se dedicó a hacer lo que mejor sabe: tocó el balón 100 veces y repartió 85 pases con un 96% de acierto. Entretanto, apenas recibió una falta.

Llegados a este punto, conviene esperar a verle en partidos en los que se encuentre acosado de verdad, con un centro del campo rival agresivo, para emitir un juicio sobre su adaptación. Aunque cuesta imaginar a Gabi, Koke y compañía poniéndole al límite, teniendo en cuenta que ningún equipo muestra en agosto su mejor versión, es posible que frente al Atlético le veamos en un ambiente más parecido al que se encontrará en los próximos meses.

Pese a ello, no dejará de ofrecer apoyos constantes, tratando de crear superioridades, pisando el área rival llegando desde segunda línea o colaborando continuamente en la salida de balón, toda vez que Alonso estará más ocupado de librarse de su marcador y generar el espacio suficiente para al menos no entorpecer la labor de sus compañeros. Ayudará sobre todo a esto último, pues si todo sigue el camino que parece vislumbrarse, Kroos está destinado a suceder al de Tolosa en el mediocentro de aquí a dos años. Mientras, debe adquirir la lectura del juego que aún no posee y que Alonso domina como nadie.

KROOS 2

Por otro lado, hay cosas que tampoco cabe esperar de él. Seguramente no se le verá generando superioridades mediante largas conducciones y sorteando rivales. No es Modric o Di María. Su función no es ésa, por lo cual tampoco se le va a exigir que lo haga. La duda, como hemos dicho antes, es qué ocurrirá si el Real Madrid no es capaz de abandonar esas fases de supuesto descontrol en las que tan bien se desenvolvía. Si no puede asumir que desde ahora el dominio debe llevarlo a cabo mediante el balón.

Ha comentado Simeone que su fichaje da a los madridistas “un potencial aún mayor en mitad de campo. Mucha más estabilidad, equilibrio y juego”. De eso no cabe duda. Tampoco la hay de que la temporada pasada, aunque los títulos no permitieran apreciarlo del todo, Ancelotti comenzó una transición que llevará tiempo. La sensación que queda actualmente es que Kroos (y James, aunque no se le haya analizado aquí) puede ser la pieza que equilibre al Real Madrid del futuro si tanto el equipo como él son capaces de adaptarse el uno al otro, pese a que en estos momentos se encuentren casi en polos opuestos.