¿Hay Liga? La pregunta es casi retórica y la respuesta está casi establecida. Los espectadores apuntan que no, los números dicen que sigue siendo factible y el resultado en el Mazanares también. El Atlético se empeña en afirmar que la esperanza es lo último que se pierde.  “Prohibido pensar en la Champions”, era el emblema teórico con el que se presentaron los del Manzanares al partido. El once, sin ninguna reserva,  y  el ambiente en la grada  -impulsado también por el sol primaveral- apuntaba un aire de grandeza impropio de los partidos ligueros. El chaparrón se presentó inevitable para un Betis que fue una víctima involuntaria del afán del conjunto rojiblanco por conseguir un título.

Resolver y no reservar

Tenía que reinventarse Diego Pablo Simeone y así lo hizo. Con media defensa en la enfermería, el Cholo dio la sorpresa con el joven canterano Nacho Monsalve. Y no se equivocó. El conjunto debía hacer los deberes, y más teniendo en cuenta el clásico que horas más tarde acogería el Camp Nou; con una victoria en el Calderón, los pupilos del argentino sólo podían salir victoriosos de la lucha de la capital catalana. Los del Cholo solventaron el partido con demasiada nota.

Salieron los locales a hacer su encuentro: respaldarse en una defensa sólida y confiarle la suerte del gol al héroe Griezmann o al ídolo Fernando Torres. Ninguno de los dos falló. A estas alturas de la Liga no se puede andar con tonterías y así lo estableció Diego Pablo Simeone: 37 minutos tardaron sus deseos en hacerse realidad, lo que tardo Jorge Resurrección, Koke para los amigos, en coger un balón y ponérselo  entre líneas, muy colocado y con mucho mimo a Fernando Torres. El Niño ya no falla, el Niño ha vuelto a casa

No le dio tiempo al Real Betis a respirar y recomponerse, casi cuando sacaban el esférico del fondo de las redes de Adán el Manzanares celebraba el segundo tanto. Esta vez fue el de siempre, el 'Principito' rojiblanco, ya casi rey.  El galo centró para Koke y Adán, en un intento de despejar el balón, hacía realidad la pesadilla de la afición del Betis. El Manzanares se puso en pie, la fiesta estaba servida y poco faltó para que Fernando Torres se apuntara el segundo en su cuenta particular antes del paso por vestuarios.

El pitido del descanso resultó una auténtica salvación para un Betis que salió muy valiente a por el partido pero que no pudo hacer nada ante la crecida del Calderón. Los verdiblancos están fuera de la zona de descenso, lo que no es sinónimo de que estén salvados.

Un chaparrón en rojo y blanco

Con dos goles a favor de los locales, el esquema del Cholo se anticipaba claro: dormir el encuentro y aguantar el resultado. La práctica no fue del todo así. Puede ser que en la retina del Atlético todavía quedara el error que le pasó factura en Gijón: aguantar el gol para llevarse tres puntos. Así que el Alético, lejos de encerrarse atrás, salió a comerse el mundo: falló una clara Antoine Griezmann en un mano a mano ante Adán y también tuvo varios remates un Fernando Torres muy peleón que no lograba sentenciar.

El Vicente Calderón era una fiesta, cada toque era celebrado, cada pase, incluso cada fallo. El olor a Champions era inevitable. Como culmen: el tercero de los rojiblancos. Asistía Correa y entraba Juanfran sin dudarlo para sumarse al festín. Control y ejecución en el área pequeña. El resultado sólo podía ser uno: el tanto en el Calderón.

Pero el duelo no acabó ahí: un Atlético incansable quiso más y Antoine Griezmann hizo el cuarto. Los hispalenses no bajaron los brazos a pesar del chaparrón y Rubén Castro acortó distancias en un error impropio de Oblak, al que se le escapó el balón de las manos. De poco le sirvió a los verdiblancos; minutos más tarde marcaba el quinto Thomas Partey. El Calderón escalofriaba, nadie sentado, el rojo y el blanco invadían Madrid en un día señalado por el clásico. El Cholo hacía los cambios propios con un ojo puesto en la Champions y el 'final a final' se convertía en realidad.

El Real Betis se fue de la Ribera del Manzanares con la pega de haber llegado en una fecha previa tan relevante. Se convirtió en una víctima involuntaria del afán y las ganas de un Atlético que ha dejado claro que quiere un título, y no le vale cualquiera. Desde luego el mensaje que el Cholo le mandó a Luis Enrique quedó claro: el conjunto rojiblanco quiere la Champions y no se rinde en la Liga.