"Cada minuto es la vida", decía Simeone en la previa del partido. Su frase no se pudo asemejar más a lo que fue el encuentro. Un Atlético que se plantó con una idea clara: marcar. Lo consiguió, pero jugó más de una hora en inferioridad ante un Barça cuyo asedio acabó encontrando premio. El doblete de Luis Suárez volteó el gol de Torres, pero deja la vuelta abierta en un Calderón cuya temperatura ha empezado a subir desde esta misma noche.

Torres monopoliza el protagonismo

Simeone tenía un plan, y lo ejecutó desde el inicio. Sorprendió con la entrada de Carrasco en el once en detrimento de Augusto en el centro del campo. Su idea era clara: la eliminatoria pasaba por marcar un gol fuera de casa. El Barça, a lo suyo: posesión y encomendarse al tridente mágico. Y salieron mejor los de Luis Enrique, monopolizando el balón y ocultando el planteamiento de Simeone.

Le costó en los primeros minutos, pero los rojiblancos, en este caso de azul, se crecieron cada vez que tenían el balón en su poder. La tocaban, se asociaban, jugaban. Y sin él, presión arriba o repliegue en campo propio, según toque. El Barça no parecía encontrar la idea de juego y el Atlético seguía creciendo por momentos. El 'Cholo', que confió en Torres, demostró que sus decisiones nunca son casualidad. Mediada la primera mitad, cambió su sistema del 4-4-2 al 4-1-4-1 y disfrutó de sus mejores minutos. En esas, Koke recibió entre líneas, se giró, buscó el desmarque de El Niño y este batió a Ter Stegen entre las piernas. Como hace tres días. Como tantas veces ha hecho el '9' en el Camp Nou.

Disfrutó a partir de ahí de sus mejores minutos el conjunto de Simeone, que dejó por momentos desorientado al equipo culé. Griezmann rozó el segundo, pero el portero blaugrana lo evitó con una gran mano abajo. Se gustaba con balón y se mostraba cómodo también sin él. Buena presión, buena colocación. Un Atleti de grandes citas. En esa presión, destacaba la gran intensidad de Torres, que vio una amarilla tan clara como innecesaria a la media hora de juego. Menos clara pareció la segunda; apenas cinco minutos después, falta en el centro del campo ante Busquets. Segunda amarilla, roja y a la calle. Y toda una vida por delante.

Una vez más en superioridad numérica, el Barça acorraló los últimos minutos de la primera mitad a un Atlético que no se amedrantó. Más huecos en su defensa; más concentración, si cabe, en sus jugadores. Carrasco se quedó como referencia ofensiva mientras el tridente seguía sin encontrar la forma ni el camino de hincar el comillo a los de Simeone. Solo Iniesta aportaba un don distinto a lo que exigía el encuentro para los de Luis Enrique.

Premio al asedio

Pasó por el vestuario, descansó, refrescó las ideas y asedió. Todo lo que no hizo el Barça en la primera mitad lo ejecutó al inicio de la segunda. Embotelló al Atlético, que salió demasiado atrevido y acabó sin ver la luz, buscando oxígeno en balones largos que cada vez se veían más lejanos. 20 minutos arrolladores del conjunto blaugrana donde Neymar estrelló un balón al larguero y Filipe Luis le quitó un gol a Messi en el área pequeña. Tuvo dos más el argentino: una chilena que rozó el golazo y un derechazo a la base del palo que Oblak despejó in-extremis.

El Atleti, una isla en ataque. Carrasco se fundía físicamente, Griezmann se veía demasiado exigido en el centro del campo como para contragolpear y la defensa, comandada por el regreso de Godín y un Lucas imperial, se limitaba a alejar el balón de su área. Cuanto más lejos, mejor. El empate tardó más de lo que podría haberse previsto, pero acabó llegando. Era el 62' y Alves ponía un centro al área rematado por Neymar que Luis Suárez, a un metro de la línea de gol, empujaba a la red.

Como Torres en la primera, el uruguayo se convirtió en protagonista absoluto de la segunda parte. Antes del gol, soltó un patada a destiempo a Juanfran en área contraria sin castigo. Tras el empate, un manotazo a Filipe Luis donde el colegiado, en principio, no señaló nada. Pero Felix Brych, protagonista inesperado, acabó sacándole la amarilla, que se antojaba escasa. El Atleti defendía con casi todos sus hombres en el área en esos minutos, pero Alves acabó sacando un centro donde Suárez cabeceó libre de marca a la red. 2-1; la remontada se consumaba.

El Atleti sobrevivía como podía mientras el Barça, ya de forma más tímida, buscaba un tercer tanto que encarrilara la eliminatoria. El tramo final del partido acabó gastándose en un cúmulo innumerable de tarjetas y cambios donde Thomas, que sustituyó a Griezmann, acabó de delantero centro. La eliminatoria se plantea abierta de cara a un encuentro, el de vuelta, donde el Manzanares rugirá como nunca. Porque el Atlético jugó, se adelantó, sufrió y tiró de orgullo, como acostumbra. Sobrevivir al Camp Nou, en esas circunstancias, no es cosa menor.